El viernes por la noche, en la Sala Sinfónica la Ballena Azul, Terán llevó adelante su espectáculo en el que participaron Zoe Gotusso, Paco Amoroso, BB ASUL, Taichu, Ca7riel, Chita y Benito Cerati
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Después de encuentros y discusiones a lo largo de años sobre si la música popular merece estar presente en espacios de música clásica, sigue resultando un cruce más que disfrutable y provechoso. “Trap orquestal” es la consigna de La Trampa, el nuevo espectáculo de Alejandro Terán en el Centro Cultural Kirchner (también está disponible para ver en YouTube), incluso cuando algunos de los artistas involucrados no pertenecen estrictamente a la escena del trap -uno de los géneros más provocativos de los últimos años-, esta vez no se trató de llevar la música pop a lo clásico, sino de crear una fusión.
Con un sonido sigiloso de cuerdas de fondo, Charo Lopez apareció para dar comienzo al show. “Cuando Terán me convocó para este proyecto y me dijo: ‘trap orquestal’, pensé ‘qué idea tan normal’”, anunció con un tono pensativo y un poco irónico, mientras caminaba por el escenario de la Ballena Azul. “Una idea seguramente gestada por una mente muy normal para un público normal. Y ahí me di cuenta que cada vez que nos proponen un plan normal seguramente nos están metiendo en una trampa”.
Trampas, amores, desamores, confesiones y melodramas fueron parte de este espectáculo de un poco menos de una hora por el que pasaron las voces de diferentes artistas jóvenes, algunos pertenecientes a la escena trap como Taichi, Chita, BB Asul, Paco Amoroso y Ca7riel y, otros más ligados al pop como Zoe Gotusso y Benito Cerati. La orquesta consistía en el cuarteto de cuerdas Divergente, (formado por Javier Casalla, Julio Domínguez, Elizabeth Ridolfi y Karmen Renca); el trío de multiinstrumentistas conformado por Christian Terán, José Melgarejo y Santiago Castellani; la banda de base integrada por Nicolás Rainone, Pedro Onetto, Fernando Samalea y Martín Morales Sánchez; y la electrónica a cargo de Manuel Schaller y Sebastián Schachtel.
En el CCK, la delicadeza de los arreglos orquestales de Terán (que en el pasado trabajó con artistas como Gustavo Cerati, Joan Manuel Serrat y Gustavo Santaolalla) resaltaron. Entre todos los músicos, hicieron que la combinación de orquesta y música pop no sea de choque sino de armonía. Los arreglos estaban llenos de detalles placenteros: una onda aguda y muy sutil del theremin le agregaba mística a una canción o, por ahí, aparecía un sonido como gotas de agua que provenía del piano de cola para ser una caricia a los oídos.
Luego de la introducción de Charo Lopez, apareció Taichi con una versión soulera de su canción “Who”. Después la siguió Paco Amoroso con “Mi deseo”, que ahora sonó más etérea gracias a la influencia del jazz. Una de las presentaciones más sorprendentes fue Ca7riel, conocido por su rapeo feroz, que esta vez cantó un bolero, “Envidia”, en donde lució su voz profunda. Luego de cada presentación, Charo Lopez hizo una serie de pequeñas actuaciones que podían ir desde una conversación telefónica con una amiga hasta simplemente decir: “Ahora otra canción más que habla… de enamorarse de un boludo”, que funcionó como introducción a “1312” de Bebe Asul, hija de Terán y dueña de una voz fuerte y desbordante de emoción.
Zoe Gotusso cantó su hit “Ganas” y, con la calidez que la caracteriza, le dio un aire alegre al espectáculo, contrastando con el cierre intenso de Benito Cerati con “Cerca”, en donde la orquesta, como un ciclón, rodeó su voz desolada que repetía “no me dejes” una y otra vez.
Quizás es repetitivo decirlo a esta altura, pero es inevitable sentir un ambiente diferente cuando se presencia música en vivo después de un año y medio de pandemia. Solo hacía falta verlo a Terán: estaba completamente inmerso en el espectáculo y su narrativa. Sonreía, se movía con ímpetu por el escenario y dirigía a los músicos con una energía contagiosa. Después de todo, es una situación novedosa para todos. No solo se ve en la sala a medio llenar, con butacas vacías entre la gente y protocolos que algunos parecían olvidarse en medio del entusiasmo, sino también en la forma de aplaudir, en esa alegría de recuperar de a poco y de forma tímida aquello que dimos por sentado alguna vez.