Cómo nació esta ruidosa crónica del punk politizado y la explosión del B.A.H.C. a principios de los noventa
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En los últimos años, autores y editoriales acataron como nunca aquello del hazlo tú mismo, mandamiento basal del rock independiente. Sin esperar a que lo hicieran los de afuera, se lanzaron a escribir y publicar, muchas veces en primera persona, las historias de escenas y de bandas propias y de colegas, pero siempre desde una perspectiva cercana y amateur.
El punk es una de las movidas más contadas del under porteño dentro de esta ola editorial. Inerme Libros, una de las editoras que más trabaja el tema, acaba de publicar (junto con Madreselva) un nuevo aporte a la bibliografía punk: Hazlo tú mismx, de Andrea Leal y Carlos Sanabria. Y estas historias de hardcore punk en Buenos Aires se leen sensiblemente mejor que muchos títulos anteriores en la mísma línea.
“Nuestras influencias vienen de otras cosas, no de libros de música. La ficción de Carver, o libros de no ficción como La voluntad, de Anguita y Caparrós, uno que me marcó bastante”, dice Sanabria, esclareciendo un poco por qué en estas páginas hay bastante más que un puñado de entrevistas a punkies amigos y nostalgias de noches de pogo.
Aunque también hay bastante de eso último en doce capítulos que repasan las carreras (y los sorprendentes presentes) de Diferentes Actitudes Juveniles, No Demuestra Interés, Existencia de Odio y otros grupos generalmente conocidos por sus tres siglas, que atronaron en aquella explosión del Buenos Aires Hardcore a inicios de los 90. Otros capítulos en cambio siguen los pasos de bandas más politizadas y menos inspiradas por el hardcore de Nueva York, como Detenido Desaparecido y Os Mocos. Hay incluso un rescate de chicas de la escena, como Brenda Cuesta y la enigmática Vicky, protagonista de una de las crónicas más originales.
“La intención fue combinar un poco de crónica, de entrevista y de perfil, y de abrir ventanas para el que quiera profundizar. Dentro del hardcore encontré mucho más que música y eso es lo que quiero reflejar”, dice Carlos, que con 34 años (Andrea tiene 30) siguió a Eterna Inocencia, pero era demasiado chico cuando el hardcore de Catalinas abarrotaba lugares como el teatro Arlequines, se daba a conocer con el compilado Mentes Abiertas y lograba bajar a Buenos Aires bandas neoyorquinas como Agnostic Front, Sick of it All y Madball. “Fuimos reconstruyendo a partir de lo que nos contaban. No lo vivimos, pero pudimos reconstruir algunos sucesos mejor que los que sí estuvieron”, aclaran después de más de treinta entrevistas y tres años de investigación.