El DJ alemán habla del significado del trance, de su próxima visita en febrero y de su debilidad por... ¡Chichi Peralta!
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Aunque llevaba ya casi quince años de carrera, Paul Van Dyk vivió una experiencia inédita en su debut en la Argentina, en 2004. El DJ alemán piloteaba su set en Mandarine, cuando de repente una reacción del público lo dejó en falsa escuadra. “Estaba poniendo temas bastante enérgicos y de repente metí un quiebre. Todos empezaron a ponerse en cuclillas y yo no entendía que pasaba, pensé que les estaba aburriendo mi música. No me vi venir que estaban esperando que el tema volviera a estallar para ponerse a saltar como locos. Nunca había visto una cosa así”, explica Van Dyk desde su casa estudio en Berlín para graficar el comienzo de un vínculo que se tradujo en otras ocho visitas entre 2005 y 2017. Luego de cinco años de ausencia, el creador de “For an Angel” regresará al país como parte de Trance Army, el 18 de febrero en Obras. “La gente viene a verme porque no estoy ahí todas las semanas. Quizá me vean una vez cada tantos años, así que siempre siento la presión positiva de dar lo mejor que pueda”, promete.
Creciste en Alemania Oriental y muchas veces contaste lo difícil que era mantenerse al día en ese contexto. ¿Cómo formaste una carrera como DJ?
Crecí en Berlín Oriental, lo que significa que estaba al lado de Berlín Occidental y entonces podía escuchar ilegalmente muchas estaciones de radio del oeste. De una manera medio simple, me formé a través de la radio, básicamente. Toda la idea de ser un DJ e involucrarme con la electrónica fue después de la caída del Muro y, a esa altura, la única limitación era que no tenía plata. Juntaba un marco alemán y tenía que pensar si iba a tomar algo, si salía a comer o si lo ahorraba para comprarme un disco. Las limitaciones tenían que ver más con lo económico, por el hecho de que crecí solo con mi mamá y no teníamos mucho.
Empezaste con el trance cuando no tenía siquiera nombre. En todo este tiempo, se decretó varias veces la muerte del género, pero sigue vigente. ¿Cómo lo explicarías?
Es muy difícil definir qué es trance y qué no, hay terminologías nuevas como melodic techno o techno trance y, honestamente, no sé qué es cada una. Lo que es muy característico del género es que es muy energético, está siempre alrededor de los 138 bpm, es bastante acelerado. Es melódico y el punto es que hay una diferencia importante entre una electrónica con melodía y el trance. Hay una línea muy delgada entre ser grasa y tener una melodía emocional con clase. Gran parte de la producción del género en estos 25 o 30 años probó estar en el segundo ejemplo. Pero no estoy exactamente seguro de por qué lo llaman así, para ser honesto. Si escucho algún material de Richie Hawtin, para mí eso tiene bastante más de trance, me pone en un estado de ensueño. Si escucho a lo que la gente llama trance, incluida mi propia música, es algo que te levanta, es energético. Creo que el nombre no necesariamente tiene que ver con las características de la música.
Tenés un costado político muy activo. ¿Cómo se relaciona tu militancia con tu carrera profesional?
No creo que una cosa tenga que ver con la otra. El hecho de que alce mi voz en causas que creo importantes tiene que ver con que nací en Alemania Oriental, una dictadura comunista. Sé lo que es que algunos de tus amigos desaparezcan porque sus padres dijeron algo que no le gustó al gobierno. La libertad de expresión y la igualdad son muy importantes para mí y hablo de estos asuntos como ciudadano del planeta. La otra parte de esto es que soy músico y la popularidad que gané arroja un poco más de luz sobre lo que hago. No creo que tenga que ver con que soy músico o DJ, probablemente estaría igual de comprometido si fuera colectivero o taxista.
¿Escuchás música por fuera de la electrónica?
Me gusta mucho Niklas Paschburg, que mezcla música clásica con elementos de electrónica suave, y hay toda una escena de artistas de ese estilo. Mi mujer es colombiana, así que conozco mucha música latina. Hay composiciones que me suenan increíbles por más que no entienda qué están cantando, porque mi español no es muy bueno. Lo importante es la vibra, cómo lo sentís. Puramente desde el punto de vista de la producción, algunas canciones de Chichi Peralta son de lo mejor que se produjo en el mundo. En sus canciones escuchás cada mínimo detalle, todo es muy cristalino y claro y los arreglos son muy fluidos e impredecibles. Su música te mueve, te envuelve. Eso es lo que hace la buena música, no importa que yo venga de una cultura distinta. Significa que me llega de todos modos, y eso trato de hacer con mi propia obra.