Rob Sheffield homenajea a Ronnie Spector, un milagro del Harlem Latino que se chocó con el mundo y lo cambió para siempre
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Brindo por Ronnie Spector, el grito más ruidoso del siglo XX, la reina de las muñecas de Nueva York, diosa del rock & roll por excelencia. Se abrió camino hacia la historia con el hit de 1963 de The Ronettes, “Be My Baby”, mostrando el poder rimbombante de su voz joven y cruda, toda pasión descarada y orgullo callejero. Hizo una promesa audaz en la letra de su primer hit: “Se van a dar vuelta para mirarnos en todos los lugares a los que vayamos”. Y estuvo a la altura de esa promesa toda su vida. Ronnie Spector fue un milagro del Harlem Latino que se chocó con el mundo y lo cambió para siempre. Su voz vive en el alma de cualquiera que la haya escuchado. Por eso la noticia de su muerte, a los 78 años, nos llena de dolor.
“Be My Baby” fue el hit que sacó a tres adolescentes de las calles y las convirtió en leyendas, todo maquillaje glamoroso y peinados de colmena en peligro de incendio, con el deseo insaciable en la voz de Ronnie. Esa canción aún puede transformar a cualquiera que la escuche, tal como la transformó a ella. Como dijo hace un par de años, “escucharla le hace algo a mi cuerpo”. Su cabellera era más voluminosa, más rebelde y más aterradora que los cuatro Shangri-La juntos más la baterista de The Honeycombs, Honey Lantree. Cuando Madonna explotó en 1985, proclamó: “Me gustaría verme como Ronnie Spector: sexy, sedienta y totalmente callejera”.
En 2016, David Browne de Rolling Stone le preguntó a Ronnie si tenía una lista de deseos. Ella contestó: “Ya la cumplí. Ahora tengo una lista de ‘a la mierda con esto’”. Ronnie siempre tuvo ese gruñido, “a la mierda”, incorporado en su voz, incluso cuando era ingenua, por ejemplo en una canción poco conocida como “You Came, You Saw, You Conquered”, se escucha “fuck it”, con el aplomo de una punk callejera metida en un romance adolescente. ¿A ver quién suena más duro que ella?
Spector necesitaba esa dureza. Cuando se casó con su productor, Phil Spector, pensó que sus sueños se estaban haciendo realidad. Como escribió en su excelente libro de memorias de 1990, Be My Baby, “Él era el único chico que conocí que podía convencerme de tener un orgasmo”. Pero Spector la tuvo encerrada en su mansión, detrás de guardias de seguridad y alambre de púas. Ronnie pudo escaparse finalmente en 1974, con su carrera ya arruinada, pero logró abrirse camino hacia la redención musical que se merecía.
Muchos artistas han construido sus leyendas en torno a la adoración de Ronnie Spector, o simplemente tratando de estar a la altura de su espíritu. El primero, obviamente, fue Phil Spector, que se lució más que en ningún otra cosa produciendo a The Ronettes. Simplificando un poco, Los Beatles y los Rolling Stones básicamente conquistaron Estados Unidos solo como una excusa para conocer a Ronnie personalmente. The New York Dolls inventaron el punk tratando de imitarla. Y después están Bruce Springsteen y David Bowie. (¿Deberíamos mencionar a Eddie Money? Sí, deberíamos).
El himno glamoroso de Elton John, “Bennie and the Jets”, es la carta de un fan a Ronnie Spector, o al menos yo siempre lo he escuchado así. Las chicas de la canción son Candy, Ronnie y Bennie, una broma interna ya que Bennett era su nombre de nacimiento. Bob Seger le dijo a Andy Greene de Rolling Stone que “Be My Baby” fue la canción que inspiró “Night Moves”: es la canción que canta solo en la oscuridad cuando “tararea una canción de 1962″. (La canción salió en 1963, pero nunca discutas con Bob Seger).
Brian Wilson me contó una vez cómo la voz de Ronnie cambió su vida, en una entrevista telefónica que le hice en 1999. Le pregunté de dónde venía “Good Vibrations”. Me dijo: “De Dios y de Phil Spector. Dios, Phil Spector y the Beach Boys, todos juntos”. Era media tarde, y naturalmente Brian estaba viendo The People’s Court en la TV. Pero cuando comenzó a hablar sobre “Be My Baby” le bajó el volumen al televisor. La primera vez que escuchó esa canción estaba en el auto, me dijo, y tuvo que estacionar para ponerse a llorar. “Good Vibrations” fue apenas un homenaje, un eco. “Fue como escuchar ‘Be My Baby’ por primera vez”, me dijo. “Sabía que Dios estaba con nosotros cuando la estábamos haciendo. No es ‘Be My Baby’, pero es un buen tema”.
Ronnie creció en Harlem, rodeada de una gran familia birracial pero, con su herencia afroamericana y cherokee, siempre se sintió una extraña. Formó un grupo con su hermana y su prima para cantar en matinées y bar mitzvahs. Pero todo cambió cuando conoció a Phil Spector, quien volcó todo su genio en “Be My Baby”. Ensayó su voz en el baño de damas del aeropuerto LaGuardia, luego voló por todo el país cantándola para Phil, con la esperanza de sonar “como una niña Elvis”. Ronnie redefinió el rock con “Be My Baby” (y redefinió el roll con “Walking in the Rain”, la melancólica balada donde añora al chico de sus sueños). Phil puso una tormenta eléctrica real en la grabación. Todavía no puedo decidir qué hit de The Ronettes me gusta más, después de toda una vida escuchándolas.
Pero su matrimonio se convirtió en una pesadilla, ya que su esposo se negó a dejarla salir de la casa. Y se complacía obligándola a mirar a El ciudadano una y otra vez. (La primera vez que Ronnie se atrevió a decirle que no fue cuando se negó a volver a ver por enésima vez la película de Orson Welles). Phil Spector enterró la carrera de The Ronettes, prohibiéndole a Ronnie acercarse al escenario o al estudio de grabación. Ni siquiera dejó que salieran algunos de su mejores trabajos, como la desgarradora balada de 1966 “I Wish I Never Saw the Sunshine”.
“Be My Baby”, por eso, fue la canción de su gran momento y también la de su matrimonio pesadillesco y su divorcio. En los años ochenta, su compañía discográfica la había abandonado, no conseguía ni una fecha para cantar y ya daba por hecho que el negocio de ser Ronnie Spector se había acabado. Pero una noche, estaba en la cocina cuando recibió una llamada telefónica, era un tal Eddie Money, que le preguntó: “¿Qué estás haciendo en este momento?” Ella le dijo: “Lavando los platos”. Él contestó: “Ok, ¿cuándo empezamos?”
Eddie era un músico de rock y quería que Ronnie cantara en su nuevo single, “Take Me Home Tonight”, que se convirtió en uno de los hits inmortales de los años ochenta. Sonaba extraño en la radio en ese momento y todavía suena extraño: es que no se puede explicar quién es Ronnie. “Así cantaba Ronnie”, dice Eddie, y ahí es cuando Ronnie interviene para pronunciar las cuatro palabras mágicas: “Be my little baby”. Eso es todo. Es como si el tipo más común del mundo fuera tocado por una diosa, que con su voz lo levanta del suelo y lo convierte en una estrella. “Take Me Home Tonight” nunca más se fue de la radio, lo mismo que “Be My Baby”.
La voz de Ronnie Spector está en todas partes. Está en la apertura del clásico debut de Jesus and Mary Chain, Psychocandy, con la introducción de batería de “Be My Baby” (“Just Like Honey”). La banda hair-metal de Los Ángeles Poison abre su disco debut con el mismo ritmo, como si el glam metal de Sunset Strip y la obsesión con Escocia fueran solo formas diferentes de canalizar a Ronnie Spector. Martin Scorsese usó “Be My Baby” para abrir su primera gran película, Calles salvajes, el momento cinematográfico de rock & roll más genial de todos los tiempos. Es el mismo ritmo que comienza Dirty Dancing y termina Perdidos en Tokio. Es Hal Blaine quien toca la batería, pero es Ronnie la que le da alas: donde sea que escuches ese ritmo, la estás escuchando a ella.
Otro de sus fans, Joey Ramone, produjo She Talks to Rainbows, un EP celestial, el gran regreso con el que Ronnie había fantaseado durante décadas. Cuando canta “You Can’t Put Your Arms Around a Memory”, de Johnny Thunder, se la apropia para siempre. Después de ese disco, Ronnie no volvió a irse del juego nunca más. Su excelente English Heart de 2016 es un conjunto de canciones estilo British Invasion, con una de las mejores versiones de todos los tiempos de “I’d Much Rather Be With the Girls” de Rolling Stones. Estuvo bien porque el mismo Mick Jagger hizo muchas imitaciones de Ronnie en sus primeros días (¿no escuchás a Ronnie en el primer hit estadounidense de los Stones, “Tell Me”?)
Los Beatles siempre la idolatraron, también. Cuando llegaron a Estados Unidos en 1964, John Lennon pasó su primera noche en Nueva York en su habitación de hotel llamando a los DJ de la radio y pidiéndoles que pusieran The Ronettes. Ronnie llevó a los 4 Fab a Harlem, a comer costillas a la parrilla. (“Nadie los molestó porque pensaron que eran un grupete de idiotas españoles”.) Después, Ronnie y su hermana fueron a tomar un par de tragos con John y George, y John le susurró: “Ronnie, cantame ‘Be My Baby’ al oído”. “It Won’t Be Long” es su tributo más explícito a The Ronettes.
Más tarde, George escribió un single para ella, “Try Some Buy Some”, con el lado B “Tandoori Chicken”. Ronnie le dijo: “George, no entiendo ni una palabra de la letra”. Él le contestó: “No hay problema, yo tampoco.” Pero el single fracasó. En su libro, Ronnie saca chispas sobre el asunto “Mi esposo había producido ‘My Sweet Lord’ para George Harrison e ‘Instant Karma’ para John Lennon, pero cuando llegó el momento de grabarme, ¿qué eligió George? ¡Una canción sobre el pollo indio!”
The Ronettes finalmente ingresaron al Salón de la Fama del Rock & Roll en 2007, y Ronnie tuvo una fiesta de celebración en Nueva York. A las 2 A.M., todavía no había aparecido. La gente ya comenzaba a buscar los abrigos para irse. Yo estaba con los Yeah Yeah Yeahs, los punks de Nueva York que perfeccionaron su estética glam-trash punk, y no nos pensábamos ir. (Si estás en un lugar y existe la mínima chance de que llegue Ronnie Spector, ¿te irías?) A las 4, no quedaba casi nadie aparte de nosotros. Y entonces apareció Ronnie, fue la dueña de nuestros corazones un par de minutos y se volvió a ir, como sorprendida de que nos hubiera sorprendido con su repentina llegada.
Ronnie siguió haciendo música hasta el final, con su manager y esposo de 38 años, Jonathan Greenfield. Vivía en los suburbios de Connecticut, cerca de su viejo amigo Keith Richards; les encantaba pasar el rato en el piano y cantar juntos. Estaba agradecida de haber vivido lo suficiente para ver la era #MeToo. Como le dijo a Jenn Pelly de The Guardian, “Cuando estaba haciendo mis discos más exitososos, mi ex marido siempre era ‘el genio’ y yo pensaba: ‘Bueno, ¿y yo quién soy?’ Estoy tan contenta de estar todavía viva para ver a las mujeres salir y decir: ‘Podés ser fabulosa como yo, sos capaz de hacer lo que quieras’”. Su voz todavía tiene el poder de hacer que cualquiera sienta esa fuerza.
Descansa en “Be My Baby”, Ronnie Spector.