La banda presentará su último álbum, Sancocho Stereo, el viernes 10 de diciembre en el teatro Gran Rex. Antes del show, Maxi Prietto y Martín Ferbat hablan de la influencia de Dylan y de su relación con Gustavo Santaolalla
- 10 minutos de lectura'
Presente en varios puntos de Centroamérica y el Caribe hispanoparlante, el sancocho es un plato típico que atraviesa la región, una suerte de guiso cuya receta varía como también cambia la flora de un país a otro. Aunque los ingredientes de su preparación dependan de dónde es que se lo elabora, hay en su propuesta un aura unificador de la región, una suerte de molde maestro capaz de trazar puntos de contacto entre la cocina popular de Colombia, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela o Panamá. Tiene sentido que Los Espíritus haya decidido rendirle homenaje en el nombre de su último disco, Sancocho Stereo. Por un lado, porque el álbum es una suerte de estofado cuyos ingredientes principales son unos EP que la banda publicó entre 2020 y 2021. Pero además hay un carácter simbólico más fuerte: en su conjunto, el álbum es su proyecto más latinoamericanista, capaz de dialogar con las cumbias psicodélicas del Perú, el caos vehicular de Bogotá o el son afrocubano.
Esa mezcla de texturas y sabores de Sancocho Stereo es también la que justifica que su presentación formal sea sobre el escenario del Gran Rex, que se traduce no solo a cuestiones técnicas para la banda, sino también que condiciona la actitud del público. “El Rex está buenísimo por las luces, el sonido, es un teatro espectacular. Vimos ahí un montón de recitales de rock como puede ser Lou Reed, Bob Dylan y la reunión de Los Gatos...lo ves desde otra situación que no es la del bar, una calidad más alta de sonido y de apuesta”, dicen Maxi Prietto y el bajista Martín Ferbat sobre el desembarco de la banda en la avenida Corrientes. De todos modos, prefieren no condicionar a cómo el público recibirá la nueva locación: “Es una lista parecida a la que estamos haciendo en esta última gira, con el plus de que tiene un montón de invitados, y la gente muchas veces termina de pie y bailando. Nosotros vamos a tocar y no nos hacemos responsables de cómo termine la cosa”.
El motivo de este desembarco en el Rex es particular, porque es la finalización de un proceso que empezó con los EP el año pasado. ¿Desde el primer momento estaba pensado en que devenía en un disco?
Prietto: No, para nada. Arrancó con el primer capítulo que se llamó Canciones por correo, que lo hicimos un poco así a modo de chiste. Nos mandábamos las pistas en una primera instancia de la cuarentena, donde subir material era compartir algo que la gente apreciaba porque era una situación hostil para todos estar encerrados, era un gesto lindo. Después se dio la primera apertura, ahí grabamos “Buscando la luz” en primera toma, y después Melingo le agregó voces y toda la historia. Cuando ya tuvimos nuestro estudio a disposición, los siguientes capítulos fueron teniendo más producción, y siempre la impronta era la de seguir girando en el contexto que no se podía girar. La onda era invitar gente de distintos puntos que conocimos en las giras, entonces llegaban audios de WhatsApp desde México o Colombia, gente que conocimos en los viajes y esos audios los usamos como sampleos en las canciones. Empezamos a meter todo eso para que tuviera toda esa atmósfera de gira latina.
De ahí que sea el disco “latino” de Los Espíritus...
Prietto: Creo que eso se condensó bastante bien en Caldero, el disco anterior, y este es como una continuación un poco de eso, pero es más variado en ritmos, porque también teníamos un montón de sesiones. Nosotros muchas veces íbamos a girar, reservábamos un estudio e íbamos a grabar. Habíamos ido a Bogotá e hicimos unos temas con Mario Kaona, que es un percusionista de allá. Hicimos “Destino”, que se había usado en Caldero, y “Un limón” vino a parar acá, pero algunas grabaciones ya estaban ahí. “La Antillana” era una zapada con Bombino, que la seguimos trabajando y después la agarró el Scientist y le hizo toda una mezcla dub, hay un poco de todo. Es un disco que tiene algo que queremos hacer hace tiempo, que es que el sonido vaya variando, pero es muy difícil hacerlo a propósito, porque cuando vos vas a un estudio te asegurás que todo suene de una manera uniforme. Acá se armó todo este guiso que era lo que teníamos ganas de hacer hace rato, que fuera como un zapping. Acá se dio esta idea del programa de radio, de las narraciones, Melingo canta y recita, Enrique Symns mandó también un recitado… Hay una película que va mutando todo el tiempo y es difícil crear ese caos normalmente.
Dentro del disco hay dos covers, Jeremías Pies de Plomo, junto a Carca, y una versión en castellano de “All It’s Good”, de Bob Dylan. Vox Dei puede aparecer como una referencia más obvia, pero Dylan no tanto, mucho menos en su etapa madura más reciente.
Prietto: Cuando tocó en el Rex fuimos todos a verlo, y ese día después tocábamos en Plasma. En esa época, Migue (Mactas, guitarrista) todavía tocaba el Moog, pero vimos ese show y le dijimos “che, tenés que tocar la guitarra de nuevo”. Tocábamos a las 3 de la mañana, así que después pasó por su casa, agarró la guitarra y salimos a tocar ya con esta formación. Dylan nos marcó el camino, mal. Siempre valoramos de él no solo los primeros discos, que son espectaculares, sino cómo persiste en el tiempo y sigue haciendo música e historia al día de hoy. Y además está el sonido: porque vos escuchás los discos de los 60, está espectacular; el de los 70 está espectacular, escuchás el de ahora y no es que se quedó imitando algo, lo renovó y te da ganas de sonar así. Todo lo que hace va creando cosas, entonces nos parecía que estaba bueno hacer una canción, pero no las primeras canciones que hizo, sino algo actual.
En el disco también está presente Gustavo Santaolalla. ¿Cómo se dio ese vínculo?
Prietto: Nos contactó, hablamos y lo fuimos a conocer. Ahí tuvimos una charla en la que nos contaba que le encantaba el grupo y nos dijo las cosas que escuchaba en nosotros: la mezcla de guitarras western con cosas medio folclóricas, mezclado con rock psicodélico, y nos empezó a hacer un ADN de los Espíritus que nos ayudó a nosotros mismos a entender toda esa forma que se estaba dando. Quedamos en hacer algo y se demoró muchísimo, hasta que tomó forma en “Lagunas blancas”.
Ferbat: En el medio tocamos con él en Santa Fe, un festival hermoso al aire libre en Arroyo Leyes. Se subió con Javi Casalla a tocar con nosotros y la rompió toda. Tocó “El Palacio”, y ya con cómo se plantó a hacer una rítmica te transmitía todo lo que es él.
Prietto: Nos contó que había estado en Sun Records y en Folsom Prison. Había llegado hacía un par de días y viajó para tocar con nosotros en un festival súper under.
Antes mencionaste a Caldero. Ese disco fue una bisagra que obligó al grupo a rearmarse para volver a salir tras un cambio de formación. ¿Lo vivieron como un momento de incertidumbre?
Prietto: No tuvimos mucho tiempo de pensarlo porque fue “che, hay que grabar este disco”, Teníamos las canciones, y nos venía muy bien estar en actividad, poner la cabeza y la energía en eso, así que solamente nos llenamos la cabeza de grabaciones, de arreglos. Había planes de hacerlo, pero después fue evolucionando. También ahí el Pipe (Correa, baterista), además de tocar la bata era percusionista, así que inmediatamente grababa las bases con percusiones, y las pudo organizar de otra forma, entonces aparecieron chequeré, bongó, conga…
Ferbat: Todos los grupos tienen cambios. Los Rolling Stones llegaron a vivir tanto tiempo con cambios. está bien que acontezca eso. Te hace crecer.
Ese cambio de formación respondió a que dos integrantes decidieron irse después de que Maxi recibiera acusaciones de acoso. Pasado el tiempo, ¿cómo ves ese momento?
Prietto: Creo que fue un momento, una demanda. Yo entendí en ese momento que era algo político, porque me di cuenta también cómo se dividían las personas en instancias en las que normalmente... no sé, yo tuve distancias con familiares por cuestiones políticas de otro tipo, y acá sentí que pasaba algo parecido, que se lo convirtió en algo político. Un poco fue salir a dar una respuesta, pero también continuar, es complejo.
Para atravesar la situación.
Prietto: Ahora pasó el tiempo, pero siempre le metimos para adelante. Hay muchas cosas que pasan que celebramos del cambio, un montón de cosas como se miran en estos tiempos. Justo nos pasó algo que al principio te lo tomás como algo personal, pero cuando entendés que es algo político, que está pasando y es un fenómeno social, tenés que correr tu ego al costado también, bancarte la que te toca, y darte cuenta también que vos no vas a cambiar tu forma de pensar. Yo siento que nosotros acompañamos todo eso.
Hicieron un show en Malvinas y ahora apuestan por un Gran Rex en un momento en el que el rock no es un número fijo. ¿Qué vacío llena Los Espíritus?
Prietto: Capaz vos estás tan cerca del presente y lo que está pasando, que por ahí eso te da una visión que nosotros desconocemos. Yo crecí con mi vieja escuchando Pescado Rabioso al taco y algunos discos de Charly García.
Pero en algún momento, para la juventud Pescado Rabioso va a ser como Gardel
Ferbat: Noooo, para nada. Tiene otra energía, no va a quedar antiguo nunca.
Prietto: Eso que el rock está en una vereda y el trap en otra es algo que le puede simplificar las bateas a alguien. En definitiva, es algo que nace con amor, que en algún momento fue un Woodstock lleno de gente, que de repente estaba reviviendo cosas culturales que tenían que ver con la meditación y el budismo, que ya tenían miles de años. Todo eso se transforma a través de los años y sigue presente. El rock sigue transformándose en gestos: el mundo era de los adultos y los jóvenes no tenían voz. Ahora el mundo es de los jóvenes, los adultos ya están de prestado, y eso es el éxito del rock and roll. Después, si la gente quiere escuchar los discos de los 60 o música actual… A mí me parece espectacular que exista un pibe como Trueno y que los pibitos lo escuchen porque tiene un mensaje que me parece espectacular y no lo veo lejos del rock and roll. Es la misma energía que va fluyendo, y lo que hace es intentar quitar el pesar de la rutina, intentar vivir en libertad sin joder a los demás. Hay valores que siguen estando y no pondría al rock and roll en la vereda de enfrente de nada, sino al contrario.