Se reedita en vinilo doble el único e impactante trabajo de Dios, el trío de culto que integraron Pedro Amodio, Tomás Nochteff y Javier Aldana
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Uno de los más impresionantes discos argentinos de 2021 tiene veinte años. Es un vinilo doble, una edición que normalmente se describiría como “de lujo”, con tapa desplegable, un disco en plástico rojo sangre y, el otro, gris metálico. La banda que lo firma tiene un nombre conciso e inapelable como su música y su formación: Dios. Y detrás de todo esto hay una historia clave dentro del under de los 90. Porque esta es la reedición vinílica del único CD de Dios, editado en 2001 por F.A.N., el sello discografíco de Suárez (y producido por su guitarrista, Gonzalo Córdoba), otros referentes indie de aquel accidentado fin de milenio.
Dios fue un trío porteño integrado por Pedro Amodio en voz, Tomás Nochteff en bajo y Javier Aldana en batería. “100 % libre de guitarras”, como ellos mismos aclaraban en su primera producción, previa al CD, editada solo en casete, grabada en vivo en el Centro Cultural Rojas, donde dieron algunos de sus conciertos más memorables, claro que solo recordados por no tantos testigos. Un experimento de culto que ya hasta mereció su documental, Escuchar a Dios (Mariano Báez, 2013).
Su sonido podría describirse a medias con etiquetas como postpunk y dub, que se pondrían de moda más de una década después de que Dios tuviera el gesto de dejar de existir. Aunque hacerlo sería una injusticia de lo más irónica, porque, más allá de las influencias, la voluntad de Dios fue siempre trascender los géneros y soltarse de las ataduras estilísticas.
“Esa formación fue un atajo para nuestra intención de hacer algo original. Entendimos que una formación tan rara nos obligaría a ser extremadamente personales. Así que, después del primer ensayo, dijimos: ‘¿Buscamos guitarrista? ¡No!’”, cuenta Nochteff sobre el nacimiento de Dios desde Berlín, donde se radicó hace años y donde hoy opera con el no menos radical, pero aún más compacto, dúo Mueran Humanos (“Dios me enseñó que una banda de rock puede ser cualquier cosa, que no hay límites”, dice).
Nochteff era el artífice de unos patrones de bajo punzantes, reiterativos y, de pronto, con todo el peso armónico, rebotando sobre las bestiales bases de Aldana, eslabón perdido entre lo absolutamente primal y un avant garde inconsciente. Y esos cataclismos sónicos, rockeros hasta la médula, pero sin una sola guitarra, plantaban la escenografía justa para la entrada de Amodio, más que cantante un relator de viñetas urbanas, sórdidas y nihilistas como “La comparsa fugitiva de la noche”.
Digamos que la mueca de Dios no encajaba con la algarabía uno a uno de buena parte de los 90 en la Argentina. Sí se vinculaba, en todo caso, con el otro lado de una política económica que pronto descubriría su cara más dramática. Dios tocó precisamente durante toda esa década y, como se vería demasiado tarde, la crisis postconvertibilidad no los tomó por sorpresa. Todo lo contrario: quizás hasta exageradamente, su disco, ahora reeditado, ha sido ponderado como un soundtrack adecuadamente opresivo para el cataclismo modelo 2001.
“El grupo termina con la crisis de 2001. Como dice Burroughs, en pleno ‘almuerzo desnudo’, el momento en que todos se dan cuenta de lo que tienen en la punta del tenedor; cuando muchos dijeron ‘¿qué pasó? ¿Qué fue esto?’”, recuerda Tomás.
La reedición en sí también tiene lo suyo. Fue propiciada por Calar, sello del argentino Cristian Alberto López, basado en San Francisco, California, desde 2009, y resulta de un proyecto que comenzó justamente 25 años atrás, cuando el disco de Dios ni siquiera exisitía. “El sello nació la madrugada de 1998 en que Tomás me dijo que comenzarían a grabar el disco”, reconoce Cristian, responsable de un catálogo que mezcla a argentinos como Suárez, Gabo Ferro y Cuzcos con el finlandés Jimi Tenor y los californianos FpodBpod.
“Que exista Dios es, para mí, un milagro –confiesa López–. Los artistas extraordinarios son personas difíciles. Y en Dios se juntaron tres tipos difíciles y extraordinarios. Así que me siento muy agradecido por haber contado con su confianza”.