La gran cantante habla del precio de la fama, su relación con Mick Jagger y la sabiduría que llega con la edad
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El año pasado sobreviviste a una larga lucha con el Covid-19. ¿Cómo te sentís?
Es terrible. Tuve un Covid largo, uno en el que te mejorás del virus pero te quedan síntomas residuales. Aparentemente, ahora se cree que se lo puede superar, que no es para siempre. Eso es algo bueno.
En tu disco nuevo recitás poemas de Keats, Shelley, Wordsworth y otros. ¿Qué hace que un poema sea bueno?
Hay algunos aspectos técnicos que disfruto mucho, como la aliteración y la rima. Creo que los poemas buenos tienen ritmo. Como la música, la elección de palabras es muy importante. Un buen poema es algo muy grande.
Te hiciste famosa siendo adolescente. ¿Qué es lo mejor y lo peor del éxito?
Lo mejor es que algunas personas empiezan a apreciar tu trabajo. Lo peor es la fama, ¿no? La fama es horrible. La gente muy, muy famosa, esa que muchos adoran, se muere, como la princesa Diana. Es un ejemplo extremo de lo que puede hacer la fama. Y hay algo horrible, que es lo que estuve viendo de la pobre Britney Spears. Dios. Por suerte nunca fui tan famosa ni tan grande, y tampoco tan rica. De cualquier modo, mi fama solo duró un tiempo. El resto fue puro trabajo duro.
En tu libro de memorias escribiste que la ley del pop es que tenés que entregarte para recibir algo. ¿Hubo alguna excepción?
Muy pocos hicieron mucho dinero y no les robaron todo. Hasta los Beatles y los Stones tuvieron momentos en que los estafaron. Pero no pensemos en eso, por Dios.
Hace décadas lograste superar tu adicción a la heroína. ¿Qué aprendiste de esa época en tu vida?
Ojalá nunca hubiera tocado ninguna de esas cosas, ni cigarrillos ni alcohol, nada. Estaría mucho mejor hoy.
Grabaste tres veces tu primer éxito “As Tears Go By”. Primero a los 17, después a los 40 y a los 71. ¿Cuál es la mejor edad para cantar esa canción?
Me gustó mucho la última, la que hice en Negative Capability [de 2018]. Me llevó un tiempo largo. La primera me pareció demasiado alegre, relajada y popera. Y la segunda demasiado triste. La tercera es la más balanceada.
Es interesante que una canción que cantaste de adolescente se haya puesto más significativa con el tiempo.
Cuando una crece, sí, pasa eso. Fue raro que me dieran esa canción a los 17. Tanto Mick [Jagger] como Keith [Richards] tenían 21 o 22 cuando la compusieron.
¿Salir con Mick en esa época te hizo una mujer más fuerte?
No lo creo. Casi me destruye. Aunque fue increíble, fueron solo cuatro años. Fue una época maravillosa y él era genial, pero no encajaba en esa vida ni en lo que él buscaba en una mujer. Eso es todo.
¿Qué aprendiste de Andrew Oldham, el manager de los Stones?
Oh, Dios, muy poco. Obviamente me dio algo, supongo, gracias a él conocí a Mick y Keith.
Escribiste que él tergiversó tu personaje y te transformó en una niña aristocrática, que no era para nada la realidad.
Oh, sí. Para él era el “ángel de tetas grandes”. Gracias, man.
¿Qué te parece que las generaciones más jóvenes pueden tomar de tu generación?
Ser amable con una misma y tener compasión por una y por los demás. No te juzgues demasiado. Si podés, viví en el momento. Eso hice. Es cada vez más difícil, claro, cuando envejecés. Pero lo sigo intentando.