En una de las dos notas de tapa del especial de este mes en Rolling Stone, Lorde se encuentra con Byrne, uno de sus primeros ídolos musicales
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Desde el momento en que se saludan, solo hacen falta unos minutos para que Lorde y David Byrne sincronicen completamente. La estrella de 24 años y el prócer del pop, de 69, están en la terraza de un estudio fotográfico en Greenpoint, Brooklyn. Es una tarde de domingo con viento. Ambos visten de negro, elegantes y discretos: Byrne lleva un buzo de cuello alto de Hermès; Lorde deslumbra, majestuosamente informal, con un saco holgado de Saint Laurent. Descalzos, comienzan las fotos. Primero parados uno al lado del otro, con una expresión estoica. De pronto, Byrne empieza a balancearse suavemente al ritmo del reggae que sale de un parlante cercano. No pasa mucho antes de que estén haciendo muecas, poses y bailecitos juntos.
“¡Estoy cumpliendo uno de mis sueños!”, confiesa Lorde al bajar las escaleras para empezar la entrevista. Trajo en el teléfono un montón de preguntas que escribió para Byrne, cuya música le resultó fundamental durante su juventud en Nueva Zelanda. La perspectiva radicalmente independiente que la convirtió en un fenómeno inesperado en 2013 con “Royals” sigue siendo fuerte en Solar Power, el disco que lanzó hace unos meses, después de una pausa de cuatro años que aprovechó para viajar a la Antártida y volver a ponerse en contacto con el poder de la naturaleza. En este momento, Lorde está ansiosa por conocer en profundidad a uno de sus primeros héroes musicales.
Byrne también ha estado pensando en su pasado: American Utopia, el show que recorre su cancionero desde Talking Heads en adelante, está de regreso en Broadway, después de bajar de cartel durante la pandemia (y de convertirse en un musical de Spike Lee). Byrne también está ansioso por conocer a Lorde y llegó preparado: vino desde su casa en Manhattan en una elegante bicicleta eléctrica gris azul (con casco engamado), con un email impreso y algunas ideas en un anotador de tapa dura que lleva en mano mientras se presenta alegremente a todos en el set.
“Estuve pensando mucho en vos”, le dice Lorde cuando se sientan a hablar. “Ni siquiera sé por dónde empezar, David. Tantas cosas para preguntarte”. Byrne sonríe cortésmente. “Gracias”, le responde. Y así empiezan.
LORDE: ¿Sos introvertido? ¿Tenés que irte a descansar un rato después de una situación como esta, o al revés, trabajar con gente te carga de energía?
BYRNE: No soy tan introvertido como antes.
LORDE: ¿Lograste superarlo?
BYRNE: Sí. Como habrás visto, me gusta saludar a la gente. Algunos amigos me dicen: “¿Podés dejar de saludar a todos? No te conocen”.
LORDE: No, es genial saludar.
BYRNE: Me encanta conversar con la persona que te atiende en la caja del supermercado. Si puedo decir algo gracioso y hacerla reír, pienso que hice algo bueno en el día. Pero algunas cosas de ser introvertido las mantengo. Cero problema si tengo que pasar tiempo solo. A veces tengo conversaciones conmigo mismo. Y no son conversaciones locas, nada más cosas de todos los días.
LORDE: ¿En voz alta?
BYRNE: A veces. Soy feliz trabajando solo, ya sea en una canción o en otra cosa. Recuerdo, y esto fue antes de la pandemia, cómo me gustaba ir a un restaurante solo y quedarme leyendo en la barra.
LORDE: A mí también. Y a la gente que trabaja en el restaurante también suele gustarle. Les gusta la gente que come sola, creo que somos menos irritantes.
BYRNE: Podría ser eso.
LORDE: Algo que necesito saber, pero solo para satisfacer mi propia curiosidad: la primera vez que supe de tu trabajo fue gracias a mi mama. Creo que reaccionó a algo que yo estaba viendo o escuchando y que no le gustó nada y me dijo “dejame mostrarte esto”. Y me puso “Take Me to the River”, nunca había visto algo así en mi vida. La escuché una y otra vez y, ya sé que esta es una pregunta muy de nuestro gremio y pido perdón, pero noté que no parpadeaste ni una vez. ¿Qué es eso, algo de showman puro?
BYRNE: Sí, es inhumano. Ni un parpadeo. Creo que en ese momento debí haber estado muy nervioso, aterrorizado. Imagino que mis movimientos probablemente fueron algo crispados. Pero estuvo bien. Así soy yo. No tengo nada de qué avergonzarme. Es lo que hago.
LORDE: Bueno, a mí me encantó. Si es un talento de showman, es de lo más genial.
BYRNE: Escuché cosas tuyas, hace tiempo. Algo que me llamó la atención fue lo mínimo que era todo. Pasaban muchas cosas en las voces, armonizaciones, etc., pero instrumentalmente, todo simplificado, justo lo que necesitás en cuanto a ritmos y teclados, y nada más. Eso me pegó fuerte. Pensé: “Podría aprender algo de esto”.
LORDE: Es muy amable de tu parte. Siento que me voy poniendo más maximalista a medida que me convierto en mejor productora.
BYRNE: ¿Hubo algún rechazo al principio? Algo tipo: “Tenés que agregarle esto y lo otro a esta canción”.
LORDE: Es gracioso que lo preguntes. Cuando subí “Royals” a mi SoundCloud rápidamente apareció un sello de Estados Unidos y me dijeron: “Para la versión real, es posible que tengas que ponerle más cosas”. ¡Pero cómo, esta es la versión real!
BYRNE: Y sentiste, rotundamente, que la canción era como quería ser.
LORDE: Sí. Hay una cita de Ira Glass que siempre me ha gustado; se refiere a ser joven: tenés gusto, pero no tenés destreza. Y hacés cosas sabiendo que no te salen bien, pero tu gusto está intacto. Y eso, a la larga, te lleva por el buen camino. Yo realmente no puedo tocar nada, no soy buena música, pero siempre tuve buen oído.
BYRNE: Tengo una pregunta para hacerte. Me dan envidia los compositores que pueden mencionar cosas específicas en una canción. En tu nuevo álbum, en “California”, mencionás el Laurel Canyon Country Store. Viví allí a mediados de los ochenta. Sé de qué se trata. Es donde uno va a comprar comida o pizza…
LORDE: Buena pizza.
BYRNE: Sí. Entonces, la canción te pinta un cuadro completo. Pero cuando intento hacer algo parecido, me resulta muy difícil. Tiendo a escribir generalidades.
LORDE: Diría que sí, que en tu trabajo eso se ve. Yo utilizo mucho la especificidad porque me gusta tratar mi trabajo como un pequeño mapa que es solo para mí. Poner cosas que realmente solo tienen significado para mí. Siento que así es como una carpeta donde vas juntando recortes de cosas.
BYRNE: ¿Era una canción acerca de despedirse de ese lugar?
LORDE: Sí. No era para mí, fue donde me quedé primero cuando vine a Estados Unidos. Pero el lugar me tragó.
BYRNE: Recuerdo esa sensación de que el lugar te trague, sí, pero también algunos momentos buenos en Los Ángeles. Te levantás por la mañana y salís, el cielo está despejado, tomás un café en la calle, y pensás: “No está mal”.
LORDE: Es momento de hacer una confesión. No vi American Utopia, a propósito, porque me parece muy importante ver el show en persona. Pero ahí combinás canciones de diferentes discos, de una manera que funciona bien. ¿Te resultó fácil hacerlo?
BYRNE: No me molestó. Aprendí por las malas que tenés que tocar algunos hits para el público.
LORDE: ¿Solías no hacerlo?
BYRNE: Solo en una gira [en 1989]. Comencé a trabajar con una banda latina, muy grande, y había algunas canciones de antes que podía tocar, pero muchas otras no encajaban, así que hacía un 80 por ciento de cosas nuevas, que el público nunca había escuchado. Es algo de nuestro negocio que siempre me desconcierta. No es como en el cine, nadie espera que un actor repita una escena en la próxima película. “Esa parte de la anterior nos había gustado mucho, ¿podrías hacerla de nuevo, por favor?”.
LORDE: Suena gracioso dicho así.
BYRNE: Pero también es cierto que la música tiene algo diferente. La música es “repetible” de alguna forma, una canción puede conmover a alguien una y otra vez.
LORDE: Quería preguntarte sobre la relación entre claridad y misterio en tu obra. De adolescente, era amiga de chicos sofisticados, que terminaron estudiando arte, que realmente tenían su gusto y querían que me gustara lo mismo que a ellos. Lo intentaba, pero no podía superar la complejidad. Más tarde me di cuenta de que no era mi error ni el de nadie. Me esforzaba tanto, me rompía el cerebro. Pero tu trabajo, en cambio, tenía a la vez el misterio que amo y la claridad que necesito. ¿Te inclinás por uno u otro?
BYRNE: Diría que por defecto me inclino a utilizar letras más ambiguas y abstractas. Me encantan las canciones que son todas preguntas, por ejemplo, aunque no escribí muchas.
LORDE: Me encantan las canciones con preguntas.
BYRNE: Leí algo así el otro día: “¿Es este mi verdadero yo? ¿O estoy representando un papel? Y si estoy representando un papel, ¿vos también estás representando un papel? ¿Y qué pasa si vos hacés mi papel y yo hago el tuyo…?”. Y así, una retahíla de preguntas que se van poniendo más locas.
LORDE: Es genial. También sos muy bueno para lograr lo que para mí debe ser una melodía pop. ¿Siempre te atrajo eso, es algo a lo que te fue fácil acceder como compositor?
BYRNE: Siempre me atrajo. Nunca le tuve miedo al pop ni a ser accesible. Pero, al principio, no creo que haya sido capaz de lograrlo...
LORDE: Diría que sí eras muy capaz.
BYRNE: Bueno, gracias. Cuando escucho cosas mías de antes, suena todo un poco desesperado, como tratando de llegarle al público, lo que también es algo bueno. Recuerdo que compraba, como mucha gente probablemente, cancioneros de diferentes artistas, simplemente para aprenderme las canciones. A veces eran cosas que realmente no me importaban tanto, pero pensaba: “Veamos cómo está hecho esto”. Entonces, me aprendía las canciones y las cantaba, solo para mí. Y así descubría cosas, “mirá”, pensaba, “se puede pasar de este acorde a este otro y así generar este tipo de tono emocional. Tengo que recordar esto”.
LORDE: Esa es tu otra parte, la que va por ahí saludando a la gente.
BYRNE: Sí. Aprendí que no tiene nada de malo que una canción suene hermosa. Uno puede decir algo profundo, radical incluso, pero la melodía puede sonar hermosa y seductora en la superficie, y sumergirte en algo que podría cambiar tu forma de pensar.
LORDE: Entonces, ¿hubo un momento en que no querías que las canciones sonaran hermosas?
BYRNE: Sí, hubo un momento en el que pensaba que tenían que sonar a inestabilidad nerviosa. Quizás tenía miedo de que, si las cosas sonaban demasiado hermosas o bonitas, entonces serían superficiales. Como una tarjeta de feliz cumpleaños. No se puede decir nada serio en ese registro. Pero escuché a otros músicos que comunicaban cosas profundas y, sin embargo, las canciones eran agradables y fáciles de escuchar. Y pensé: “OK, se puede”.
LORDE: Creo que la belleza es un principio importante en tu trabajo, sin dudas.
BYRNE: Gracias. En “The Man with the Axe”, mencionás “cientos de vestidos”. ¿De qué se trata?
LORDE: Bueno, en mi casa éramos cuatro hermanos y cuando era chica tenía muchas cosas que habían sido de mi hermana mayor, mis padres no eran de darme dinero o todos los gustos. Pero a los 16 tuve mi primera tarjeta de crédito y fue como, jejeje, acá estoy. En esa canción, lo siguiente es “Tengo una garganta que se llena de pánico”, porque me da pánico escénico fuerte.
BYRNE: ¿Qué hacés con el pánico escénico?
LORDE: No tengo una respuesta. Es un problema que trato de superar. Trato de escribir. Me preparo pequeñas notas para cuando esté en el escenario, para poder leer algo que mi yo del pasado le quiera decir al del futuro. Es una verdadera lucha.
BYRNE: Cuando era joven, sufría mucho de sentir incomodidad social. Y cuando salía al escenario, la única que me quedaba era hacer alguna payasada o dar una especie de discurso y después encerrarme de vuelta en mí mismo.
LORDE: ¿Y ahora?
BYRNE: Hay un poco de eso, pero ya no es lo mismo.
LORDE: ¿Ya no pensás “tal vez pueda salir por esa puerta y correr a la calle y escapar de este lugar”? A mí se me ocurre de vez en cuando. “Tal vez el coche pueda dar la vuelta a la manzana durante cuatro horas y así me pierdo de dar el recital”.
BYRNE: No lo he pensado últimamente.
LORDE: Es difícil saber si la pandemia ha empeorado o mejorado mi pánico escénico, porque no tuve la oportunidad de probarlo. Creo que este álbum es un poco más tranquilo y tal vez eso ayude. ¿Tenés alguna pequeña cosa que hagas antes de salir al escenario o alguna forma de aclimatarte?
BYRNE: No tengo muchos rituales. Me mantengo ocupado. Preparo un té de jengibre. Pelo el jengibre, lo corto en rebanadas, lo pongo en un termo, pongo agua hirviendo con un poco de limón o cualquier otra cosa, y eso me mantiene ocupado unos buenos 15, 20 minutos. Mantiene mi mente un poco lejos de lo que estoy a punto de hacer.
LORDE: Me gusta eso, está bien. Yo hago rompecabezas durante las giras. A menudo estoy probando una pieza justo cuando es momento de salir, lo que tal vez no ayude con el pánico escénico. Demasiado cambio de humor en muy poco tiempo. Todavía estoy pensando en el rompecabezas cuando ya estoy en la primera canción.
BYRNE: Durante la pandemia comencé a hacer dibujos, eso podría haber sido una especie de terapia. Y cociné mucho.
LORDE: Esa era otra pregunta que te quería hacer. ¿De verdad te gusta la comida? ¿O cocinar?
BYRNE: Realmente disfruto cuando cocino. Creo que es una forma de arte completamente subestimada.
LORDE: Estoy totalmente de acuerdo.
BYRNE: Una vez que te aprendés las recetas, cómo cocinar, podés comenzar a improvisar. Podés aprender a sustituir una cosa amarga por otra y cambiar un poco el sabor. Es como la música. Sabés que necesitás algo, pero ¿qué es? Después podés ofrecérselo a tus amigos y decir: “¿Qué pensás?”. Salvo durante la pandemia, obvio. Yo terminé con un montón de comida congelada en el freezer.
LORDE: Yo también cocino mucho. No soy una cocinera de recetas, pero me pongo y hago lo que tengo ganas. Especialmente salsas condimentadas.
BYRNE: ¿Chutney y cosas así?
LORDE: Sí, como un chutney de mermelada con algo sabroso, no sé.
BYRNE: Suena bien para invitar amigos.
LORDE: Bueno, tengo otra pregunta que podría ser, no sé, un poco obvia. ¿Hay algo que, mirando atrás, hayas sacado en limpio, algo que puedas enseñar?
BYRNE: Es una pregunta realmente difícil.
LORDE: Puede que no haya respuesta.
BYRNE: A veces pienso que tengo algo de sabiduría que debería compartir. “Necesitás saber esto”, algo así. Pero también pienso, ¿quién soy para enseñarles cosas a los demás? Así que, en general, me abstengo de impartir enseñanzas. ¿Quién es uno para creer que sabe más que otra persona? Es mejor que cada uno haga sus descubrimientos por sí mismo en lugar de que venga alguien a decirte lo que sabe.
LORDE: Otra cosa que me da curiosidad: pienso en vos como alguien realmente conectado a la cultura en general y a los temas sociales. Quería saber si eso te gusta o si sentís que sacás algo de ahí, de alguna manera.
BYRNE: No uso redes sociales. Tengo un equipo de trabajo muy chico y le dije: “Vamos a publicar un par de fotos mías y a dejarlo ahí”. Pero no reviso, no veo qué ponen los demás.
LORDE: Yo tampoco.
BYRNE: Cuando aparecieron las redes sociales, pensé: “Tengo suficientes cosas para hacer, en vez de estar alimentando esto”. Estaba más preocupado por mi flujo de trabajo interno que por las reacciones en las redes. ¿Y vos? ¿Cómo te informás?
LORDE: Leo diarios en mi teléfono. Así descubro cosas nuevas. Más que si estuviera en Twitter. Me pierdo un montón de cosas, ya sé. Tuve que acostumbrarme, porque de adolescente me sabía todo de cada pequeño subgénero y escena under. Renunciar a eso fue difícil.
BYRNE: Soy consciente de que pasan cosas, marchas de protesta y cosas por el estilo. Cuando me entero de alguna, por un amigo, le pregunto: “¿Cómo te enteraste?”. “En las redes sociales”, me contesta. Eso es algo que me falta.
LORDE: Sí, me pasa lo mismo. Es complicado.
BYRNE: Me levanto a la mañana, me siento con mi pomelo y mi café, y leo al menos dos diarios. A esa hora, soy una especie de adicto a las noticias.
LORDE: Me gusta el pomelo. ¿Tenés la cucharita con el borde filoso para comerlo?
BYRNE: Se está poniendo muy personal esta charla. Lo pelo con mis propias manos. Le saco toda la cáscara y lo abro en dos.
LORDE: Qué locura, David. Nunca pelé un pomelo así.
BYRNE: No es tan difícil.
LORDE: Gente, lo escucharon acá primero.
Este artículo fue publicado originalmente en Rolling Stone Estados Unidos