El archivo de la fotógrafa Luisa Escarria es la punta del ovillo para reconstruir la historia de un puñado de músicas de cumbia tropical en el país
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Un abanico de jovencitas. Cinco chicas con sus instrumentos sobre el infinito blanco del estudio de fotografía. Todas tienen el mismo vestido negro con dos franjas verticales blancas a sus lados. La de pie en el centro agarra del mando su guitarra archtop; las dos a su lado se apoyan sobre unas congas; y las más chicas, que no deben llegar a los 15 años, están con unos timbales. En el medio, el acordeón. Con simetría perfecta, la inocencia de estas músicas de cumbia tropical de los años 60 quedó inmortalizada en Foto Estudio Luisita (2017), el documental sobre Luisa Escarria, fotógrafa colombiana que retrató a las estrellas de la calle Corrientes en la época dorada del teatro de revistas.
La película deja ver, casi al pasar, el inabarcable archivo de Escarria. Hay retratos de grandes figuras de la actuación como Jorge Porcel, Tita Merello, Alberto Olmedo, Susana Giménez y Moria Casán y tomas clásicas de músicos como Atahualpa Yupanqui y María Elena Walsh. Y también otras más curiosas, de ignotas bandas adolescentes de cumbia tropical, como las de las páginas de esta nota.
Escarria se hizo conocida entre músicos, bailarines y estrellas del teatro a partir de que el teatro Maipo le mandó durante un período dorado a todos sus elencos para hacer las fotos que luego se exhibirían en su marquesina. De allí hubo solo un paso para que muchos de esos artistas la contrataran para encargarse de otros proyectos paralelos. Tímida pero accesible, Luisita sacó miles de fotografías analógicas que constituyen el retrato cultural de una época. Algunas se vieron infinidad de veces sin que Luisita tuviera el reconocimiento merecido. Hasta que la joven fotógrafa Sol Miraglia encaró la tarea de revisar y ordenar treinta cajas con 22.500 negativos de su archivo.
En busca de una justicia poética que la reivindique como estrella de la cámara, Miraglia rodó este documental (junto a Hugo Manso) para dar a conocer la obra de Luisita. Fue un boom: en 2019, la película ganó el Premio del Público en el Bafici. Y es en los créditos finales que se ve la imagen más clara de un grupo de músicas mujeres con acordeones, congas y una guitarra eléctrica. Una postal similar a la que Miraglia posteó el 28 de febrero de 2018 en la fanpage del documental. En este caso, se ven seis chicas con conjuntos de pantalón y top de lunares blancos. El color se adivina pastel, aunque no hay forma de saberlo: la foto está amarillenta por los años, en una escala de grises sin filtro de Instagram. Entre las que están de pie y las sentadas hay un acordeón, dos guitarras eléctricas, un bajo y más timbales. El mensaje que acompaña el posteo dice: “Pina y Las de Batunga, 1968, estamos con ganas de saber de ellas”.
A partir de ahí, los comentarios son una lenta reconstrucción de la historia de una de las primeras bandas de músicas instrumentistas de cumbia en Argentina.
Como pistas para llegar a un tesoro oculto se van sumando evidencias de la escena tropical de los 60 y las orquestas de mujeres. “¡Mi tía fue parte de esa banda! ¡Tengo miles de fotos! ¡Y hasta un disco de vinilo!”, dice una chica en los comentarios. Tenían entre 14 y 17 años, eran menores de edad, entonces sus madres las acompañaban a grabar, a tocar en los bailes, a la televisión. No se sabe cuántos discos hubo de Pina y Las de Batunga, pero sí que giraron por todo el país y la región. Las músicas habían aprendido a usar los instrumentos en la escuela o con profesoras, que en varios casos fueron las que armaron las orquestas.
Más abajo, otro comentario: “¡Qué lindo! Hablando con mi abuela y escuchando sus anécdotas bellas me puse a buscarlas por las redes (...) y nos encontramos con esta foto. Ella se llama Rosa González (Nina) y fue parte del grupo Las de Batunga”.
Un par de preguntas a la nieta y a las horas su abuela está del otro lado del teléfono: “Sí, yo tocaba con Las de Batunga la guitarra eléctrica y cuando se separó el grupo fui a tocar el bajo en Betty y Las Estrellas de la Cumbia”, dice Nina González. Recién termina de almorzar un asado con su familia y se escuchan los gritos de los niños correteando alrededor. “En una parada de colectivos me encontré con Pina, que vio el estuche y me preguntó. Le conté que estaba estudiando guitarra, después conocí dónde ensayaban y empecé a tocar con ellas”. Es tímida pero coqueta; la edad no la revela, pero dice que más o menos, cree –aunque no está segura– que eso fue en 1966.
Otra de las que tocaron en Las de Batunga es Ana María Albo, ahora cantante de tango, y en aquel momento presentadora del grupo y una de las coristas. “Igual, rotábamos los instrumentos; llegué a tocar hasta el bajo”. Ana María tiene 72 años y se la escucha muy moderna por audios de WhatsApp. Dice que desde la escuela siente profundo amor por la música popular. En 1964 formó junto a su profesora de acordeón el grupo Las Playeras, donde cantaba y tocaba el güero. Se movían bastante, las invitaban a la tele y eran artistas de Radio Argentina. En una de las actuaciones en Canal 9, el representante de Pina la vio y le preguntó si se quería sumar a Las de Batunga, que recién se estaba armando.
“Pina y Las de Batunga se consideró en ese momento el grupo impacto del año y era impresionante la cantidad de trabajo que teníamos: carnavales, inauguraciones, bailes, festividades y también la tele. Giramos por todo el conurbano bonaerense, por las provincias y también fuimos a Chile, Bolivia y Perú”, cuenta divertida. Sus madres las seguían a todos lados, ensayaban mucho y cada vez ampliaban más el repertorio. La gente las apoyaba y las quería. Recuerda con cariño aquellos años. “Fuimos grandes figuras, pero lamentablemente no queda nada de eso, yo no tengo ni un disco de los que grabamos. Hicimos un long play con RCA Victor y otro con Columbia”.
Era la época de furor de Los Wawancó, El Quinteto Imperial y la música tropical o latina. Mientras más giraban, más se iban hacia lo latino romántico como Leonardo Favio, Luis Aguilé, Nicola Di Bari, Sandro, Palito Ortega, Rita Pavone. Muy rápidamente se hicieron populares y para ellas era una aventura. Aunque, como cuenta Nina, la plata lo arruinó todo: “La acordeonista, Betty, dijo que la plata se tenía que repartir en partes iguales porque todas hacíamos el mismo trabajo, pero como eso no pasaba se fue a hacer otro grupo, y yo al tiempo me fui con ella. Betty estaba arreglando con el representante de Violeta Rivas, tocamos un tiempo, pero después yo estaba embarazada y ya no podía seguir. Tuve que salir del grupo. No volví a tocar”, cuenta.
Poco se sabe de Pina. Tal vez su apellido haya sido Basile, tal vez haya muerto hace varios años, tal vez tuvo otros grupos más después de que se disolvieran Las de Batunga, tal vez se sumó al conjunto de su cuñada, Las Tropicanas. La información es escasa, incompleta y a veces lo que recuerdan las involucradas es contradictorio.
En Internet hay muy poco, casi nada, más allá del posteo del documental sobre Luisita. En su archivo habría algunas fotos más de Pina y Las de Batunga, o eso cree Sol, porque Escarria murió en 2019 y dejó mucho material del que ni ella tenía demasiadas certezas en cuanto a nombres y fechas.
Una segunda foto sale en el documental. Cinco adolescentes, en el Rosedal de Palermo, están sentadas sobre el tronco de un árbol inclinado sobre el lago. Delante de ellas están los teclados, la guitarra eléctrica, unas congas y una pandereta. Tienen botas plateadas hasta por encima de la rodilla y unos enteritos de short rayados. Las cejas finas y arqueadas como se usaban en los sesenta y los ojos pintados bien oscuros. Son Ianka y sus Tropicanas, que eran intérpretes de la cumbia más popular, de esas canciones que distintos artistas fueron versionando y nadie tiene certeza de quién es el autor: “Por eso te aconsejo que vayas a misa/ todos los domingos, todos los domingos/ pedile a San Antonio que te mando un novio”, cantaban en 1966. Esta canción de Los Wawancó, que después popularizaron Sergio Denis y Gladys “La Bomba Tucumana”, fue parte del repertorio de las adolescentes.
Hay grabaciones en vinilo y en Internet todavía circula un long play promocional que les grabó Odeon, una subsidiaria de EMI. “Dame una seguridad cariño que esperar no puedo/ entonces dame adelanto para que cuando nos casemos/ estemos bien acostumbrados/ una prueba de cariño necesito yo de ti/ un besito, dos besitos, cariñitos para mí”, cantaban las chicas.
La banda tuvo dos etapas, la primera se conformó con acordeón, piano, bajo, timbales, tumbadoras y güiro. Entre esa primera formación estaba Krysha Bogdan, reconocida bailarina de la escena Di Tella, mujer de Miguel Abuelo y madre de Gato Azul. De hecho, ella misma, dejó en 2019 un comentario en uno de los pocos videos que se pueden encontrar en YouTube: “Tenía 17 años y tocaba el bajo en este grupo. Éramos del programa de TV Escala musical. En la foto con vestidos con flecos, soy la segunda a la izquierda, tocando el bajo. ¡Vaya recuerdo!”. En una segunda etapa se cree que participó Pina también.
Ianka y sus Tropicanas se fueron de gira por Colombia, Chile, Paraguay, Panamá y Venezuela, donde encontraron un inesperado éxito, a tal punto que grabaron varios long plays allá, que nunca llegaron al país. Ya no hacían solo cumbia tropical, incorporaron shake, baladas, rock y tangos. En 1969 hicieron un LP en Venezuela que se llamó Ianka y sus Tropicanas a Go-Go.
Ianka y sus Tropicanas eran cinco chicas y todas tocaban sus instrumentos, y compartían muchas veces cartel con Las Medias Negras, otra banda tropical de mujeres, aunque ellas tenían músicos varones como soporte. Estas dos bandas se pueden ver en la película Escala musical, un clásico de la época que se estrenó en 1966 y está disponible en Cine.Ar. La película está basada en el programa de televisión de la época y mezcla de ficción con musical. Un empresario, interpretado por Osvaldo Miranda, promueve a los jóvenes de la nueva ola para que obtengan su propio programa de radio y con ese pretexto tocan Los Shakers, Los Gatos Salvajes –el nombre de la primera banda de Litto Nebbia–, Dúo de Dos, Johnny Tedesco, entre otros.
En la era dorada del folclore, el tango y de las bandas de pop al estilo El club del clan. Se presentaban en Canal 9, 11 o 13, por ejemplo, donde tocaban en esos programas maratónicos de los fines de semana donde había entrevistas y también shows en vivo. Compartían cartel con Sandro y Los del Fuego, Los Chalchaleros, Estela Raval, Los Panchos, entre otros. De hecho, Las Medias Negras le ganaron la final del concurso de talentos a Luis Alberto Spinetta en la versión del programa La escala musical que salía en Canal 13 en 1964.
“Yo era muy fana de todo eso en la época de El club del clan”, le dijo El Flaco a Ronnie Arias en 1992. “Me había inscripto en un concurso de La escala musical y salí finalista. Por poco les gano a Las Medias Negras, un trío de chicas”. Ellas se quedaron con la victoria y con la participación en la película, aunque, como siempre pasa con la producción artística de las mujeres, poco registro sobrevivió de esos años de gloria.
Este artículo fue publicado en la edición impresa de septiembre de 2021 de Rolling Stone Argentina.