Con las reuniones de Los Visitantes y de Don Cornelio, e invitados como Fernando Ruiz Díaz, Sol Pereyra, Paula Maffia y Santiago Motorizado, las canciones del cantante llenaron la Ballena Azul
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Esto fue un abrazo. Amigos, colegas, cófrades y seguidores recordaron a Palo Pandolfo el sábado 18 de septiembre en la sala Ballena Azul del CCK. Lo hicieron como imaginaron que a él le hubiera gustado: tocando sus canciones, vibrando con su música, sus ideas, su poesía, sus mensajes, su juego y su compromiso hasta la muerte, que lo encontró el 22 de julio pasado.
El ritual tuvo un título cantado: “Estaré”. Fue un viaje sin orden cronológico por los 35 años de carrera, conducido por compañeros de proyectos en distintas instancias: Los Visitantes, sus bandas del período como solista, incluso sus colaboradores para el disco póstumo que se editará el mes próximo, y también los muy esperados Don Cornelio y La Zona, su grupo maldito en la segunda mitad de los ochenta.
Para evocar la lírica de Pandolfo, la selección de cantores, que en casi ningún caso hicieron más de un tema, tuvo el acierto de incluir tantas mujeres como hombres, gente del rock en diversos registros y del tango y del folklore. Fernando Ruiz Díaz; Flopa Lestani; Cucuza Castiello y el Cardenal Domínguez; Santiago Motorizado (que lo acompañó en su último single, “Tu amor”); Sol Pereyra; Juan Pablo y Mariano Fernández (respectivamente, Acorazado Potemkin y Me Darás Mil Hijos); Pablo Dacal; Lidia Borda; la fotógrafa Nora Lezano; Sol Bassa y Lucio Mantel; Lito y Liliana Vitale; Paula Maffia, Ignacia y Juani Rodríguez.
Frente a una platea con vacíos solo por protocolo, transmisión directa vía Youtube, Los Visitantes se reencontraron en escena con el bajista Federico Ghazarossian, el guitarrista Alejandro Varela, el tecladista Daniel Gorostegui Delhom, la voz de Karina Cohen y el batero Marcelo Belén, para tocar temas imprescindibles como “Playas oscuras” y “Sangre”. Ghazarossian, Varela y Gorostegui reaparecieron con su otra banda compartida con Palo, Don Cornelio y La Zona, en la que se sumaron el baterista Claudio Fernández y el saxo de Fernando Colombo. Fue el “regreso” de un fenómeno de culto de los años ochenta que justamente se había resistido a regresar, y ahora concedía tocar sus dos greatest hits: “Tazas de té chino” y “Ella vendrá”, intercalando “Patearte hasta la muerte”, un antihit mucho menos recordado, igual de identitario. Una reunión ansiada por décadas, al menos para unos cuantos fieles, que se dio en circunstancias extrañas, pero acordes a la rara historia de la banda, que ahora hizo trascender que podría editar música nueva.
Pero más allá del desfile de nombres, del final colectivo con la promesa de “Estaré”, y del alma partida, lo central pasó por recoger y abrazar uno de los fundamentos de la riquísima obra de Palo: el canto como misión, gesto de valor, oficio noble y humilde al servicio de esa artesanía sagrada conocida como canción.
Pablo Dacal (un sucesor destacado para esa causa) y Lucía Riet levantaron esa bandera haciéndose cargo, hacia la mitad del concierto, de la suave declaración de “Oficio de cantor” (del álbum Ritual criollo, de 2008): “Pues cantar es un gesto de valor/ para comunicar locura y esplendor/ Siempre la pasión y el amor/ que viene y va”, dicen unos versos de esa canción, que a la vez alumbraron el ánimo de toda la noche, y también de toda una vida.
El concierto se puede ver completo en el canal de YouTube del CCK.