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30. St. Vincent - Daddy’s Home
Sinuoso, inteligente y decadente, lo último de St. Vincent nos lleva de regreso a la Nueva York de Velvet Underground y The Factory, y allí nos deja deambular entre glitter y escombros. Annie Clark, el camaleón del rock & roll de nuestra generación, se adentra en la colección de discos de su padre, que pasó tiempo en prisión, para ofrecernos melodías estilo Bowie y Prince que son a la vez totalmente suyas, entretejidas con metales y coros, sin dejar de reflejar ese tono sepia de otra época de la música. El atractivo retro del disco se vuelve aún más delicioso si sabemos que Clark nos muestra esta piel solo por esta vez, lo que hace que aumente la anticipación por ver adónde la lleva el futuro.
29. Paco Amoroso - Saeta
Después de que su sociedad artística con CA7RIEL entrara en un impasse, Paco Amoroso sorprendió con Saeta, su primer disco en solitario. Con invitados como Adrián Dárgelos (“Switch”), Lara91K (“Aire”) y El Doctor (“Cerebro”), Paco abraza el costado más sensual del house sin dejar de lado su espíritu cancionero. De esta forma, alejándose de su versión más vertiginosa, en Saeta logra acercarse a matices más melódicos y se hace cargo con holgura de su papel como cantante.
28. Vicentico - El pozo brillante
En todas las canciones del primer disco de Vicentico en siete años resalta un sutil concepto sonoro, mérito compartido por el autor y el productor venezolano Héctor Castillo. La versión castellanizada de “Ain’t Got No, I Got Life” de Nina Simone (“No tengo”) tiene peso específico, tanto como “Cuando salga”, su balada de la cuarentena. Sin embargo, en cierto tipo de inspiradas experiencias combinadas de letra y música –por caso “¿Quién sabe?” y “Rima”– el álbum alcanza un brillo realmente distintivo.
27. Florencia Ruiz - Aullido
La hermosa foto de tapa de Nora Lezano expone en blanco y negro el primer indicio del misterio Florencia Ruiz. Aullido es el séptimo disco solista de la guitarrista ensoñada, pero parece un nuevo comienzo: suma otros instrumentos –melotrón, moog, metalofón y caja chayera, entre otros– y traduce en clave poética la impaciencia del grito inclusivo. Es un desahogo en soledad por una ruta acústica en donde desfilan esquemas patriarcales, violencia de género y otras urgencias del mundo desigual.
26. Iron Maiden - Senjutsu
Por mucho que los fans de Maiden deseen que la banda vuelva a poner en la pista a sus caballos de guerra, como “Run to the Hills” o “The Trooper”, estos luchadores de larga data nunca se quedaron en la cómoda. Senjutsu, su 17° álbum, es su golpe maestro más progresivo hasta el momento. Las epopeyas más largas de Senjutsu (“Hell on Earth,” “The Time Machine”) son lo mejor: el grupo se pierde en el viaje y se lleva al público con ellos, demostrando que los Maiden siguen siendo tan innovadores como legendarios.
25. Silk Sonic - An Evening with Silk Sonic
Para su debut como Silk Sonic, Bruno Mars y Anderson .Paak se acercaron al soul de los 60 con el estándar exigente y la atención al detalle de un fabricante de autos alemán obsesionado con el equipo de época (y colaborando con muchos que la vivieron, como Bootsy Collins). Dado ese nivel de presión, es notable lo suelto, funky y completamente feliz que suena An Evening with Silk Sonic. Dieciocho meses después del comienzo de una pandemia, su compromiso con el placer diseñado con precisión viene muy bien.
24. Cimafunk - El Alimento
El segundo álbum de Cimafunk cruza la tradición musical afrocubana con los maestros estadounidenses del funk, el hip-hop y el rock. El rebote elástico de “Funk Aspirin”, con George Clinton, cuenta con los ágiles juegos de palabras del rapero Lupe Fiasco, y los guiños amorosos a la percusión afrocubana abundan en “No Me Alcanza” (con las leyendas de La Habana Los Papines). Las raíces de Cimafunk actúan como un prisma que refracta la lucha y la resiliencia cubana, infatigable en todo el álbum, sobre todo en el himno “Esto es Cuba”.
23. Melanie Williams & El Cabloide - Somos 2
En su segundo disco, Melanie Williams, artista prodigio y multiinstrumentista, nos invita a un viaje musical psicodélico de 23 minutos. Tiempo suficiente para que nos perdamos en los paisajes sonoros de sus ocho canciones, con guiños a Björk –“Mikelbjork”–, funk japonés –”El japonés”– y mucha experimentación –“Denadie”–.
Somos 2 tiene pizcas de la lisergia de Pink Floyd, la onda de Anderson .Paak y la fuerza de Marilina Bertoldi. Una zapada intergaláctica que vale la pena escuchar una y otra vez.
22. Doja Cat - Planet Her
Doja Cat no es rara para llamar la atención, es rara porque es rara. Y en su tercer disco de estudio, Planet Her, celebra el mundo burlesco de lápiz labial rosa intenso en el que vive, dejando que el pop se desangre en trap, en dancehall y en ciencia ficción. Sus invitados también sacan a relucir en cada tema el freak que llevan adentro: The Weeknd lo hace en “You Right”, Young Thug en “Payday” y SZA en el extático beso de lengua de “Kiss Me More”. En cuanto a su dúo con Ariana Grande, “I Don’t Do Drugs”, muestra que divas extravagantes como ellas solo hay dos.
21. Dillom - POST MORTEM
Dillom parece tener todo tan bajo su control y sus movimientos son tan certeros que cuesta calcular cuál será su techo. POST MORTEM es la constatación que detrás de esa figura capaz de hacer de cada gesto un viral hay alguien que sabe cantar, rapear y pensar su música con una estética y personalidad definida. Retraído en “La primera” y reventado en un post reggaetón con L-Gante en “Hegemónica”, así se planta de entrada en su disco debut, que tiene hasta un feat con Mario Pergolini. Dillom: amo y señor del cualquierismo encausado.
20. Andrés Calamaro - Dios los cría
Un dream team de estrellas iberoamericanas, de Julio Iglesias a Mon Laferte hasta Alejandro Sanz y León Gieco, pasando por Lila Downs, Julieta Venegas, Fernando Cabrera y más firmas, interpreta junto a Andrés Calamaro una selección del libro de canciones calamarescas del período 1989-2013. Casi todas suenan al trotecito del bolero en su más genérica concepción. Cortan con la dulzura tropical el ejercicio de estilo tanguero que comparten Calamaro y El Niño Raphael (“Jugar con fuego”), y el galope flamenco de “Enganchate conmigo”, con Juanes. Cada una de las quince versiones –en un sentido simbólico– rinde tributo a un bendecido compositor de canciones. Ese es el objetivo (cumplido).
19. Leon Bridges - Gold-Diggers Sound
El tercer álbum de Bridges se inclinó hacia los estilos contemporáneos de R&B que comenzó a explorar en su anterior LP, Good Thing. El resultado es su colección de canciones más deliciosamente elaborada y cuidadosamente interpretada hasta la fecha, llena de riffs ágiles (“Moto”) y delicados canturreos de crooner (“Sho Nuff”) . La más sorprendente es “Why Don’t You Touch Me”, una historia devastadora sobre no sentirse querido que Bridges convierte en una meditación profunda sobre la masculinidad. J.A.B.
18. Arlo Parks - Collapsed in Sunbeams
Collapsed in Sunbeams, el brillante debut de la cantautora británica Arlo Parks, de 21 años, es una fuerza suave guiada por la intimidad de su voz y la precocidad de su genio. Parks dibuja escenas cotidianas, llenas de detalles y observaciones que pueden sorprender incluso a un oyente pasivo. En “Hurt” describe a un hombre con un “corazón tan blando que duele al latir”, y después ofrece el tipo de sabiduría tierna que se ha convertido en su marca distintiva: “Sé que no dolerá tanto, no dolerá para siempre”.
17. Nicki Nicole - Parte de mí
Parte de mí es el broche de un 2021 más que exitoso para Nicki Nicole. Su voz fluye segura a lo largo de las 16 canciones del tracklist: se divierte en el reggaetón de “Sabe”, junto a Rauw Alejandro, es delicada y nostálgica en “Pensamos”, con Mon Laferte, y, por supuesto, también se luce como rapera en “Tengo to” con Ptazeta y Snow tha Product. Con sus raíces firmes en el trap, la artista rosarina expande su paleta musical y demuestra que tiene la potencia para seguir creciendo a pasos agigantados.
16. Halsey - If I Can’t Have Love, I Want Power
Halsey hizo todo If I Can’t Have Love, I Want Power con Trent Reznor de Nine Inch Nails y Atticus Ross como productores ejecutivos y coautores, y la improbable combinación funcionó sorprendentemente bien. A pesar de que Halsey nació seis meses después del lanzamiento de The Downward Spiral, el disco es un aullido grunge en “Easier Than Lying”. Y la sensibilidad electro-rock de NIN se traduce perfectamente al dominio pop de Halsey en “Girl Is a Gun” y “I Am Not a Woman, I’m a God”.
15. Rotman - Odio
Junto a un viejo amigo, Pablo Martín (El Corte, Tom Tom Club), Sergio Rotman elaboró un plan de audio ambicioso para su segundo disco solista. Once canciones para once guitarristas distintos, todos a favor de un sentimiento incómodo y políticamente incorrecto. Odio es un obra mayor de rock argentino post-punk, una sinfonía urgente que nace en la clarividencia pop de “Diamante”, con la voz de Mimi Maura, y sigue en diez temas más para entender cómo se puede dar pelea en la era del rock en retirada.
14. Fito Páez - Los años salvajes
Prolífico y en estado de gracia creativa, Páez volvió a la carga con un nuevo álbum –a poco más de un año del premiado y elogiado La conquista del espacio–, en el que confiesa miedos, obsesiones y pasiones vividas en la pandemia. Un disco urgente, con un himno nac&pop –que da nombre al disco–, de esos en los que Páez relata su propia existencia y un puñado de canciones más despojadas que las de La conquista…, pero con la contundencia compositiva de un autor que mantiene su vitalidad.
13. normA - Cro9uis
Cro9uis es la apuesta definitiva de normA para dejar de ser una banda de culto. Con la ayuda de Sergio Rotman y Fito Páez entregaron nueve canciones oscuras que buscan la iluminación cargadas con la tristeza de su post-punk característico, la voz filosa de Chivas y las guitarras con la fuerza de su rock dos tonos inicial. Si en “D.78″ plantan bandera desde las diagonales de La Plata, es en “Amarnos” donde marcan la pauta del espíritu del disco al cantar “Dame música triste que nos haga divertir”.
12. Duki - Desde el fin del mundo
Con las guitarras eléctricas (sí, incluso más que las 808 y el Autotune) como sonido vertebral, en Desde el fin del mundo Duki dio con una obra sólida que explota su lado cancionero y estribillero por sobre el flow y los ritmos de reggaetón. “Malbec” (su esperada colaboración con Bizarrap) lo tiene fronteando que lo reciben “como si fuera el boss”; mientras “Sol”, una balada espectral con Lara91k, y “Ticket”, casi un trap de fogón, muestran su costado más íntimo. Suena a un disco que fue pensado en función de una escucha completa y no como una colección de singles, algo que le sirve a la gran estrella de la música urbana argentina para pisar sobre una base firme y ahora sí pasar de pantalla.
11. Peces Raros - Dogma
Luego de que la electrónica fuese ganando cada vez más protagonismo en su propuesta y de armar sus shows en vivo con la lógica de un DJ set, Dogma representa un equilibrio de fuerzas en el universo de Peces Raros. En su cuarto álbum, el dúo de La Plata invierte las polaridades y pone a las máquinas al servicio de la canción, ya sea cuando privilegian la introspección (“Reliquia”, “Antes que nos despierten”), o bien cuando el pulso rítmico invita a un baile contenido (“Cicuta”, “Luz del sol”, “Aluminio”).
10. Billie Eilish - Happier Than Ever
Después de un debut que revolucionó el pop, las expectativas puestas sobre el segundo disco de Eilish eran altísimas. Podías escuchar esa presión en sus temas (“Cosas que una vez disfruté/ ahora solo son un trabajo”, canta en “Getting Older”). Pero Eiliish encontró una solución para la angustia de la madurez y el aspecto traumático del éxito: Happier Than Ever muestra que puede ser oscura y un poco siniestra (como en “Oxytocin”), discretamente optimista (en el relajado y noventoso folk trip-hop “My Future”) o cáusticamente honesta (en el temazo que da título al disco); es el sonido de una artista que organiza una fiesta para sus demonios y deja que sus oyentes absortos limpien el desorden a la mañana siguiente.
9. Japanese Breakfast - Jubilee
“Quería que mi tercer álbum fuera el más dramático, un gran salto adelante”, nos dijo Michelle Zauner de Japanese Breakfast hace unos meses. “Porque para el tercer disco, tenés que saber realmente quién sos, qué querés hacer como artista. Fue una apuesta a doble o nada”. En Jubilee, Zauner pone todo lo que tiene y poco más: el estallido de alegría indie-rock se esparce a lo largo de cada pista, ya sea la casi perfecta primera canción, “Paprika”, la dolorosa “Kokomo, IN” o la mística “Posing in Bondage “(y si buscás la mezcla de Kate Bush y Duran Duran, ahí tenés: “Be Sweet”). Jubilee salió inmediatamente después de Crying in H Mart, el best seller autobiográfico de Zauner sobre su relación con su madre, ya fallecida, lo que demuestra que estuvo en un pico creativo este año. Y no tiene intención de bajarse.
8. Lil Nas X - Montero
Normalmente, si un artista joven tiene un hit se le viene encima la presión de demostrar que no es un one-hit wonder. Pero si tu hit es un clásico instantáneo como “Old Town Road”, ¿quién se aguanta la presión? En Montero, Lil Nas X demuestra que es capaz de todo, moviéndose con audacia entre Megan Thee Stallion, Miley Cyrus, Doja Cat y Jack Harlow en la exitosa “Industry Baby”. Y con más audacia todavía con Elton John en “One of Me”, un hermoso momento de solidaridad entre dos héroes del queer pop de todos los tiempos.
7. Turnstile - Glow On
Este grupo de Baltimore incurre en el tipo de rock de estadio descarado capaz de atraer tanto a cualquiera que haya tenido un CD de Sum 41 en los primeros años del siglo como a los fans de Arthur Russell. La combinación es profundamente satisfactoria, casi milagrosa. En Glow On, la banda graba rock de guitarra con una lluvia de sonido electrónico (“Mystery”), pianos delicados (“Holiday”) y timbales (“Blackout”). El rock ya pasó mucho tiempo sonando, en fin, a rock. Turnstile es el futuro.
6. Tyler, The Creator - Call Me If You Get Lost
YoungBoy Never Broke Again y Ty Dolla $ign hacen una aparición triunfal en “Wusyaname”, single del disco nominado al Grammy de Tyler, the Creator, Call Me If You Get Lost. Es un trabajo lleno de vibrantes paletas sonoras y humor romántico. Ambos artistas suenan tan libres y divertidos como siempre. Lo mismo ocurre con el resto del álbum: Tyler trae una gran cantidad de personajes a su universo, mientras deja que maduren sus propios talentos. Todo presentado por la leyenda del mixtape, DJ Drama.
5. Wos - Oscuro éxtasis
Wos se sumergió en su interior y volvió a la superficie para exorcizar las contradicciones de una vida de éxito y fama que atrae a interesados y genera ansiedad y sofocación. El resultado es Oscuro éxtasis. Hay mambos e inseguridades, pero también bronca, amor y ternura. Es fácil empatizar con lo que le pasa, porque habla de la vida misma.
Se siente una inmensa evolución como letrista. Un vuelo más poético e introspectivo. “Cómo explicar lo que siento por dentro, es como si en mi panza transportara un muerto”, dice Wos en “Gato Negro”, una de las mejores canciones del sucesor de Caravana.
Con el sonido de Oscuro éxtasis, el artista de 23 años se distancia todavía más de su camada, con los que empezó en batallas de freestyle. Es un disco de rock con guitarras pesadas y distorsión –“Buitres”, “Que se mejoren”, “Contando ovejas”– que juguetea con otros géneros como el funk y el hip-hop. Mención aparte para “Culpa”, el feat con Ricardo Mollo, una especie de ritual de sanación tribal con promesa de nueva joya del rock argentino.
4. Olivia Rodrigo - SOUR
¡Brutal! Había pasado solo una semana de 2021 cuando Olivia Rodrigo dejó caer “drivers license”, pero el sonido de esta balada de desamor terriblemente perfecta nos acompañó todo el año. Con SOUR, Olivia tuvo algo así como un “grandes éxitos” al primer intento: el disco es el tipo de monstruo megapop implacable que no para de crecer a pura rotación. Rodrigo abre su corazón con su blues adolescente y suavemente torpe (gritando: “¡El ego es tan cruel!”). A los 18 años, ya es una compositora infalible, que domina todos los trucos. “drivers license” logra que pasar por delante de la casa de tu ex sea una aventura épica; “Good 4 U” es un tributo a la rabia mall-punk de los noventa. “Deja Vu” acelera las guitarras estilo The Clash y la batería a la Phil Collins en un hit sobre dos amantes de la Generación Z que pelean por determinar a quién le gustaba Billy Joel primero. (En algún lugar, Brenda y Eddie están sonriendo.) Olivia quiere que todo asunto del corazón sea conflictivo. Con SOUR no nos deja dudas: ella es el tipo de conflicto que queríamos.
3. CA7RIEL - El Disko
En septiembre de 2020, CA7RIEL estrenó “Polvo”, su primer material original en nueve meses. El single, una suite deforme que combina jazz espacial, Autotune, quiebres industriales y rap old school, se volvió el punto de partida de El Disko, un corpus de canciones en mutación constante en forma y contenido. Codo a codo con el productor Tomy Sainz, el autor de “McFly” llevó al extremo el espíritu lúdico y cambiante de su obra. Dos samples de Virus y The Beatles son el inicio de un disco capaz de pasar del trap heterodoxo (“Muy bien”, “Chanel Maconha”) al soul hedonista (“Shipea2″) para actualizar también el linaje de Prince y Bootsy Collins vía IKV(”Bad Bitch”) o meter progresiones spinettianas en la música urbana (“Nunca me atiende :(”). En tiempos en los que el feat es la norma, CA7RIEL optó por ir a contramano y poner el cuerpo para hacer todo por su cuenta. “No sé por qué no paran de aplaudir, no soporto que se olviden de mí”, declara en “U.U”, y con el resultado en mano, la afirmación se convierte en un egotrip más que justificado.
2. Palo Pandolfo - Siervo
Qué pena tan grande escuchar este disco de Palo Pandolfo, en el que lo primero que canta es: “No tengo casa, no tengo celos, toda mi vida en una flor”. Qué regocijo espiritual escuchar este disco de Palo, en el que lo último que canta es: “Floto en cadencias atmosféricas, que me llevan al final. En el viento vivo. Bien, te buscaré”. Se siente la energía y el universo en armonía con un artista siempre conectado con el más allá: Siervo es el disco que terminó días antes de morir, el 22 de julio pasado. Está a la altura de su obra inmensa y de los diferentes estados poéticos-emocionales que mostró desde los días más eléctricos de Don Cornelio y la Zona hasta sus años criollos. “El alma partida”, “El viento”, junto a Sofía Viola, y “Párpados”, con la voz de Fito Páez, son gemas de un álbum que nos recordará por siempre que hubo un tiempo en el que un poeta delirante como Palo pasó por el mundo para embellecer y elevar nuestras vidas.
1. C. Tangana - El Madrileño
En El Madrileño C. Tangana no para de moverse en busca de nuevas fusiones: pega una “melodía clásica cubana” con un sample de YG y HER, raspa el sombrío R&B de Toronto contra el funk carioca y hace chocar la bossa nova más elegante contra beats de progressive rap. La tradición compite con la modernidad, los géneros españoles chocan con los latinoamericanos. Como un físico choca partículas con la esperanza de hacer nuevos descubrimientos, Tangana colisiona sonidos y estilos hasta dejar el alma; y su trabajo es fructífero incluso si no todos los experimentos son exitosos. “Todo el mundo pide un cambio [en el sonido del mainstream pop en español]”, le dijo Tangana a Rolling Stone. “Es una cuestión de coraje: los artistas tenemos que experimentar”.
Textos de Elias Leight, Sebastián Ramos, Oscar Jalil, Joaquín Vismara, Rob Sheffield, Kory Grow, Manuel Buscalia, Jonathan Bernstein, Angie Martoccio, Brenna Ehrlich, Jon Dolan, Sebastián Chaves, Juan Facundo Díaz, Juana Giaimo y Guillermo Pintos.
Parte de los textos en esta lista fueron publicados originalmente en RollingStone.com.