Las estrellas, el director y todo el equipo hablan de la película que viaja a los orígenes de la histórica serie
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Cuando Michael Gandolfini llegó a la casa de Vera Farmiga por primera vez, tenía un ramo de flores en la mano, como un buen hijo que va a visitar a su madre. Que es lo que iban a terminar siendo en The Many Saints of Newark, la precuela de Los Soprano: Gandolfini, el Tony Soprano adolescente, y Farmiga su madre Livia. Siendo un actor joven con un currículum modesto y que consiguió un papel tan importante entre otras cosas por ser el hijo de James Gandolfini, Michael estaba ansioso por aprender todo lo que pudiera de su estimada nueva coprotagonista. Ella le dio su primera lección antes de que la puerta estuviera abierta. Metiéndose en la piel de la difunta Nancy Marchand como Livia, Farmiga comenzó a recrear la primera escena que compartieron madre e hijo en el histórico drama de HBO.
“¿Quién está ahí?”, musitó ella, muy lentamente. Gandolfini estaba confundido al principio, pero ella seguía pegada al guion: “¿Quién es?”. Entonces, algo hizo clic y Gandolfini empezó a seguir el juego: “Mamá, soy yo, abrime”. Farmiga abrió, presentó a Gandolfini a su familia (en la vida real) y ambos se pusieron manos a la obra.
Gandolfini y Farmiga pueden sonar exactamente como los actores cuyos personajes heredaron. Lo mismo vale para muchos de sus coprotagonistas en Many Saints (que en Argentina se estrenó en los cines esta semana con el título Los santos de la mafia), como John Magaro, que puede clavar cada músculo de sus labios exactamente como el joven Silvio Dante. Pero ser una imitación de la serie que redefinió la TV de este siglo no es el objetivo de esta película, aunque haya sido coescrita por el creador de Los Soprano David Chase, dirigida por el veterano director de la serie Alan Taylor y condimentada con suficientes guiños a la historia original como para que los fanáticos sientan que se atiborraron del mejor plato de Artie Bucco. El objetivo de la película es devolverle la vida al mundo de Los Soprano con una nueva historia que puede valerse por sí sola.
De hecho, Tony Soprano es el segundo violín en esta historia cuyo protagonista es su “tío” Dickie Moltisanti, también conocido como el padre del “sobrino” de Tony, Christopher. Dickie ha muerto hace mucho tiempo cuando comienza Los Soprano, pero sigue siendo una presencia acechante sobre la vida de ambos. Chase imaginó los mejores años de Dickie (la acción comienza en medio de los disturbios raciales de Newark en 1967 y se extiende hasta 1971) como la columna vertebral de una película clásica de mafiosos. Many Saints ofrece, entre otras cosas, una actuación estelar de Alessandro Nivola como Dickie y el trabajo más sutil que Ray Liotta ha hecho en años (como el padre de Dickie, “Hollywood” Dick), además de los giros carismáticos de Leslie Odom Jr. (como el secuaz de Dickie convertido en rival, Harold McBrayer) y a Michela De Rossi como la joven novia italiana de Hollywood Dick, Giuseppina. También hay suficientes tiroteos, negocios clandestinos y picos de creatividad asesina para que la cosa no pierda color.
La historia de Dickie aparece entrelazada con el origen de Tony y muestra de qué forma el futuro capo mafia fue formado por sus padres reales (Jon Bernthal como el padre de Tony, Johnny Boy Soprano, le hace partido a Farmiga en mal carácter) y por figuras paternas como Dickie y el tío Junior (un Corey Stoll cáusticamente divertido).
Es difícil creer que esta película exista en parte porque David Chase sonaba convencido durante tanto tiempo de que la historia de Tony Soprano terminaba con el fundido a negro de la pantalla en el legendario pero polémico final de la serie, que salió al aire el 10 de junio de 2007.
Esa noche, algunos fans pusieron el grito en el cielo: Chase había optado por un final ambiguo, como para dejarle la puerta abierta a una película. ¿El tipo con la camperita Members Only salió del baño para dispararle a Tony? ¿O Tony siguió con su vida lo más bien? A la mañana siguiente, Chase me dijo: “No pienso mucho [en una película]. Podría surgir una idea en mi cabeza y diría: ‘Bueno, sería una gran película’, pero lo dudo. Y no estoy siendo modesto. Fue lo que fue”.
Un veterano de la TV como Chase, cuya carrera se remonta a series de detectives de los años 60 como The Rockford Files, estaba cansado del medio incluso antes de que se estrenara su creación más famosa. Originalmente había concebido Los Soprano como una idea para un largometraje. Incluso mientras filmaba el episodio piloto, fantaseaba con que HBO lo rechazara para poder filmar una hora más de material y llevarlo al festival de cine de Cannes. Los Soprano puede haber cambiado la forma en que pensamos la ficción en TV pero, cuando terminó, Chase le puso punto final al mundo de Tony tanto como a la TV en general. Dirigió una película semiautobiográfica llamada Not Fade Away, protagonizada por Magaro como un joven álter ego de Chase que persigue los sueños de una banda de garage en los 60 (James Gandolfini hace del padre de Chase). La película pasó por las salas de cine en 2012 casi sin que nadie se diera cuenta. Todo la atención que se había acumulado alrededor de Chase con la serie se fue enfriando. Sin embargo, un ejecutivo de la industria seguía con la idea fija de de hacer una película con él. Siempre que esa película involucrara a algunos viejos amigos de Nueva Jersey.
“Toby Emmerich de New Line, año tras año desde que terminó la serie, se juntaba cada tanto a almorzar con David para rogarle que hiciera una película de Los Soprano”, dice Lawrence Konner, un viejo amigo de Chase que trabajó en Los Soprano y coescribió Many Saints. Incluso después de la dolorosa muerte de Gandolfini por una cardiopatía, en 2013, la idea seguía ahí, intacta, agrega Konner: “Todos querían que Carmela fuera el centro: Carmela ahora sería la jefa de la mafia. David no quería hacer ninguna de esas historias, obviamente”.
Pero hubo una idea que cristalizó. Al principio de la carrera de Los Soprano, el creador de Oz, Tom Fontana, había tenido una reunión con Chase para un evento del sindicato de guionistas. Le había sugerido que podría ser divertido contar una historia independiente, ambientada en el apogeo de Junior y Johnny Boy en Newark, y con alguna referencia ocasional al trasfondo de la historia de Los Soprano. “Eso me atrajo”, recuerda Chase, “porque mi madre viene de ahí. Mis padres se instalaron en Newark en ese momento. Así que solía ir al barrio italiano con mi madre. Todos los sábados íbamos a comprar comida italiana y cosas de almacén. Me encantaba, y nunca lo olvidé”. En la escuela de cine, Chase también había pensado una película ambientada en los disturbios raciales de 1967 en Newark, “sobre cuatro tipos que evitan el servicio militar uniéndose a las reservas de la guardia nacional. Entonces los envían en un tanque a enfrentar los disturbios de Newark y eso les cambia la vida”.
Antes de Not Fade Away, Chase y Konner habían firmado un acuerdo para crear Ribbon of Dreams, una miniserie de HBO sobre los primeros días de Hollywood. El proyecto estuvo atascado en fase de desarrollo durante años, y al final Chase prefirió tirarlo a la basura que hacerlo por el “presupuesto ridículo” que HBO estaba ofreciendo. Mientras tanto, las ideas sobre Newark se habían estado filtrando en su cabeza, junto con un episodio de Los Soprano (de la cuarta temporada) en el que Tony y Christopher hablan sobre la relación de Tony con Dickie y el asesinato de Dickie cuando Christopher aún era un bebé.
“Busqué que pasara eso. ‘¿Quién era este tipo, Dickie Moltisanti, sobre el que habíamos escrito?’”, dice Chase. “Me interesaba el personaje, el padre de Christopher, y toda la historia. Que Christopher tenía padre...”.
Dickie, se dio cuenta, sería su camino de regreso a la historia de Los Soprano. Y cuando Ribbon of Dreams se cayó a pedazos, llevó la idea a HBO para hacer una especie de trueque. Pero el gerente del momento, Richard Plepler, sabía que no tenía el presupuesto para hacerle justicia a la historia, dice Chase, y le sugirió que fuera a Warner Bros., que entonces estaba bajo la dirección de Toby Emmerich.
A medida que la película iba cuajando, Chase sufrió varias “crisis de salud simultáneas” en su familia que hicieron imposible dirigirla. Así que trajo a Alan Taylor, quien había dirigido algunos de los episodios favoritos de Los Soprano antes de pasarse a Game of Thrones y películas de franquicia como Thor: Un mundo oscuro y Terminator Génesis. Taylor admite que tuvo problemas para entender una historia de Los Soprano que no pusiera frente a la cámara a James Gandolfini, hasta que leyó un primer borrador del guion de Chase y Konner. “Era el mismo tono, el mismo mundo, el mismo baile maravilloso entre violencia y cuestiones trascendentes que veías en la serie y el mismo humor”, dice. Y aunque estaba “intimidado” por el hecho de que había nuevos personajes y que iba a ser una película de época, Taylor agrega: “La guía para mí siempre fue lo que veías en la TV. Se trata de las mismas preguntas, la misma visión de la humanidad. El hombre en Los Soprano sigue siendo el mismo. Dickie está destrozado de la misma manera que Tony está destrozado”.
Chase piensa la película como una historia sobre Dickie Moltisanti, ante todo, y se eriza ante el énfasis que el estudio hace en el personaje Tony para publicitar la película. “Es una película de mafiosos”, dice sin rodeos. “Se trata de mafiosos, blancos y negros, de finales de los 60, principios de los 70, en Nueva Jersey”. Y de todos los mafiosos que necesitaba la película Dickie era el más importante.
“Cuando nos sentamos a escribir con Larry”, dice Chase, “se nos ocurrió que fuera un personaje dinámico. Teníamos que conseguir otro Tony. Y entonces, de la historia de la serie surge Dickie, un tipo rudo y mezquino”.
Hace veinte años, Chase eligió a un desconocido James Gandolfini para encarnar a Tony Soprano. Esto fue cuando HBO era un jugador relativamente novato en el negocio de las series originales: antes que contratar una estrella, la hicieron nacer. En Many Saints, la estrella es Los Soprano en sí. También Chase, cuyo nombre figura de manera más prominente en el póster de la película. Eso le dio la libertad de contratar a un actor veterano que había estado volando bajo el radar durante años.
“Recuerdo a Alessandro de Escándalo americano y El año más violento”, dice Chase de Nivola. “Siempre pensé que era genial, y es italiano. Pensé: ‘¿Dónde ha estado este muchacho todo este tiempo? ¿Por qué no trabaja?’. Se me ocurrió darle un trabajo”.
Dickie es un personaje más refinado y menos abiertamente amenazante que el Tony adulto (después de todo, su apodo es “Gentleman” Dickie), pero Nivola transmite hábilmente la amenaza que acecha debajo de su sonrisa encantadora y sus espectaculares trajes, así como la conciencia naciente de Dickie de que la vida en la que nació puede ser realmente muy mala.
La otra nueva figura clave iba a ser Harold. El papel es único en el mundo de Los Soprano, que ya había tenido algún que otro personaje negro: Bokeem Woodbine como el magnate del rap Massive Genius; Charles Dutton como un policía cuya carrera se resiente tras hacerle una multa a Tony; el novio mestizo de Meadow de la tercera temporada, Noah Tannenbaum… pero casi siempre estos personajes, como en tantas historias de la mafia, estaban presentados desde el punto de vista de los protagonistas de la serie, blancos y abiertamente racistas. Para Odom, sin embargo, este rasgo del género no resultó problemático, porque sabía que estaba en buenas manos.
“Llevamos años viendo historias de mafia que nos difaman”, dice Odom. “Aprendí a mirar, a buscar el significado, más allá de eso. El arte muestra cómo las personas actúan en privado, se trata de momentos privados públicamente. Y pueden ser hirientes, lacerantes o sorprendentes, pero ese es el punto. Cada vez que Scorsese lo hace, o cuando David lo hace, yo sabía que estaba en las manos de alguien atento, que me estaba mostrando la verdad. Fue mi elección seguir mirando esta verdad. Sabía que podía confiar en la creatividad”.
Chase dice que era esencial para la historia que Harold se presentara como una contraparte exacta, equivalente, a Dickie. Y en lo que respecta a los disturbios, él y Konner se sumergieron en la investigación para asegurarse de que eran fieles al momento histórico. Estudiaron el tema minuciosamente, a través de diarios, libros y documentales, el levantamiento y las tensiones entre las comunidades negras e italianas de la ciudad durante esa época. De las escenas ambientadas en el mundo de Harold, Konner bromea: “¿Quién sabría más sobre eso que dos viejos blancos?”. Pero, agrega en seguida, “sobre todo, somos creíbles. Hablamos de las emociones humanas. De eso que es universal. Para escribir sobre eso, no importa si sos negro o blanco”.
La decisión más complicada del casting iba a ser el Tony adolescente (que entra en la película por la mitad, después de que William Ludwig lo interprete como niño en las escenas de 1967), dada la larga sombra de James Gandolfini sobre el personaje. Y aunque Chase y Taylor comenzaron mirando a otros actores, Chase no pudo evitar la idea de que Michael Gandolfini, en este punto un joven adulto con algunos créditos de actuación (sobre todo como el hijo de Chris Bauer en The Deuce de HBO), se veía demasiado parecido a su padre como para ignorarlo. El joven Gandolfini estaba aterrorizado cuando escuchó la idea, por razones profesionales (estar a la altura de una de las actuaciones más aclamadas de la historia) y personales (ponerse en la piel del padre muerto hace unos años). Le dio a su manager una respuesta instintiva: “¡Ni loco! ¡De ninguna manera!”. Sin embargo, finalmente accedió a hacer una audición y se obligó a ver un puñado de episodios de Los Soprano por primera vez, como preparación.
“Cuando entró en la sala de lectura”, dice Konner, “todos se quedaron en silencio. Sin decir una palabra, ya se sentía que este hombre iba a convertirse en Tony Soprano. La forma en que se apoyaba, cómo se veía, el pequeño giro de cabeza que Jim hacía siempre... Simplemente habitaba el personaje con naturalidad, de una manera hermosa y un poco inquietante”.
Farmiga, que había hecho una audición para interpretar a una de las amantes de Tony en la serie (Valentina La Paz), fue la primera opción para Livia. Y al contratar a Ray Liotta para interpretar a Hollywood Dick, Chase finalmente atrapó a la estrella de Buenos muchachos, al que una vez había intentado convencer para que interpretara a uno de los lugartenientes que Tony más despreciaba, Ralphie Cifaretto. El resto del elenco principal iba a estar compuesto por una mezcla de actores que ya conocían y amaban la serie (Bernthal, Stoll, Magaro) y otros como Farmiga, Gandolfini y la romana Michela De Rossi, que en realidad nunca la habían visto antes.
Lo único que todos tenían en común, cuando comenzó la producción, era el deseo de complacer a un padrino notoriamente difícil de complacer. “Esos primeros días”, recuerda Stoll, “hacía una toma y miraba a David, y él [se encogía de hombros y decía]: ‘Sí, estuvo bien’. Tratar de sacarle un elogio… era estúpido siquiera pensarlo, pero ese no es su trabajo”. Consciente de la autoridad de Taylor en el set, Chase a menudo se sentaba como una esfinge, a ver al director trabajar con el elenco. Insistió en que no iba a hablar él con los actores sin el visto bueno de Taylor pero, una vez que lo tuviera, esas conversaciones podrían llegar a ser largas.
“Siempre modifico mis líneas”, dice Bernthal. “Así es como me gusta trabajar. Pero David a veces venía a corregirme el cambio más mínimo. Si le preguntabas por qué, había un motivo real. No era solo que se apegaba a su propio trabajo. Cada decisión se ha tomado por una razón, con corazón y profundo cuidado, y con una pasión inigualable”.
Por más exigente que sea, Chase no es totalmente inflexible. De Rossi dice que colaboraron bastante en su personaje y que Chase confió en sus aportes para asegurarse de que el dialecto napolitano de Giuseppina fuera idiomáticamente correcto para la región. Cuando Bernthal apareció para las tomas adicionales con un bigote que se había dejado crecer para otra película, Chase simplemente le agregó una línea a su primera escena para justificarlo y, de paso, permitirnos profundizar en el personaje de Johnny Boy. “Cuando surgen problemas de ese tipo”, dice Konner, “puede haber diez [soluciones], pero una de ellas no solo es la mejor de las diez, sino que es mejor que la situación que tenías antes del problema. Creo que David piensa mucho así”.
Mientras se reunía el elenco y Chase y Konner afinaban el guion, Taylor y su equipo se encargaron de recrear el Newark de finales de los 60 con un grado de especificidad que dejara satisfecho a Chase, famosamente obsesionado con los detalles. Este es un hombre que exigió ver veinte sombreros de golf diferentes antes de elegir el que Furio Giunta le quitaría de la cabeza a un médico en un club de campo en un episodio de Los Soprano. Y la edad no lo ha suavizado. Gandolfini dice que se acercó a Chase a pedirle consejo sobre una lista de reproducción de rock clásico que pudiera escuchar mientras se metía en el personaje; le mencionó a Led Zeppelin, pero Chase respondió con desprecio: “Tony no escucha esa mierda”. (“Me dejó sin palabras”, dice Gandolfini. “Fui y borré las canciones de Led Zeppelin de la lista de reproducción”).
Para el diseñador de producción, Bob Shaw (otro veterano de Los Soprano), el trabajo más difícil pudo haber sido convencer a sus jefes de que la mejor manera de capturar a Newark en ese momento sería filmar fuera de Newark. Las escenas de disturbios se rodaron en la ciudad, pero muchas otras secuencias tuvieron que realizarse en otros lugares del conglomerado urbano de Nueva York. “Todas las casas estaban cubiertas con revestimiento de vinilo y vidrios nuevos”, dice Shaw. “Hay ciertos vecindarios en el Bronx que se han mantenido intactos a lo largo de los años. Todavía tienen los toldos sobre la puerta de entrada... Pero ya no se ve mucho de eso en Newark. Literalmente tuve que revisar fotos históricas con David, imágenes de cómo se ven las casas ahora, para explicarle [por qué] no podíamos filmar ahí”. Además, la base de operaciones de Dickie, el club nocturno, se armó en un antiguo club deportivo danés de Brooklyn.
Estos mafiosos de antaño son mucho más elegantes que cuando Tony adulto hacía de las suyas. “Ni un jogging”, se ríe la diseñadora de vestuario Amy Westcott, que equipó a Nivola con un arsenal de 19 trajes hechos a medida para transmitir lo meticuloso y reverencial que debe ser Dickie en materia de indumentaria. Como un guiño al destino que tuvo la moda mafiosa en las décadas posteriores, al joven Paulie Walnuts de Billy Magnussen lo vistió con un traje sport mostaza en una secuencia, preguntándose: “¿Cuál era el antecesor del jogging? Estaba tratando de empujar un poco los límites de la moda, porque Paulie hace eso en la serie”.
Fue una de las innumerables opciones creativas destinadas a evocar a Los Soprano sin copiarla servilmente. La serie estableció que Johnny Boy y Junior ya estaban usando la parte trasera de la tienda de cerdos Satriale como oficina durante este período. Gracias a un presupuesto mayor y a los avances en la tecnología de iluminación y cámaras, Shaw estaba feliz de reconstruir el espacio familiar con un techo real. Westcott consideró el puñado de episodios de flashback de Los Soprano como un punto de partida para saber cómo se podrían vestir Livia y los demás; pero, “debido a que todos estos personajes los hacen actores nuevos”, dice, “era importante que no siguiéramos los flashbacks exactamente. Para tener respeto por los actores y su trabajo, tuvo que haber cambios”.
Los actores que interpretaban a las figuras más familiares de la serie debían seguir una línea similar. Todos querían parecer reconocibles y a la vez no dar la impresión de imitadores cómicos. Magaro, que conoce a Stevie Van Zandt desde que trabajaron juntos en Not Fade Away, ya tenía la mayoría de los gestos e inflexiones de su amigo (en el personaje de Silvio) mucho antes de llegar al set. Otros necesitaron más tiempo para encontrar sus voces. La entrenadora de dialecto Kohli Calhoun trabajó extensamente con la mayoría del elenco, especialmente Farmiga, Gandolfini (que usa una dentadura postiza para parecerse a su padre) y Nivola. Magnussen observó que el anciano Paulie Walnuts de Tony Sirico “tenía esta particularidad de la que las palabras se le caían un poco de la boca”, pero la cadencia era tan complicada que Chase le pidió a Sirico que grabara todos los diálogos del joven Paulie para que Magnussen los escuchara.
En cuanto al diálogo, Chase y Konner intentaron incluir tantos guiños a la serie como pudieran, pero sin pasarse: desde repetir líneas famosas (Livia al joven Tony: “¡Oh, pobre de ti!”) hasta reponer historias memorables de la familia Soprano que en la serie se comentan pero no salen en cámara. Algunos de estos momentos no son del todo coherentes con la forma en que se describen en la TV, pero la decisión fue intencional.
“La memoria es defectuosa, artificiosa en un punto”, dice Taylor. “Este fue el período de la mafia que Tony idealizó más tarde en su vida. Mi frase favorita [de la serie] es cuando dice: ‘Llegué para el final’, que es una frase genial sobre la mafia y Estados Unidos. Y este es el período en el que probablemente estaba pensando: Dickie y el glamour. Pero en la película, vemos que detrás del glamour había cosas muy Soprano, de mal gusto, mezquindades, cosas de mierda. La memoria no siempre es precisa”.
Una cosa que nadie esperaba, por supuesto, eran los eventos de la vida real que llegaron tras el final del rodaje. Las secuencias de disturbios, como la mayoría de la película, se rodaron en 2019, antes de que la pandemia y luego el asesinato de George Floyd cambiaran el mundo. De repente, esta película de época, sobre un momento en la historia de Estados Unidos, con sus batallas entre policías blancos y vecinos negros, se volvió sorprendente y desconcertantemente actual.
“A medida que los acontecimientos empezaron a ir en esa dirección, hubo un sentimiento de preocupación: ‘Dios mío’, pensamos, ‘está pasando de nuevo’”, dice Taylor. “Me dio ansiedad pensar que nos habíamos aventurado en un territorio que ahora estaba demasiado cargado. Pero cuando terminamos la película, hablé con Leslie sobre eso, y creo que nos sentimos bien de que, por casualidad, estábamos luchando con algo que era real, y la necesidad de luchar se volvió más real también. Así que empezamos a pensar: ‘Ok, la película simplemente es oportuna de una manera que no esperábamos, pero eso es útil. Es algo necesario’”.
Odom dice que ocasionalmente sentía preocupaciones por el tema racial. Pero Chase tenía para él la misma respuesta que recibió Bernthal cuando trataba de cambiar sus líneas: “La mayoría de las veces, David no estaba interesado en aplicar mi idea sino en que yo entendiera por qué él había escrito algo de cierta forma. Entonces, ¿qué voy a hacer? No filmé tantas películas como para pensar que lo sé todo. Y no había nada que sintiera vergonzoso o degradante. Es como que al final decía: ‘A la mierda, lo hago a su manera. Es mi trabajo’”.
Aunque Many Saints contiene suficientes personajes e historias para llenar más de tres horas, si no una miniserie de TV, Chase estaba decidido a que el corte final fuera de dos horas o menos, “solo para mantener el ritmo”. Sin embargo, mientras estudiaba los primeros cortes de la película, se dio cuenta de que necesitaba escribir algunas escenas adicionales para que funcionara. Parte de este nuevo material solo agregaba profundidad a la relación entre Dickie y Tony, mientras que otras escenas estaban destinadas a darle a la película algunas de las florituras más surrealistas que habían sido una marca recurrente en el tránsito de Los Soprano por la TV.
El elenco y el equipo se reagruparon para filmar en marzo de 2020, solo unos días antes de que comenzaran las cuarentenas alrededor el mundo. (“Estoy acá otra vez en este puto disfraz, con este cabello, me estoy mirando en el espejo de este tráiler un año después, estoy listo para entrar en el set”, recuerda Nivola sobre el cierre del rodaje, el 13 de marzo.) Las nuevas escenas tendrían que esperar hasta la segunda mitad de 2020 para ser filmadas, y después la película terminada debería reposar en un estante mientras Warner Bros. descubría cómo hacer para distribuir películas en un momento en que la gente tenía miedo de ir a los cines. Al final, en Estados Unidos, Many Saints terminó dentro del arreglo temporal para que todas las películas de Warner debutaran simultáneamente en los cines y en HBO Max, lo que significa que Tony Soprano está básicamente de regreso donde todo empezó: en nuestro living.
En aquel entonces, existía un estigma sobre los actores de cine que hacían TV, un estigma borrado por Los Soprano y por las muchas series inspiradas en ella. Pero la ironía de Many Saints es que el éxito de Los Soprano ayudó a acabar, justamente, con este tipo de película para adultos de presupuesto medio. Ahora los estudios cinematográficos dependen cada vez más de los superhéroes y de otras franquicias de propiedad intelectual enlatada. Para contar una historia como la de Dickie Moltisanti hoy, normalmente habría que venderle la versión de ocho episodios a Netflix o Hulu. ¿La única razón por la que esta vez no pasó? El legado imborrable de Los Soprano.
“Hacer una película como esta es una anomalía”, dice Nivola, “solo fue posible por la identidad, la marca del programa”.
Quizás tampoco sea esta la última película de Los Soprano. Chase estuvo varios años con poco interés en hacer una película de este tipo y pasó la mayor parte del proceso de Many Saints con menos interés todavía en hacer otra. Pero admite que el rodaje adicional lo hizo “encariñar mucho más con la película. Hablé con otros guionistas con los que he trabajado y que podrían estar interesados. Y si uno de ellos quisiera, podría ser. Pero no es una prioridad en mi lista de pendientes. La verdad, no estoy más joven que antes. Quiero hacer otra película, con suerte, y no sería esta”.
Algunos de los actores tienen la esperanza de que cambie de opinión. Gandolfini pasó de no querer interpretar a Tony en absoluto a soñar con secuelas, comenzando con una que explorara la relación inicial de Tony con Carmela. “Si tenemos suerte”, dice Magaro, “tal vez podamos contar más de la historia. Creo que sería muy interesante ver más de la evolución de Tony”. Farmiga va aún más lejos: “Espero que haya una Many Saints 2. Honestamente, sería un placer para mi corazón si la precuela se convirtiera en una saga. Sería mi sueño absoluto. No estoy lista para dejar ir a este personaje. Siento que es solo el comienzo”.
Este artículo fue publicado originalmente en Rolling Stone Estados Unidos.