‘Hoy se arregla el mundo’ tiene momentos de frescura y a un Ariel Winograd haciendo lo que mejor sabe hacer con un elenco, liderado por Leonardo Sbaraglia, con nombres claves del cine nacional
- 5 minutos de lectura'
Hoy se arregla el mundo
Con Leonardo Sbaraglia, Benjamín Otero, Charo López, Natalia Oreiro Luis Luque, Martín Piroyansky. Dirección: Ariel Winograd.
3 ESTRELLAS
“Esta película fue filmada en los meses de enero, febrero y marzo de 2020″, afirma una placa luego de los títulos de cierre. Hoy se arregla el mundo estuvo a punto de estrenarse en varias ocasiones, pero es recién ahora –sin aislamientos masivos ni aforos de por medio– que el nuevo largometraje de Ariel Winograd llega finalmente a las salas de cine. En esos veintidós meses transcurridos desde el comienzo de la pandemia muchas películas buscaron su destino en plataformas de streaming y, en ese sentido, resulta claro que la apuesta de los productores fue a todo o nada. Tienen elementos contundentes en los cuales basar su decisión: con la excepción de su debut indie Cara de queso – Mi primer ghetto, la filmografía del realizador de 44 años ha logrado conjugar el éxito de público a partir de relatos universales, siempre en tono de comedia y aledaños, con repartos encabezados por los actores y actrices más populares del cine nacional. Mi primera boda, Permitidos, Mamá se fue de viaje y El robo del siglo son algunos de esos títulos, que Winograd ha alternado con una carrera paralela en México, con dos largometrajes realizados hasta el momento –Tod@s caen y ¿Y cómo es él?– y un coqueteo con el cada vez más atractivo universo de las series.
David Samarás, alias El Griego (Leonardo Sbaraglia), es el productor de un talk show en la televisión abierta que ya lleva siete años en el aire. El nombre del programa, “Hoy se arregla el mundo”, es irónico: en cada emisión un par de invitados discuten y pelean en vivo sobre los conflictos personales más diversos, desde un padre carnicero cuya hija optó por el veganismo (enésimo cameo de Pascual Condito) o dos vecinos que comparten la señal de internet sin demasiado éxito. Todo es ficción, desde luego, y quienes aparecen delante de cámara no son otros que actores contratados para la ocasión. El Griego alterna sus días en el estudio con cenas solitarias en un restaurante donde tiene un canje (todo un running gag el del garroneo de vouchers) y salidas poco exitosas con su hijo Benito (el joven Benjamín Otero), un chico despierto e inteligente de unos diez años que, sin embargo, no puede evitar tener problemas de adaptación en la escuela. Lejos de ser un padre ideal, el productor está tan inmerso en sus problemas laborales (en su ombligo) que ni siquiera recuerda el colegio al cual asiste su hijo, a quien “entretiene” de la manera más elemental: prestándole el celular. No ayuda el hecho de que el dueño del canal (Martín Piroyansky en calzas cortas) le viene anticipando sin anestesia la posibilidad de que el programa pase al horario matutino o, en el peor de los casos, caiga definitivamente de la grilla.
Más temprano que tarde, el tono humorístico de Hoy se arregla el mundo recibe un impacto dramático de gran escala. No hay aquí spoiler alguno, todo está ahí en el tráiler. La ex de El Griego (Natalia Oreiro), con quien el protagonista mantiene una relación amable pero tirante, muere en un accidente, no sin antes lanzar una bomba atómica que incluye una terrible incógnita: Benito no es en realidad su hijo biológico. A partir de ese momento, luego de la escena de entierro correspondiente, el adulto y el niño comienzan una investigación amateur para dar con el “papá papá” del chico, permitiéndole a Winograd –a partir de un guion de Mariano Vera– una incursión en el género de la pareja despareja. Entre los sospechosos hay un bailarín encarnado por Diego Peretti, un artista plástico amante de la palabra “musa” (Gerardo Romano) y hasta un payaso líder de una pandilla de clowns en la Ciudad de los Niños. Como puede suponerse, dadas las circunstancias, la pesquisa permite que Benito y El Griego vayan conociéndose y acercándose cada vez más, habilitando las sonrisas y lágrimas del tercer acto.
Como representante del mainstream local, Winograd vuelve a ofrecer un producto de un pulido profesional innegable, virtud que contiene un límite insalvable: la historia de Hoy se arregla el mundo está tan atada a una fórmula narrativa probada de antemano, evidente en cada escena y bloque del guion, que la posibilidad de la frescura o la sorpresa queda reservada para ciertos momentos (la subtrama romántica con la coach infantil encarnada por Charo López evita todos los clichés, por caso). Es Sbaraglia quien logra ponerse sobre los hombros y sacar adelante a un personaje con varias zonas erróneas pero con el cual es imposible no sentirse un poco identificado. Otro pro: las zonas más emotivas de la trama no derrapan en el sentimentalismo y operan en una zona bastante más seca del espectro emocional. Así dadas las cosas, el derrotero de El Griego y el de Benito, que corren en paralelo tocándose por pura necesidad, comienzan a transformarse en líneas yuxtapuestas, demostrando una vez más –al menos, para el adulto– que papá no se nace, se hace al andar.
LA NACION