“Es necesario evitar que cierren lugares culturales”, dice José Luis Cameron, de la productora Gonna Go. “Cuando salimos en cero después de un show, nos chocamos los puños y celebramos no perder plata”, dice Gerardo Rojas, de la Sala Siranush
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“Las próximas tres semanas son clave”, dijo el presidente Alberto Fernández el martes por la tarde en un mensaje grabado desde la Quinta Presidencial de Olivos: con récords de contagios en los últimos días, el presidente anunció nuevas medidas restrictivas y algunas de ellas afectan otra vez la industria musical que desde el último trimestre de 2020 trata de recuperarse por los meses que estuvieron sin trabajar, con los shows al aire libre mediante el sistema de “burbujas” o conciertos en lugares cerrados con aforo reducido y sistemas de ventilación.
Luego de conocerse las restricciones de horarios, que obligaron a reprogramar varios conciertos ya anunciados en lugares cerrados, y la suspensión de los recitales al aire libre en varios distritos del país, músicos y músicas, productores y productoras, mánagers, técnicos y técnicas, entre otros integrantes de la escena musical, cuestionaron la medida. “El teatro y la música son seguros de noche y de días. Cumplen con los protocolos, garantizan cuidados y generan trabajo. Cerrarlos a las 22 horas es sinónimo de cancelación inmediata de obras y conciertos y un deterioro irrecuperable del tejido cultural”, escrito sobre una placa roja es el mensaje que circuló desde la cuenta de Instagram de la Asociación Civil de Managers Musicales Argentinos (ACMMA) y que se replicó por las redes sociales, junto a anuncios de cancelación de fechas. Más tarde, agregaron otro posteo con la leyenda “La música en vivo con protocolo no contagia”.
Con la segunda ola de contagios tomando fuerzas, el nuevo cierre de actividades era algo que desde la industria sentían que podía suceder en cualquier momento. Off the record, desde mediados de marzo que los productores vienen diciendo “en una semana parece que se cierra todo”. La posibilidad de volver atrás fue una amenaza que en este tiempo se mantuvo presente para la cultura: el impulso alcanzado en los últimos meses por artistas, salas de teatro y shows en vivo se vio siempre dividido entre el entusiasmo de retomar el trabajo y la falta de certezas a futuro. Al desafío de haber atravesado tanto tiempo sin poder abrir sus espacios, reestructurarse a los nuevos protocolos y así reanudar sus actividades, se le suma ahora otra etapa de cierre que vuelve a poner en jaque lo más importante: conservar los puestos de trabajo.
El espejo europeo, los meses de “ventaja” estacional”, fue en el que la industria nacional intentó mirarse y con eso tomar decisiones. “Ese tiempo sirvió porque los protocolos que se hicieron en shows al aire libre o salas fue en referencia a experiencias que se llevaron adelante en otros lados del mundo”, dice José Luis Cameron, el director del Teatro Ópera de La Plata y director de la productora Gonna Go que realiza shows en el predio abierto de Mandarine Park. Al menos por tres semanas, esos espectáculos no podrán realizarse más. Tampoco en Obras o en el Hipódromo de Palermo, espacios que tenían permisos especiales para realizar conciertos y fiestas al aire libre. Y después ya estará más cerca el invierno
Los meses sin poder trabajar durante 2020 fueron un desafío disímil para todos los eslabones de la cadena. Cameron mira más allá de su sala y su productora e intenta ver cómo la crisis afectó otros espacios que puede que no logren sobreponerse a tanto tiempo sin trabajo. “Algunos estamos haciendo fuerza para ponernos de pie, pero otros no tienen las herramientas para levantarse. A esos hay que darles una mano, ayudarlos, para que no sean parte de esos locales o emprendimientos que cerraron durante la pandemia”, dice. “Es difícil atender a cada caso, porque nos afectó a todos como sociedad, pero es necesario evitar que cierren lugares culturales. Hay que relevar, ver quiénes precisan una atención o qué artistas no están pudiendo salir a trabajar”.
“Fueron nueve meses que estuvimos sin abrir y el Estado nos pudo asistir con el pago de un porcentaje de los salarios de los empleados”, cuenta Gerardo Rojas, el gerente de la Sala Siranush, un teatro ubicado en el corazón del barrio de Palermo. Con el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), los venues y productoras pudieron abonar un porcentaje de los sueldos correspondientes a la plantilla de trabajadores, pero eso no alcanzó. “Nosotros tenemos una planta de 50 empleados. Cuando ya no estaba esa ayuda debíamos sacar plata de donde no había. Creo que las actividades se empezaron a abrir porque ya no se podía seguir pagando cosas sin trabajar”.
En 2020 y luego de la articulación de asociaciones, sindicatos, federaciones y cámaras vinculadas a la música, se aprobó un protocolo que permitió volver a la actividad, primero al aire libre y luego al interior con un aforo reducido. “Nuestra sala está habilitada para 440 personas sentadas y 1000 paradas. Actualmente, por la medidas de distanciamiento social, quedó un total de 210 espectadores”, cuenta Gustavo Florio, el encargado de Siranush. Sin embargo, para reabrir también debieron afrontar modificaciones edilicias. “Tuvimos que hacer una inversión fuerte en la contratación de un ingeniero para que haga el cálculo de los metros cúbicos de oxígeno y así calcular el público de la sala”, dice Gerardo. “Se modificaron los aire acondicionados de la sala y se le hizo el cambio de los filtros por unos especiales que se llaman A7. Todo eso para poder abrir y cumplir las normas sanitarias”.
“Económicamente es sumamente negativo. Cuando salimos en cero después de un show, nos chocamos los puños y celebramos no perder plata. Es muy desgastante, es más la presión que tenemos. Es mayor la responsabilidad, son mayores los gastos. No solo se redujeron los aforos sino que se incrementaron los gastos”, analiza Gerardo.
De cara a la llegada del frío y la incertidumbre que impera luego de estas tres semanas de cierre, la imposibilidad de continuar con la realización de shows al aire libre, las adaptaciones en base a normativas y protocolos de las salas de teatro y shows en vivo es clave. Sin embargo, la realidad indica que no todos los espacios han podido afrontar esas modificaciones estructurales. Un nuevo cierre necesitará, de forma sustancial, un acompañamiento del Estado. El programa Reactivar Escenas del Ministerio de Cultura de la Nación, por ejemplo, fue apoyo económico para impulsar el regreso a la actividad en espacios independientes de teatro y música de todo el país en el que se cubría el 30% del aforo. El ATP, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) u otros apoyos serán necesarios en un sector imposibilitado para trabajar. Ahora el Gobierno analiza ampliar los alcances del programa REPRO II -destinado a cubrir una parte del sueldo de trabajadores de empresas en crisis- y resta saber si los proyectos y emprendimientos de la industria del entretenimiento en vivo estarán dentro de los nuevos beneficiarios.