Por qué es tan importante este documental que se estrenó por Disney+ y cómo Peter Jackson llegó a liderar este proyecto histórico
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El mito de los Beatles historizó, erróneamente y a lo largo de cinco décadas, que la ruptura de los Fab Four fue un proceso lineal y atribuible a un solo disparador: las sesiones infames de Let It Be. En busca de recuperar su frescura inicial, la banda había decidido componer y grabar un disco analógico, sin la pirotecnia de estudio que ellos mismos habían popularizado. Iban a hacerlo delante de una audiencia, y la experiencia culminaría con su primera aparición pública en años, ya que se habían ausentado de los escenarios por dos motivos: los predecesores de Let It Be eran difíciles de traducir al vivo, y la instancia de tocar delante de fans se había vuelto desdichada cuando el barullo comenzó a tapar los instrumentos. Pronto llegaron los rumores, algunos de ellos contradictorios entre sí: los egos en puja de Paul McCartney y John Lennon coagularon en odio, pero Yoko Ono separó a la banda y George Harrison fue quien desertó primero. Estos malentendidos se terminaron de canonizar con el film de Michael Lindsay-Hogg, que compartía el título del álbum y compilaba retazos selectos de las sesiones de Let It Be.
Get Back, la docuserie nueva de Peter Jackson estrenada por Disney+ el 25 de noviembre pasado, es el correctivo imposible que viene a despejar estos interrogantes y sentar la historia oficial de una vez y para siempre. Ensamblada a raíz de los descartes inéditos de Lindsay-Hogg, Jackson se remite a las pruebas entretejiendo más de 57 horas de fílmico y ciento treinta de audio en un rockumental al estilo fly-on-the-wall que registra a los cuatro músicos en sus salas de ensayo y cierra, como no puede ser de otro modo, con la primera restauración completa del último recital de los Beatles, el de la azotea de Savile Row. El resultado es el documento definitivo sobre la banda, destronando del podio a Revolution in the Head de Ian MacDonald.
“Si la película Let It Be es lo que permitieron que el mundo vea, ¿qué era lo que no querían que se viese?”, dijo Jackson en una conferencia para la prensa latinoamericana. “Este material increíble que los mismos Beatles ocultaron deliberadamente durante cincuenta años porque creían que era horrible en verdad no lo es”. Por el contrario, el archivo sobre el que se edifica Get Back es un vitral de escenas de afecto y complicidad. Ringo se emociona viendo a Paul tocar “Let It Be”. John siente lo mismo con “Strawberry Fields Forever” pero, siendo John y teniendo que oponerse al sentimentalismo, lo camufla. John y Paul reconocen por lo bajo que subestimaron a George y lo reciben de vuelta en el estudio entonando “You Are My Sunshine”. George, en un acto de reconciliación, termina de pulir la canción de Paul que había causado el distanciamiento inicial.
El recorte autoral de Jackson, sin embargo, dista de presentar una versión sanitaria de la historia. En el primer episodio, los Beatles llegan a un lote mal acustizado llamado Twickenham, con escasas ideas sonoras, lo que frustra a Paul. Él y John excluyen a George de “Two of Us”, John subestima su boceto de “All Things Must Pass”, y Paul cuestiona el acorde que sugirió para “Get Back”. La partida de Harrison funciona como motor dramático y, sin su apoyatura, las sesiones devienen en caos. “En las 130 horas de audio, ningún Beatle le dice una sola palabra enojada a otro. Está, obviamente, el momento famoso de Let It Be donde Harrison afirma: ‘Voy a tocar lo que quieras o no voy a tocar nada’, pero no le está gritando a Paul. Ese es George sintiéndose molesto nada más, no está separando a los Beatles. Su amistad persiste al final”.
La mala reputación adjudicada al período de enero de 1969, en verdad, corresponde a mayo de 1970, que fue cuando se estrenó la película de Lindsay-Hogg, a un mes de la separación del grupo. “Todos leían que los Beatles se estaban separando, fueron a ver la película y asumieron que la separación que salía en los titulares era esa”, aclara Jackson. “Estaban fuera de sincro por quince meses, porque superpusieron los titulares de abril a la película que vieron en mayo”. El traslado de los Beatles a Savile Row y la integración del tecladista Billy Preston, ambas presentes en Get Back, son pruebas inequívocas a favor del 1969 como un año dichoso para los Beatles.
Otro concepto reafirmado por Let It Be y desmitificado por Get Back es que la presencia de Yoko Ono separó a los Beatles; que, incluso en términos de distribución espacial, Lennon y Yoko estaban en un extremo del estudio y los otros tres en el opuesto. La película exhibe a una Yoko integrada que nunca interfiere, y a Macca augurando el tratamiento sexista que vendría. “Cuando alcanzás el nivel de fama que tuvieron los Beatles, todo lo que se reporta termina siendo distorsionado por el paso del tiempo al punto de volverse un mito en blanco o negro. En el caso de Yoko, o no estaba en el estudio o estaba ahí separando a la banda. La verdad es mucho más matizada”. Sobre la idea de McCartney como un líder mandón, el documental ofrece su posición verbalizada: “Quiero que este disco salga bien porque sé que nos vamos a ir y probablemente sea el final”.
McCartney había conocido a Jackson en la premiere de The Lord of the Rings: The Two Towers, pero la génesis de Get Back se remonta a una reunión más reciente que tuvo el director neozelandés en Londres con Jeff Jones y Jonathan Clyde, autoridades de Apple que lo citaron para hablar sobre realidad virtual. La conversación viró hacia una muestra de los Beatles, y el equipo le reveló a Jackson sobre la existencia del material rescatado. Jackson se ofreció como voluntario para un posible documental: “Les dije: ‘¿Ya tienen a un realizador? Porque van a necesitar uno’. Me dijeron que no y les contesté: ‘Bueno, tengo un poco de tiempo libre. Tengo un par de años libres. Si les interesa, por favor tenganme en cuenta. Y lo hicieron”. Get Back fue restaurada en Park Road Post Production con un software que el equipo de Jackson había diseñado para They Shall Not Grow Old, su película anterior.
El resultado es prístino. “Como fan de los Beatles, siempre tuve la fantasía de que alguien invente una máquina del tiempo para ir a su estudio y sentarme en una esquina. Por eso, con este archivo, no incluí entrevistas modernas. No quería que la película se interponga, no quería que luzca granulada. Quería que luciera como si estuviésemos en ese cuarto sin la mediación de fílmico”. Lo más difícil de recuperar fue el audio, que implicó el desarrollo de una inteligencia artificial entrenada para identificar y aislar los distintos sonidos registrados en mono. Por otro lado, sincronizar 57 horas de fílmico con 130 de audio fue un trabajo manual que le tomó un año a Jackson y su editor, Jabez Olssen. Completar la película después de eso implicó tres más: “Soy consciente que, como fan, todo lo que no incluyamos va a guardarse otra vez por más de cinco décadas. Tengo la responsabilidad de seleccionar todo lo valioso”.