Radicado en Los Ángeles, el ingeniero de sonido cuenta cómo arrancó de abajo hasta llegar a trabajar con Shakira, Elvis Costello y Juanes
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Dice que toca varios instrumentos, pero todos mal. Por eso se convirtió en productor. Sebastián Krys, argentino, 50 años, residente en Los Ángeles, es hoy uno de los ingenieros de sonido y productores más reconocidos de América Latina. Aunque no tan conocido en su propio país, cuenta con cinco Grammy de la industria en Estados Unidos y doce Grammy Latinos, mientras que su currículum es un variado cóctel de estilos, lenguajes y artistas como Gloria Estefan, Pink Floyd, Eros Ramazzotti, Shakira, Julio Iglesias, Alejandro Sanz, Ricky Martin, Juanes y (más recientemente) Elvis Costello.
“Con mi familia nos fuimos de Argentina en 1980, yo tenía nueve años y la dictadura estaba a tope, aunque creo que mi viejo ya tenía la idea de irse antes. La situación de incertidumbre era cotidiana. El oculista de mi mamá vivió el horror del secuestro de su hijo, que tenía 17, y eso fue un golpe muy cercano, el gran empujón. Como todos los argentinos que se iban en ese momento, la idea era irnos un par de años y volver. Pero nos quedamos”, cuenta Krys con tono tranquilo y pausado, y el acento argentino impoluto.
Reconoce que le costó adaptarse. “Antes vivía en La Lucila y teníamos mucha libertad. Por supuesto que no entendíamos nada lo que estaba pasando en Argentina. Mi realidad era la de un chico que andaba en bicicleta con sus amigos, así que el cambio, dejar de verlos y mudarme a Miami, adonde llegué sin hablar una palabra de inglés, fue un poco traumático”, sigue Sebastián.
Como adolescente en la Florida, el futuro productor se volcaría a la escena punk. “Mi entrada fue por The Police, que no se la cataloga como punk, pero a mí me hizo entrar al género. Igual, siempre fui abierto, escuchaba a los Clash y Ramones, y también me interesaba Peter Gabriel, cómo interactuaba con la música africana y se inspiraba en otras culturas. Mi viejo era super rockero y me mostraba sus discos de The Who y Beatles, mi hermano mayor estaba metido en la música progresiva. En casa se escuchaba rock clásico, punk, Genesis, Pink Floyd, Rush y Alan Parsons Project”.
Krys, por supuesto, no tardó en armar su primera banda. “Llegamos a tener cinco fans. Se llamaba Suburban Delinquents. Una etapa muy divertida, invitábamos vagabundos para llenar los lugares. Yo tocaba una guitarra que todavía tengo, una Rickenbacker de doce cuerdas parecida a la de Pete Townshend, que tocaba con toda la distorsión posible y sin afinador”.
Terminada la secundaria, Krys pensaba estudiar ingeniería de sonido en Los Ángeles o Nueva York: “Era la única forma de entrarle a la música por lo menos de algún lado. Venía del punk, no tocaba bien ningún instrumento. Ni como rockstar ni como músico tenía mucha carrera. Entonces, la ingeniería”.
Pero un problema de salud de su padre lo obligó a permanecer y buscar algo que hacer en Miami. “Un amigo me muestra en la revista Mix que estaba abriendo un nuevo estudio en la ciudad. Habré llamado durante dos meses, todos los días; la recepcionista me ignoraba. Pero un día, supongo que ella no estaba, atendió la manager del estudio y me dio trabajo sirviendo café”, recuerda con un tono casi nostálgico. El estudio era (y es actualmente) Crescent Moon, que fue creado y manejado por Gloria y Emilio Estefan.
Estudiar ingeniería de sonido quedó en pausa y Sebastián empezó a trabajar en los estudios de los Estefan. El primer crédito de su carrera sería en un EP de Jon Secada de 1992. “Aparezco como Assistant Engineer, una forma técnica y romántica de poner que servía café. Igual, el café es super importante en una grabación –dice entre risas–. Sin café no hay disco. Aprender en el estudio fue lo que más me sirvió. Empecé a ver el rol del productor, del músico y también del ingeniero. El trabajo del ingeniero es fundamental, es el que interpreta la estética del artista y el productor, como el director de fotografía en una película. Es el que tiene que plasmar la visión sónica de todos los que trabajan en una canción”.
Así, Krys se formó directamente en el campo. “Es la mejor manera. Primero buscás el café y la comida. Después empezás a tener un poco más de responsabilidades, desde poner los micrófonos, confirmar que todo funciona correctamente. El próximo paso es ingeniero de grabación. Y, si tenés talento y suerte, ingeniero de mezcla, antes de llegar a productor. Hay gente a la que le gusta quedarse en la parte de ingeniería. Yo quería llegar a producir”.
Krys fue partícipe y testigo de la explosión de la música latina en Miami en los noventa. Fue ingeniero de hits como “Ciega, sordomuda” (1998), de Shakira, y “Livin’ la vida loca”, de Ricky Martin; colaboró con Jennifer Lopez, Thalía, Enrique Iglesias y Paulina Rubio. ¿Cómo un chico punk termina involucrado con artistas que estarían en la vereda opuesta a su gusto musical? “Siempre quise vivir de la música. Mi idea fue aprender de los mejores y en los mejores lugares. Y, en ese momento, el mejor estudio de Miami era ese. No se trataba de qué música se estaba haciendo. La idea era poder lograr el mejor sonido sin importar el estilo. Asistí en sesiones de Julio Iglesias y Jon Secada pero también de Pink Floyd y Frank Sinatra. En ese abanico está lo que aprendés del laburo. Me encanta saltar de disco en disco y de estilo en estilo. Para mí, ir de algo tan latino como Gloria Estefan a una banda punk-ska como los panameños Los Rabanes es una actitud punk. Mostrar algo de inconformismo, hacer lo que quiero, no tener que hacer solo un estilo sino probar todos y aprender en el camino”.
Gracias a esa curiosidad, Sebastián llegó a trabajar con uno de sus ídolos personales, Elvis Costello, con el que ya grabó tres discos y un EP.
“Siempre fui muy, muy fan de Costello. Hace unos trece años, por las cosas del destino, él estaba en Estados Unidos haciendo unas composiciones para el ballet de Miami. Un muy amigo mío, Dan Warner, que en paz descanse, que era un brillante productor y guitarrista, me cuenta que lo habían convocado para tocar en la banda del ballet para ese mismo proyecto. Así que le pregunté si podría llevarle una guitarra Fender Mustang para que me la firmara. Pero después Dan me llama y me dice que Elvis preguntó de quién era la guitarra y que él le contó quién era yo y qué hacía. Costello le dice entonces que le gustaría conocerme. Justo tenía una sesión con Luis Fonsi, así que lo llamé y le dije que sería la única vez en mi vida que tenía que cancelar una sesión. ¡Fonsi, por suerte, escucha mi desesperación y me dice que todo bien! Me junté con Elvis y hablamos una hora”.
El argentino y el inglés mantuvieron desde entonces cierto contacto. Hasta que Krys le pidió conectarlo con Pete Thomas (eterno baterista de Costello) para ofrecerle ser sesionista para una banda con la que estaba trabajando, La Santa Cecilia. Elvis no solo lo hizo sino que escuchó el disco resultante y terminó invitando a cantar en vivo a la vocalista, La Marisoul. “Todas estas idas y vueltas hicieron que tuviéramos una relación un poco más orgánica los últimos tiempos. Y cuando Elvis empieza a trabajar en las maquetas de su disco Look Now, Thomas le dice que debería convocarme. Lo gracioso es que Pete me dijo, después, que Elvis le comentó que pensaba que yo quizás no querría trabajar con él... ¡con Elvis Costello! ¡De dónde habrá sacado eso! Cuando me llamó, más bien acepté y salí a festejar con mi esposa. Esa misma noche me entraron a llegar demos de Elvis. Prolífico, me mandó treinta canciones en doce horas”.
Krys produjo Look Now en 2018, con el cual Elvis volvió a grabar después de cinco años, tuvo críticas muy positivas y se llevó el Grammy al mejor álbum de pop tradicional. Luego, Purse, de 2019, un EP de canciones que Costello compuso con McCartney, Cash, Dylan y Burt Bacharach. Y Hey Clockface, de 2020. Todos títulos que volvieron a poner a Costello en las listas de mejores discos editados en esos años.
Paradójicamente, el productor trabajó poco con argentinos: “Pude colaborar con Diego Torres en algunas cosas y estuve con el disco que Soledad grabó en Miami para Emilio Estefan”, cuenta. “Cuando estaba en Miami vi la explosión de la música argentina con Fito [Páez] y El amor después del amor, y me parece que después la música se volvió un poco más insular, más metida para adentro. No tuve mucha oportunidad de hacer cosas en Buenos Aires. Ahora estoy muy entusiasmado con lo que escucho, está pasando por un gran momento, con artistas que están saliendo al exterior. Nathy Peluso y Paulo Londra me encantan, pero Paco y Ca7riel me sorprendieron, me parecen fenomenales”, dice Krys, actualmente al frente de su propia empresa, Rebeleon Entertainment, “una empresa de música. Hacemos todo el trabajo, firmamos artistas, manejamos productores. Somos de bajo perfil, pero nos está empezando a ir bien”. Mientras tanto, trabaja en un nuevo proyecto junto a Costello. “Me tiró una idea extraña y divertida. Grabar versiones en castellano sobre las pistas originales de su disco This Year’s Model (uno de sus clásicos, de 1978). Una idea crazy, según sus propias palabras, que lanzaremos en 2021”.