En sus últimos años, el chef norteamericano se volcó a un deporte muy alejado de la actividad por la que era famoso, pero de la que ahora se sabe más, gracias a viejos posteos en redes sociales
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Anthony Bourdain, célebre chef, autor de libros de cocina y estrella de la televisión que se suicidó en 2018 a la edad de 61 años, tuvo durante el último tramo de su vida una afición de la que no muchos supieron, pero sobre la que dejó testimonios en redes sociales, aunque en muchos casos de manera anónima.
El 29 de junio de 2014, a las 8:02 p.m., un usuario llamado NooYawkCity hizo la primera de las que serían muchas entradas en un popular foro de artes marciales en reddit.com. Se titulaba “Cinturón blanco de 58 años”:
“He estado entrenando alrededor de un año, pero me enganché con fuerza hace poco. Pasé de entrenar una vez cada tantas semanas, a una vez por semana, a casi todos los días. Ahora es una obsesión. Mi estado físico es deplorable, me quedo sin energía enseguida y, por supuesto, termino dolorido como el demonio después de cada entrenamiento. Dados los límites de cualquier expectativa razonable, ¿estoy loco?”
Durante tres años, NooYawkCity publicó unas ochenta entradas en el foro “bjj” (llamado así por el jiu-jitsu brasileño) con un tono a la vez gracioso, ácido, reflexivo y muy humilde.
9 de julio de 2014, 10:29 p.m.: “58 años y me quedo sin fuerza durante el calentamiento. Cuando empezamos, es como meter la cabeza yo solo en la guillotina. Para ver qué se siente. La de ayer fue una clase completamente humillante, pero hoy me presenté en una sesión privada para que 120 kilos de músculos y huesos me golpearan como si fuera carne de milanesas. ¿Por qué lo hago? No sé. Soy como un drogadicto. Si no puedo entrenar, empiezo a sufrir abstinencia. Doy vueltas por ahí, retorciéndome, inquieto y enojado. Al menos con la droga, te sentís bien después de tomarla. Después de entrenar, me siento como una mula de carga a la que han hecho trabajar todo el día. Todos los demás cinturones blancos (que son mucho, mucho más jóvenes que yo) parecen volver de un largo descanso por una lesión. Por extraño que parezca, por ese lado, todo bien hasta ahora. Puede que me sienta frágil como un escarbadientes, pero me las he arreglado para evitar las lesiones, aunque no el dolor. Nunca he disfrutado del dolor. No me importa si es Gisele Bündchen viniendo hacia mí con botas hasta el muslo y una fusta bajo el brazo, no me interesa. Pero, no sé por qué, insisto en que me aplasten todos los días sobre una colchoneta. Y me siento vacío si no lo hago. No es normal. Cuando hablo del BJJ, mis amigos me miran como si estuviera loco. Pero no voy a parar. No puedo parar.”
La peculiaridad de la escritura de NooYawkCity comenzó a ser reconocible para los redditors más expertos. Sospechaban que era Anthony Bourdain. Lo confirmaron, finalmente, la esposa de Bourdain, Ottavia Busia, quien lo había introducido al jiu-jitsu brasileño, y otra fuente cercana al conductor de No Reservations.
Es cierto que el mundo ya conocía la escritura sin filtros de Bourdain, pero sus publicaciones en Reddit tenían una excepcional franqueza. La prosa de NooYawkCity no pasaba por un editor. Este es el más verdadero Anthony Bourdain, que escribe por el mero hecho de hacerlo, sin que importe su reputación.
22 de abril de 2015, 4:12 p.m.: “Después de 45 minutos de darme contra el suelo y eructar, es hora de dar vueltas en el aire en vivo. Alguien pone “Piña Colada Song” de Rupert Holmes y de inmediato un exluchador de 130 kilos que acaba de ser abandonado por su novia, desbarata mi guardia con enojo, me pone en control lateral y hunde todo su peso en mi mandíbula. Lleva un kimono Atama nuevo pero sucio. Lo siento encima mío como el queso siente al rallador. Escucho los ruidos terribles que hacen mis dientes y estoy seguro de que mis coronas van a explotar en cualquier momento. “Jabba El Luchador” ha estado comiendo en Subway. En su aliento puedo oler esas cebollas rancias, avinagradas y cortadas en rodajas que lamentablemente no logran enmascarar el horrible miasma de culo de pantano que se desprende de sus muslos sudorosos. Cuando mis dientes ceden, la música cambia a “American Pie” de Don McLean. Solo pienso en morir, pero ya estoy muerto.”
Bourdain siempre tuvo una extraordinaria capacidad para conectarse con todo tipo de personas. Se ha sentado a almorzar en cuclillas con un presidente estadounidense en un restaurante de Hanói, se ha parado a charlar con un vendedor de frutas en un mercado al aire libre de Senegal, se ha reído junto a un motociclista vestido de cuero al costado de una ruta en Beirut. Aún así, los practicantes de jiu-jitsu tuvieron el privilegio de tener un vínculo único con Bourdain durante los últimos años de su vida. Si bien su historia de amor con el deporte estaba bien documentada, aquellos que sudaban junto a él en las colchonetas llegaron a conocerlo de una manera muy íntima. Bourdain no era el tipo de famoso entrenado para manejarse en público siempre con el rostro impecable y el ego intacto. Así como metía las manos en el barro al entrar en contacto con personas, comidas y sabores en su trabajo, también buscaba la experiencia del jiu-jitsu sin filtros, el jiu-jitsu popular que hace la gente de verdad.
14 de agosto de 2014, 8:56 p.m.: “Rodando con otro cinturón blanco. No sabía nada, lo que está perfecto, porque yo tampoco sé nada. Pero el maldito tenía el físico de un camión volquete y además tenía gracia para moverse. Era un luchador, no tengo dudas. Qué tipo de luchador, no me lo imagino, pero se las arreglaba bien para darme patadas en la nariz y codazos voladores en el estómago, estilo lucha libre, y en general lograba controlarme fácilmente, cuando no estaba recostado sobre mis piernas o tratando de aplastarme de una manera ingeniosa con su enorme circunferencia. Ah, olvidaba que trató de arrancarme el pie. Fue… interesante. No creo que haya intentado una sola técnica de jiu-jitsu que yo conozca, y plantearle el tema de una forma constructiva habría sido difícil ya que solo se comunicaba con gruñidos monosilábicos y evitaba el contacto visual.”
“¿Cómo ser amable en este contexto? No quiero volver a cruzarme nunca más con esta topadora asesina. ¿Qué hago, me voy al otro lado del salón cuando se acerca? ¿Hablar con el profesor y rogarle que se lleve a Godzilla de regreso a Monster Island? ¿Dispararle con un dardo tranquilizante para ponerle un rastreador y ver si hay otros de su especie? ¿Cuál es la respuesta adecuada?”
23 de diciembre de 2014, 4:41 p.m.: “Estoy planeando un viaje a Budapest y espero seguir el ritmo que tengo. Clases privadas o una academia común y corriente o las dos cosas. ¿Alguien tiene alguna experiencia o sugerencia? [. . .] Leí un relato francamente aterrador que describe enormes hombres bestia del tamaño de un obelisco y adictos a la rabia, capaces de derribar una pared, pero con la esperanza de que sea una tontería apócrifa. ¿Alguien sabe algo?”
La devoción de Bourdain por el entrenamiento dio sus frutos: en 2016 compitió en el abierto de jiu-jitsu brasileño de Nueva York y ganó la medalla de oro. Mientras tanto, NooYawkCity ocasionalmente se aventuraba en otros foros en Reddit. Éxadicto como era, una vez se agarró con un troll que pedía un reality show de exadictos famosos a los que les ofrecieran droga para hacerlos luchar contra una posible recaída: Sos una persona horrible, le escribió, merecés perder el control de tus esfínteres y cagarte y mearte en tu ropa interior por los siglos de los siglos.
Otra vez comentó la cuestionable destreza marcial de Steven Seagal: “Seagal es un hijo de puta, especialmente si te le parás enfrente cuando va rumbo al buffet de pastas calientes del tenedor libre. Su melena es definitivamente mortal. Si se despeina y justo andás cerca, podría asfixiarte. Una vez se preguntó si el comentarista Joe Rogan podría vencer al actor Wesley Snipes en una pelea: Puedo decirte por experiencia personal que NO te interesa tener los brazos de Rogan cerca de tu cuello. Te arrancaría la cabeza. Y disfrutaría haciéndolo. Destruiría a Snipes. Al hospital, derecho.”
Pasados unos años, NooYawkCity comenzó a exponer su verdadera identidad. En un foro sobre adicciones en el que un usuario mencionó una noche de bebida en su programa Parts Unknown, escribió: Tendría que aclarar que la “noche de bebida” en Chiang Mai se filmó con un croma e iluminación de estudio en el transcurso de una semana. La televisión no siempre es en tiempo real.
En 2016, Bourdain respondió a una pregunta sobre una foto que había publicado en Instagram de su oreja recién destrozada (duele como la mierda). También se refirió a un rumor de que Ottavia lo había sobornado en broma con un opiáceo para que la acompañara a la clase de BJJ. Sería una sospecha razonable.
La última publicación de Bourdain en r/bjj fue el 5 de enero de 2017. Su última referencia al jiu-jitsu en Instagram, una foto solemne con su kimono, fue dos días después. Busia confirmó que siguió entrenando. Su última sesión fue el 31 de mayo de 2018, ocho días antes de morir. Estaba claro que el BJJ tuvo una influencia positiva en su vida, como reemplazo de la adicción.
12 de diciembre de 2014, 3:16 a.m.: “Durante más de 40 años mi vida giró en torno a las drogas. El alcohol y los cigarrillos eran casi la música de fondo de mis drogas preferidas (heroína y cocaína). Ya no tomaba drogas pero tomaba un montón de alcohol hasta que comencé BJJ; en ese momento, la costumbre de ser aplastado todos los días hizo que el alcohol fuera una opción mucho menos atractiva, y los cigarrillos quedaron fuera de discusión. Francamente, el BJJ como adicción ha reemplazado a mis anteriores adicciones. Si estoy lejos de mi academia, me desespero buscando un lugar donde entrenar, como un drogadicto en busca de metadona. Mi estado emocional, cuando estoy privado de entrenamiento, es como el del adicto que sale en busca de droga.”
Pero también queda claro que Anthony Bourdain no se entrenaba para tener un estilo de vida más saludable. No se entrenaba para vivir más tiempo ni para librarse de sus demonios. Cuando su nivel de celebridad estaba en su apogeo y no podía caminar por la calle sin ser reconocido, el jiu-jitsu le dio a Bourdain un mundo nuevo y anónimo, uno en el que pudiera ser solo una persona más.