De dónde salieron “Quema el celo” y “Rock de las abejas”, las dos canciones inéditas que Indio Solari publicó en los últimos días en YouTube, y cómo fueron los días brasileños de Los Redondos en Brasil
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Primero fueron las zapadas hogareñas, un momento de recreación con el plano de cámara estilo selfie -ajustado desde los hombros hasta las rodilladas- y las manos de “El Cantante tímido” provocando un rasguido suave sobre las cuerdas del merlin, las versiones en directo de viejos clásicos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en locales recónditos del conurbano. Después aparecieron algunos retratos intimistas de la banda en camarines, recuerdos del álbum familiar, dibujos que utilizó para la promoción de sus conciertos y collages digitales que fueron descartados de la portada de algún disco. Desde el desembarco en las redes sociales y la inauguración de su canal oficial de Youtube, en marzo de 2019, Indio Solari ha compartido con sus seguidores gran parte de su archivo personal.
Siguiendo con la idea de sacar a la luz el material que atesora desde hace varias décadas en su estudio hogareño y antiguas grabaciones que recuperó en los últimos años a través de allegados, el jueves 30 de septiembre Indio sorprendió con la publicación de los registros originales en estudio de dos canciones de los Redondos hasta ese momento inéditas, “Quema el celo” y “Rock de las abejas”.
Ambos temas, que integraban la lista de los shows de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en la mitad de los ‘80 y Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado rescataron en el último concierto por streaming desde Villa Epecuén, fueron grabados en 1995, en los estudios Be Pop de San Pablo, Brasil, por el ingeniero Néstor Madrid (ex bajista de los Redondos a finales de los 70) y, a diferencia de “Blues de la libertad” y “Mariposa Pontiac – rock del país”, terminaron siendo descartados para Luzbelito (1996).
“Me alegra que esas músicas ahora sean publicadas porque son momentos de verdad, un registro de ellos en estudio, tocando juntos, importantísimo para estas generaciones que seguramente no han podido escuchar en vivo a los Redondos”, dice Néstor Madrid desde Brasil a ROLLING STONE, sorprendido por la noticia de que el Indio haya decidido compartir esas canciones. “Todavía faltan salir dos más, porque en total grabamos seis. Pero no recuerdo qué temas eran”.
En 1995, Indio, Skay Beilinson, Semilla Bucciarelli, Sergio Dawi, Walter Sidoti y la Negra Poli se instalaron en San Pablo con el plan de grabar canciones de la primera época del grupo que el público conocía de shows y grabaciones piratas para lo que sería el álbum sucesor del doble Lobo suelto/Cordero atado (1993).
“Las historias apócrifas dicen que fue una idea de Poli y Skay, que el tirano no tomó de muy buena gana hasta que al final dijo no... Yo no recuerdo haberlo vivido de esa manera”, dijo Indio en su libro Recuerdos que mienten un poco: memorias, en conversaciones con Marcelo Figueras (2019). “No tengo claro si fue una idea por la positiva, o si simplemente dijimos de aprovechar la oferta de grabar con la mejor big band del Brasil, la Mantiqueira, y dejar registradas esas canciones viejas de algún modo. Una forma de sacárnoslas de encima. Yo tenía mis reticencias, pero no quise adelantarlas. Dije: ‘OK, vamos’. Rockanrolear temas viejos en directo se parecía mucho a un viaje de joda, una estudiantina”.
A 26 años de aquella experiencia que quedara inconclusa en tierras brasileñas, Madrid recuerda el proceso de logística que le llevó dos meses de pre producción, en los que se encargó de coordinar los transportes, hoteles y restaurantes. “Mi conexión fue siempre con Skay, que era muy tímido. Entonces la Negra Poli era, como siempre, la que hacía los movimientos para que todo pasara”, dice Madrid. “Ellos trajeron todo lo necesario para la grabación (más de 200 kilos de exceso de equipaje: dos cases llenos de cintas) y yo dentro del estudio monté un bar con una heladera y una serie de elementos que les brindaran el confort necesario para poder estar las 24 horas ahí adentro. Aunque claro que no estuvimos todo ese tiempo”.
Lejos de la rutina de Buenos Aires y al ritmo frenético de una ciudad como San Pablo, Néstor recuerda el clima de trabajo muy peculiar que se generó por aquellos días y la energía fantástica que había entre los Redondos. “Vivíamos en el mismo flat, íbamos juntos al estudio, que estaba alquilado las 24 horas, entonces pasaban el tiempo zapando o conversando”, dice. “Para mí fue algo antológico”.
El técnico propuso grabar las canciones inéditas de la primera época con los músicos tocando al mismo tiempo y, para eso, utilizó una mesa analógica con ecualizadores live de 48 canales y alquiló los mismos equipos que usaban en los conciertos. “Grabamos en diferentes momentos: después de almorzar, de beber o psicodélicos”, explica Madrid. “Todas las voces que están ahí son las guías tomadas con un micrófono Shure dinámico mientras la banda tocaba. Por eso me parece también que mi aporte de tratarlo de hacer de esa manera fue importante y oportuno, porque no deja de ser un registro verdadero como puede ser un vivo. Lo único que grabamos por separado fueron los caños”.
En su biografía, Solari explicó que, a pesar de haberla pasado bien en Brasil porque tomó ese viaje como unas vacaciones, se dedicó a esperar qué pasaba con las grabaciones por respeto. “Me parecía que iba a salir mejor si lo grabábamos en vivo de verdad que así a mitad de camino, algo que no era ni chicha ni limonada. Y además jugaba en mí la necesidad de generar otra cosa, algo más profundo. Eso tenía mucha fuerza. A los quince días me entré a aburrir, que es lo peor que te puede pasar”.
La idea de potenciar en la grabación el saxo de Dawi con una sesión de bronces era algo que, según Madrid, había comenzado a planear desde antes de la llegada del grupo. “Yo trabajaba con La Mantiqueira desde hacía muchos años porque son músicos impresionantes, pero esperé a que estuvieran en Brasil para proponerles invitarlos a grabar, y la verdad que los tomé medio por sorpresa”, explica el técnico de sonido. “Skay estaba de acuerdo, pero al que tenía más que convencer era a Indio, que llevaba un poco la parte artística y tomaba las decisiones con Skay y Poli. Entonces una noche los llevé a cenar a un lugar en el que tocaba La Mantiqueira. Reservé la primera mesa cercana al escenario porque sabía que cuando empezaran a sonar los dieciséis caños, bajo y batería de la big band eso lo iba a estimular. Y así fue, Indio salió fascinado”.
La performance de La Mantiqueira en los seis temas que grabaron y los arreglos de vientos -a cargo del saxofonista Nailor Proveta Azevedo y del trompetista Walmir Gil- le aportaron al sonido de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota un halo de elegancia que hasta ese momento nunca habían conseguido.
Sin embargo, la experiencia de los Redondos en tierras brasileñas terminó en unas pocas semanas. El Indio dijo en su libro que los temas sin los arreglos de vientos sonaban fofos, como vacíos: “Las grabaciones no quedaron buenas, nuestro espíritu no estaba ahí. Y entonces nos volvimos. Tampoco hubo mucha defensa por el lado de Skay y Poli. Yo creo que sentían lo mismo que yo, pero como la idea había salido de ellos... Mi idea era aproximarme a Luzbelito pero no estaba en mis planes llevarlo a cabo dictatorialmente”.
De regreso a Buenos Aires con los seis temas registrados en cintas, Luzbelito comenzó a tomar forma en las nuevas composiciones de Indio, que parecía alejarse cada vez más de cualquier rasgo musical conservador del pasado para acercarse a las nuevas texturas. Apenas quedaría lugar en la atmósfera oscura y densa del nuevo trabajo para “Blues de la libertad” y “Mariposa Pontiac – rock del país”
“Indio no había quedado del todo conforme con esa grabación, pero un par de temas en los que habían contratado al team de bronces La Mantequeira sonaban increíbles”, recuerda Mario Breuer, ingeniero de grabación de Luzbelito. “Agarramos eso y lo invitamos a Lito Vitale a tocar un hammond en “Blues…” y el piano en “Mariposa…”.
Desde Brasil, Néstor Madrid dice que le pareció coherente la decisión de poner solo dos canciones que no irrumpieran con el concepto de unidad que finalmente tuvo el nuevo disco. “Claro que a mí me hubiese encantado que salieran las seis canciones que grabamos, pero estuve totalmente de acuerdo porque no encajaban en el nuevo discurso”, explica Madrid. “Pensando como productor musical, la decisión de ellos fue oportuna y correcta. Hay momentos en los que el artista debe ser racional y otros emocional. Creo que el mito de que hasta hace unos años existían cuatro canciones inéditas potenció más a esas dos que quedaron en el disco”.