A 40 años del inflamable ‘Prayers on fire’, el disco debut del influyente grupo postpunk y la leyenda de su bajista, Tracy Pew
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En mi último año del secundario en el colegio Caulfield Grammar, el maestro de música me encomendó un trabajo de investigación sobre los ex alumnos más famosos de la escuela: la banda postpunk australiana The Birthday Party. En la biblioteca pública hojeé las fotos de un libro llamado Nick Cave: The Birthday Party and Other Epic Adventures. Entre las imágenes de vampiros demacrados con peinados estrambóticos, aparecía un retrato de un cowboy siniestro, demandando respeto, enfundado en una camiseta de red. Era Tracy Pew, el bajista de la banda.
En Prayers on Fire, el disco debut de The Birthday Party, encontré el tema “King Ink”, una cacofonía acechante que de a poco arrastra al oyente hacia ese lugar del que todos nos escondemos. Para Nick Cave, cantante del grupo, era la mejor canción. “El bajo de Tracy en ‘King Ink’, lento y malvado, sería el modelo de muchas canciones de Birthday Party y los Bad Seeds en el futuro”, explica. “Tracy fue el creador y el maestro de ese estilo depredador de línea de bajo, super fuerte y potente. No debe subestimarse la enorme influencia que tuvo esa idea en la música moderna, tanto en la australiana como en la de otros países”. Cave asegura: “Él era The Birthday Party. La base que acechaba con un peligro genuino y sobre la que se apoyaban las guitarras rotas, las voces trastornadas y las baterías dementes”.
Este año es el 40° aniversario de Prayers on Fire, disco que avivó las brasas bajo los triunfales The Birthday Party. Con letras de humor negro y energía anarquista (pero sin bostezos políticos) conjuraron giras por Europa que culminaron con honores y con el título de “La banda más violenta de Gran Bretaña”. En 1982, un periodista de Melody Maker ilustraba la escena: “Atrajeron a un grupo de mutantes tan desaliñados, tan decididos a sostener una imagen furiosa que, en un concierto, de la turba desquiciada salió alguien que se trepó al escenario y le meó la pierna a Tracy”.
Cuando Nick Cave escucha el nombre de Tracy Pew le viene a la mente este recuerdo: “Tracy se está preparando para subir al escenario. Tiene un pepino en la parte de adelante de sus pantalones de cuero, un bigote de Hitler de plástico, una copia de La República de Platón en el bolsillo trasero. Y se da vuelta y me dice: ‘¿Me veo bien?’”. Tracy dejó una huella importante en la imaginación de su público; usaba un sombrero de vaquero Stenson, pañuelo, pantalones de cuero y un uniforme de la Pentridge Prison como abrigo. En escena, Tracy encarnaba la caricatura de un cowboy urbano fetichista; al mismo tiempo alcohólico, sórdido y marginal. Fuera del escenario, su espíritu era parecido al de un detective sombrío salido de una pesadilla de Jim Thompson; igual de alcohólico, beligerante, inteligente. Estos antihéroes (del vaquero mítico al detective del policial negro) ilustran hasta qué punto las circunstancias sociales e históricas llegan a justificar la violencia en Occidente.
Tracy era un lector voraz de novelas de detectives de Dashiell Hammett y Thompson. Admiraba The Spirit, un cómic sobre un detective resucitado que lucha contra el crimen con una máscara azul, un traje formal, sombrero y guantes negros. En su cuarto, apilaba libros de filosofía de Platón y Aristóteles junto a una colección de revistas japonesas de porno softcore. “Tracy era único”, bromea Cave. “Era un chico innatamente problemático, la persona más políticamente incorrecta que conocí en mi vida, un creador de caos y un humorista irreverente. Era altamente inteligente, ferozmente creativo, sensible, cruel, generoso, hilarante, impactante y más encantador que la mierda. El mejor amigo que te puedas imaginar”.
A los tres años de Tracy, la tragedia golpeó a la familia Pew, cuando falleció su hermano menor Gary. En Boy on Fire, el libro de Mark Mordue, la madre de Tracy, Nancy, recuerda el momento que “quizás transformó a Tracy en la persona que fue”. Dice: “Fue el sonido más fuerte que jamás hubiera escuchado. Gary nunca había tenido ningún ataque, que supiéramos… Tracy lo vio. Me dijo: ‘Gary cerró los ojos y se cayó, mamá’”.
Tracy se crió en el suburbio de Mount Waverley, Victoria. En su juventud tocaba el clarinete, hasta que conoció a Chris Walsh, el bajista de The Moodists, que vivía a una cuadra de su casa. Walsh le enseñaría a tocar el bajo y le mostraría grupos de protopunk como The Stooges y The Velvet Underground. En 1972, Tracy entró a la escuela Caulfield Grammar con media beca. Phil Calvert, baterista original de The Birthday Party, sugiere: “Yo creo que la llegada de Tracy a una escuela privada estuvo relacionada con la separación de sus padres”.
Mick Harvey, guitarrista y baterista de The Birthday Party, recuerda el primer día de Tracy: “Lo conocí cuando pasaban lista. Por supuesto, cuando el maestro llegó a Tracy Pew, todo el mundo se rio infantilmente de su apellido. Al año siguiente, él era el alma de la fiesta”.
En la secundaria, a Tracy no lo reconocían como músico. Era el bufón de la clase, un narrador y un poeta. Dice Harvey: “Cuando tenía 15 años, escribió una reseña de Tod Browning para el diario de la escuela. Un texto sobre Freaks, película de los años treinta con actores de feria”. Cuando conoció a Nick Cave, Phil Calvert y Mick Harvey, el grupo de amigos se convirtió en The Art House Gang. Explica Calvert: “Todos nos inclinábamos por el arte. Estábamos todo el día en un dilapidado salón, fumando. Hacíamos arte, hablábamos de arte y hacíamos música arty”.
El recuerdo más alegre de Tracy que tiene Cave de esa época de la Art House: “Estábamos sentados en clase de sociología y él dibujaba en unos papeles, unos dibujos delicados, sensibles, extrañísimos, y me los daba para entretenerme. Todavía los tengo. Tracy parecía tocado por una suerte de genio”. Harvey, Calvert y Cave formaron un grupo de rock con sus compañeros de la secundaria John Cocivera y Brett Purcell. Pero cuando Purcell dejó la ciudad, para estudiar agricultura en Victoria, el puesto de bajista quedó vacante. Como en muchas cosas de su vida, la pandilla ignoraba que Tracy tocara el bajo. “Nuestros amigos fueron a un concierto de fin de año en Mount Scopus, la escuela judía local, y descubrieron que Tracy tocaba en otro grupo. Lo incorporamos de inmediato”, se ríe Harvey. “Mantenía muchas cosas en secreto. Hacía las cosas a su manera”.
“Tracy tenía un bajo promedio y un amplificador bastante sólido”, explica Calvert. “El bajo se lo compró. Pero el amplificador lo había robado de una tienda. Había logrado llevarlo a su casa de noche en el manubrio de la bicicleta”. En 1976, cuando se graduó de la secundaria, Tracy se mudó a un departamento en Prahran con Phil Calvert. “Teníamos una pecera enorme y un televisor”, dice Calvert. “Teníamos bagres africanos y plecostomus. Nos sabíamos los nombres en latín. Cuando Tracy se mudó de nuevo con la mamá, tenían una vieja pileta, que Tracy convirtió en una pecera gigante”. Tracy se pasaba la mayor parte del tiempo mirándola… ”.
Tracy trabajaba en el cine Dendy: distribuía los posters de las películas, gestionaba las publicidades en diarios y vía pública. Le atraía el film noir, dramas altamente estilizados de los cuarenta. Calvert recuerda que “siempre lo fascinó la mística de Bogart. Vimos El halcón maltés y Casablanca más de diez veces”.
En 1978, Rowland S. Howard se uniría al grupo, intoxicando su sonido despreocupado con su fragilidad cautivante. Los martes a la noche en el Tiger Lounge en Richmond, Keith Glass empezó a contratar a grupos jóvenes de la incipiente New Wave. The Birthday Party, en ese entonces The Boys Next Door, se transformaron rápidamente en los pastores de la escena underground de Melbourne. En una fotografía de ese entonces en el backstage de Tiger Lounge, Tracy confronta la cámara vestido de un personaje de una película de film noir. Tiene ojos inquisidores, pantalones a rayas, tiradores blancos, una camisa de manga corta y corbata. “El tipo de Suicide Records viene a uno de nuestros recitales”, dice Calvert. “Y nos dice: ‘Hola, Boys Next Door. ¿Alguna vez vieron esa escena de las películas en la que un tipo se acerca a un grupo y les dice: ‘Los voy a convertir en estrellas?”’. Nosotros le dijimos: ‘Sí’. Y él nos dijo: ‘Yo soy ese tipo’. Ahí se transformó en algo. De repente éramos los cuatro contra el mundo”.
Tras el lanzamiento del debut de los Boys Next Door, el sello Suicide promocionó al joven grupo con una sesión de fotos. Tracy está vestido como un cowboy de caricatura, con una camisa estilo western y un pañuelo a lunares. Como The Boys Next Door, el grupo grabaría el EP Hee Haw y The Birthday Party. Tracy escribió la letra de una canción llamada “The Plague” que no consideraron lo suficientemente fuerte para el disco y apareció en el compilado A Collection… Best and Rarest de The Birthday Party, de 1985. En 1979, en un reportaje con la revista Inner City Sound, Tracy describía el proceso de composición como un crecimiento: “Las canciones son cada vez más composiciones de un grupo. Las participaciones de Nick son cada vez menos sustanciales. Ya no se ocupa de componerlas ni arreglarlas. A veces suena muy caótico, como en ‘Death by Drowning’, que tiene un clarinete sonando todo el tiempo, pero son, fundamentalmente, canciones más simples. Nuestras canciones parecen estar poniéndose cada vez más simples”.
Harvey habla con cariño del sonido de Tracy. Dice: “Tracy tocaba unos riffs repetitivos fuertes. Se volvió parte de la estructura de composición. Usaba una base de bajo rotativa como un dispositivo minimalista. Una amenazante línea de un acorde o dos en todo el tema”.
Para cuando The Birthday Party estaba preparándose para volver a Australia a grabar Prayers on Fire, ya se habían ganado una reputación turbulenta y unos seguidores acérrimos. Dice Calvert: “Podíamos tocar en un lugar en Londres para 300 personas. Estaba empezando a tomar forma”. Calvert recuerda: “En esa época él se ponía pantalones de cuero, y agarró un cuchillo que tenía y lo envolvió en un par de medias y se lo puso en el pantalón. Me acuerdo de estar tocando en Londres, donde él hacía un baile en el que sacudía la cadera, y una chica lo señalaba con la boca abierta”. A Calvert le sigue causando gracia. “Siempre dijo que quería pegar una botella de lubricante a la parte de atrás del bajo y hacer una acción como si estuviera masturbando el bajo, hasta que eyacula el lubricante hacia el público”.
En las giras, el sonido descontrolado de The Birthday Party empezó a transformarse en un ethos inundado de drogas. La heroína y las anfetaminas asolaron al grupo, con una historia que solo podía terminar en tragedia, una tragedia que la cultura rock, animada por los medios, glorifica. En (su foro web) The Red Hand Files, Cave desmonta la ironía detrás de que el público disfrute al ver a sus héroes morir, rompiendo el hechizo y detallando la realidad: “Que te caguen a palos en comisarías, que te deshumanicen en rehabilitaciones, experiencias cercanas a la muerte, pensamientos suicidas, sobredosis rutinarias, motivación reducida, huesos rotos, que te roben, que te guste Charles Bukowski, anhedonia física y social, una mentalidad dura, amigos muertos, relaciones jodidas, abscesos, accidentes de auto, psicosis, leer El Hobbit, desnutrición, impotencia creativa, perder el tiempo de manera épica, cantar demasiado grave (sigo trabajando en esto), decir cualquier cosa (en esto también), enfermedades fatales, no llamar a tu madre para el cumpleaños”.
En 1999, Rowland S. Howard escribió sobre “los extremos del rock como performance” en la revista World Art. Dice: “Me acuerdo de Tracy Pew cayéndose de cara al piso. El bajo explotó en un sonido subsónico, cuando él golpeó el piso con todo el peso de la inconsciencia. A Tracy le llevó un largo minuto (mucho tiempo para una canción) volver a pararse y ubicarse en el tema”. “Empezamos la siguiente canción, la introducción dura una eternidad: Nick está demasiado ocupado peleándose con un loco en el público como para cantar. La canción empieza, pero es como si cada uno estuviera en un ambiente diferente. Mick Harvey y yo, cada uno a un lado del escenario, dejamos de tocar y nos miramos incrédulos. Nick está tratando de subirse a la pila de parlantes, pero se cae una y otra vez. Todo se cae. Me cuesta creerlo: estamos en el escenario, supuestamente tocando un tema, y ahora Nick está pegándole a un demente con el pie del micrófono. La canción se apaga; todo lo que se oye es el sonido del micrófono, con toda su gloria reverberante, golpeando repetidamente la cabeza de alguien”.
Para Nick Cave, la iconografía de gótico sureño que encarnaba Tracy no debería distraernos. “Tracy debe ser recordado por algo más que sus barbaridades; era un músico altamente creativo. Una enorme inspiración para muchos músicos”.
En Prayers on Fire, The Birthday Party se la juegan a todo o nada. El gruñido punk de “Figure of Fun” suena como huele un circo, y “Dull Day” aprovecha la energía de bailar solo en una celda en la cárcel. El disco es un carnaval disfrazado de un naufragio. “En Prayers on Fire el bajo es realmente central”, explica Calvert. “Tracy usa cuerdas de acero inoxidable. Y eso ayuda con el ataque del instrumento. Sus partes tienen un lugar tan prominente en la mezcla por el tono que tiene de gravilla. Es penetrante”. Para tocar el bajo, Tracy se inspiró en Chris Walsh, de The Moodists, en JJ Burnel de The Stranglers, y en Dennis Dunaway de la banda de Alice Cooper. Y cuando el grupo empezó a ganar algo de dinero, Tracy renovó su arsenal. Tras abandonar el sonido barato y punk de su Fender Coronado y su Rickenbacker hueco, el mejor sonido de Tracy Pew llegó con su Fender Jazz Bass. Calvert dice: “El sonido Tracy Pew es muchos graves, muchos agudos, y todos los medios chupados. Ese gruñido grave se terminó de definir en Prayers on Fire, cuando conectó el Jazz Bass en una cosa que se llama Vox Supreme, que en realidad es un amplificador de guitarra de 200 watts. Eventualmente lo quemó”.
En el tema fúnebre “Yard”, la doble línea de bajo de Tracy funciona como un lento escalofrío que palpita y se escabulle. Mientras Rowland tira notas al aire como pétalos en una ceremonia, Nick grita: “Sentado en el agujero de mi padre/ Sentado en su pecho/ Pulverizando rocas de tierra/ La tierra es suave en nuestro/ Patio patio”. En “Nick the Stripper”, el bajo de Tracy explota con el fanfarroneo de un pistolero arrogante. Dice Calvert: “‘Nick the Stripper’ está en 5x4 y hay una sección en la que Nick dice: ‘Ese pequeño insecto’, y en la que yo de hecho toco en 4x4 y el resto en 5x4. A Nick y Rowland no les importa mucho; ellos están improvisando con sus sonidos. Pero Tracy tenía que mantener la base firme con todo en su contra”.
El éxito de Prayers on Fire marcó el inicio de la evolución de The Birthday Party, que pasó de un nihilismo a toda máquina a un teatro apocalíptico. “Para ser franco, nos sorprendió mucho el éxito que tuvimos”, explica Harvey. “No estoy seguro de que Tracy se sintiera así. Él creía que la gente tenía que responder a algo de esa calidad, sin importar si era comercial o no. Probablemente él sintiera que nos lo merecíamos todo”. Harvey, de todos modos, está orgulloso de Prayers on Fire. “Rowland dijo que no era tan bueno como podría haber sido, pero yo nunca lo entendí así”, dice. “A mí me pareció que habíamos logrado algo. Era la primera vez que lanzábamos algo que nos representaba. Me pareció nuestra declaración más fuerte”.
Calvert aún les tiene cariño a aquellos lejanos recuerdos. “Cuando volvimos a salir de gira éramos una sensación”. Y enfatiza: “Cuando fuimos a Estados Unidos por primera vez, Tracy estaba muy entusiasmado. Le encantaba estar ahí. Me acuerdo de estar sentado en un bar cerca de Times Square en Nueva York. Estábamos tomando Bloody Marys, o whisky o latas de cerveza. Y de repente éramos los personajes de esas películas que solíamos mirar”.
En 1981, Tracy le dijo a un periodista de The Virgin Press: “Nadie está preparado para ninguna apuesta de dinero ni nada parecido. Todas esas bandas se vuelven importantes para el ojo público por las coimas, porque las compañías discográficas les ponen dinero y les pagan a los disc jockeys para que pasen sus temas”.
En una palabra, Nick Cave recuerda a Tracy como “pornográfico”. Cave explica: “Tracy y yo nos acompañábamos hasta los límites más extremos, pero él era el líder debido a su inteligencia feroz, su coraje y su ingenio superior. Odiaba lo pretencioso y lo arty, dos cosas que yo tenía en abundancia, pero él era ostentoso y grandilocuente”. “Tracy no andaba con vueltas”, agrega Calvert. “Si Rowland se quejaba, él le decía: ‘Callate, Rowland, y traeme una cerveza’. Era el hijo de puta más gracioso del mundo. La gente no piensa en The Birthday Party como un grupo gracioso. Pero nos reíamos muchísimo”. Harvey está de acuerdo. “Era brillante, con comentarios punzantes que te hacían sentir tonto por lo que estuvieras haciendo. Nick estaba cada vez más volado, y Tracy lo hacía poner los pies sobre la Tierra”.
Cuando Cave siguió adelante después de The Birthday Party, estaba destilando una visión sónica muy particular. Harvey explica: “Nick necesitaba pasar por muchos experimentos, probar cosas diferentes. Y si Tracy hubiera estado ahí, burlándose ocasionalmente de él, habría sido muy difícil”. En 1982, el grupo terminó de grabar Junkyard y se preparaba para volver a Europa. “Y nos enteramos de que Tracy estaba en la cárcel”, agrega Calvert. “El papá ni siquiera fue al juicio”. Tracy fue arrestado por una serie de acusaciones, incluyendo manejar alcoholizado, decirles a los policías que se llamaba Peter James Sutcliffe (un asesino serial conocido como El Destripador de Yorkshire) y robarse una máquina de coser, ropa y salchichas de un supermercado. Fue condenado a cuatro meses en la cárcel de Pentridge, donde hizo trabajos domésticos y tomó un curso de artesanía en cuero. Aunque siguió tocando en vivo con Nick Cave y The Saints, y grabó en Honeymoon in Red, el disco conceptual de Lydia Lunch, Tracy estaba tramando una nueva aventura. “Parecía estar en su propio camino. Creo que ya estaba harto, man. La música le parecía un callejón sin salida”, explica Calvert.
“Tracy volvió a la universidad. Estaba estudiando filosofía y literatura inglesa. Había vuelto a escribir”. Cuando se separó The Birthday Party, Nancy, la madre de Tracy, recuerda haberlo visto llorar mientras miraba The World According to Garp. En Boy on Fire, el libro de Mark Mordue, ella dice: “Siempre me pareció que conectaba con [su hermano] Gary de alguna forma”. A fines de 1986, antes de salir para el trabajo, la novia de Tracy le dijo que no se olvidara de tomar sus remedios. Para entonces, Tracy tenía tendencias a brotes epilépticos, exacerbados por su alcoholismo. Cuando volvió, lo encontró inmóvil en la bañadera. Había sufrido lesiones que resultaron en una hemorragia cerebral. Como su hermano, Tracy murió de una convulsión.
En su funeral, en los parlantes de una recepción tranquila sonaron fuertes “Deep in the Woods”, de The Birthday Party, y “Somewhere”, de Tom Waits (el tema preferido de Tracy). En la tarjeta fúnebre, junto a un retrato de un Tracy sonriente, había un poema de Friedrich Hölderlin que decía: “Oh, quietud del mundo de las sombras, aun si caigo sin mi música; estaré satisfecho; habré vivido una vez, como los dioses; y más no necesito”.
Unos días antes de la muerte de Tracy, Nick Cave lanzó Your Funeral… My Trial. El año siguiente escribiría And the Ass Saw the Angel, una novela de gótico sureño cargada de misterio, dolor y locura. Cave dice: “Era un hombre aquejado por problemas, extraordinariamente complejo, solo Dios sabe lo que pasaba con todos los excesos de Tracy. Lo amaba mucho. Lo extraño mucho. ¡Extraño el caos y la furia!”.