Francisco Postiglione, 24 años, streamer, empresario a cargo de 160 empleados y nombre fuerte del sorprendente negocio de los esports en la región, ahora sueña con la gloria
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“Mi sueño es tocar la gloria a nivel internacional con 9Z, que por primera vez un equipo argentino pueda llegar al top mundial”, afirma Francisco Postiglione en un bar de la calle Honduras, en Palermo, a menos de cien metros de una de las tres Gaming Houses (las otras, en Belgrano y Recoleta) de su equipo, 9Z Team. Tiene cerca de un millón de seguidores en Twitch (la plataforma de streaming de video en vivo que terminó de explotar con la pandemia) y sumando Instagram, Twitter y YouTube supera los 2 millones y medio. Pero pese a esas cifras y a un público fiel, dice que ya no le gusta tanto formar parte de esos espacios porque siente que necesita encontrar un perfil más adecuado a su “rol”. Con solo siete años en el mercado laboral, Frankkaster (alias con el que se lo conoce en la comunidad streaming) es el creador y director de una empresa con más de 160 personas trabajando, entre jugadores contratados por temporada y el staff fijo.
Su presente está lejos de aquel joven de 17 años que vivía en Tolosa, La Plata, a unas 30 cuadras del centro de la ciudad. Hoy maneja un equipo de esports que evolucionó en poco tiempo al estatus de negocio con proyección internacional y que compite en los torneos más importantes del mundo. “Esto arrancó como un juego, no te voy a mentir. Éramos un grupo de amigos que jugaba Fortnite y que necesitaba un sustento para que cada uno tuviera una buena computadora y compitiera. Así, literal, ¿eh? Con tiempo y constancia, pintó el primer viaje, pintaron los contratos y los sponsors”, relata con un gesto de cansancio, como para enfatizar el recorrido vivido.
“Un día los chicos de 9Z empezaron a jugar con unas latitas de un auspiciante nuestro y les dije ‘¡No, no le entren al producto! ¿Qué hacen?’. Terminé convirtiéndome en un chabón de 40 que controla que los pibitos se comporten... Pero la realidad es que tengo 24, igual que ellos”.
Frankkaster stremea desde hace 7 años. Comenzó con Coscu, el popular streamer argentino que tiene una enorme comunidad en Twitch de 2.584.000 de seguidores. Ofició, al principio, como moderador de chat, responsable de que se cumplan las condiciones establecidas por el streamer como regular los comentarios y bloquear insultos o agravios. Hacia 2016, logró pararse frente a la cámara e ingresó en las llamadas Coscu Army y Coscu Army Esports, como parte de sus equipos competitivos. Tiempo después, ese equipo se disolvió, Fortnite empezó a tomar fuerza y Francisco decidió, en agosto de 2018, lanzar su propia escudería de esports. En poco más de dos años, Frankkaster se afirmaba como referente del streaming de videojuegos, pero también de los deportes electrónicos. Dejó su trabajo en una financiera y la carrera de Geofísica en la Universidad de La Plata. “Tenía la cabeza puesta en otro lado”, cuenta.
A ese momento de crecimiento, de dejar la Coscu Army para fundar su propio equipo, lo toma como bisagra en su vida. “Fue una decisión de las dos partes, 50 y 50. Se llegó al punto de desgaste. No compartía momentos con ellos porque estaba todo el día afuera, estaba mucho con lo mío, con mi proyecto, con 9Z. En esa época armé la primera Gaming House y el equipo de League of Legends. Después, tuve mucha suerte porque la vida me fue poniendo delante gente que me bancó”.
Frankkaster entendió algo. Para darle con todo a su proyecto más ambicioso, ya tenía una de las columnas: era reconocido y podía vender su contenido para tener con qué pagarles a los jugadores. Muy a grandes rasgos, para poder armar y sostener un equipo propio son necesarios un nombre, un escudo o logo, elegir una o varias disciplinas en las que se competirá y reclutar jugadores. Una vez completada esa etapa hay que salir a buscar cupos de cada competencia, o sea, intentar clasificar a torneos y ligas (en algunos torneos también se pueden comprar esos lugares). Respecto a los ingresos, no dista mucho de los deportes tradicionales: sponsors y premios en efectivo de las diferentes competencias. La mayor ventaja por encima del deporte tradicional: las competencias, al ser online, se pueden disputar con cada participante (que promedian los 20 años) desde su casa, aunque los equipos más destacados están implementando las gaming houses, casas en las que conviven, entrenan y compiten.
Nació el 17 de abril de 1997 en La Plata, el mismo año en que, en Argentina, comenzaba a funcionar el servicio de Internet por banda ancha, el inicio del fin para las interrupciones telefónicas por el ruidito de conexión o los turnos familiares para ocupar la línea. Poco más de 20 años después, Frankkaster conseguiría sus primeros 120 dólares por sus transmisiones (las plataformas de streaming de video en vivo les pagan a sus streamers por cantidad de público), algo que recuerda con nostalgia. “La vida me trató bien y siempre fui un chabón que quiso un poco más. Nunca pude conformarme con ser streamer, con trabajar en una empresa de finanzas, tampoco con 9Z”.
9Z Team es hoy uno de las organizaciones más populares de Latinoamérica de los deportes electrónicos: casi 500.000 seguidores en Instagram, 62.000 en Twitch y 125.000 suscriptores en YouTube. En la parte competitiva superan la barrera de 30 torneos ganados entre todos los equipos y disciplinas (cada organización puede tener diferentes equipos, depende el videojuego: uno de Free Fire, otro de Counter-Strike, otro de League of Legends, incluso de cada videojuego existen diferentes torneos tanto nacionales como regionales o internacionales). Pero de tantos títulos se destaca el quinto puesto de Thiago “King” Lapp en la Fortnite World Cup de 2019, en la que el ex 9Z se llevó, con 13 años, casi un millón de dólares, una cifra excepcional que fue noticia en Argentina; y, el mismo año, el campeonato local de la LVP en League Of Legends, en el estadio Obras en 2019.
Esa noche Frankkaster era un barrabrava más. En Argentina, equipos como Isurus, Furious Gaming, Malvinas Gaming y Flow Nocturns Gaming, hicieron escuela. Aunque 9Z es uno de los más populares en toda la región, Frankkaster entiende que todavía queda terreno por conquistar: “Una persona de 30 años para arriba que no es gamer, lo primero que piensa de un pibe que juega a los videojuegos es que pierde el tiempo, que es un chabón comiendo papas fritas y tomando gaseosa. Y nosotros tenemos estándares competitivos altísimos, muy lejos de ese estereotipo. Creo que, desde que llegó 9Z, la escena de los esports se lo tomó más en serio. El norte al que apuntamos no es el mismo al que apuntaban los equipos antes. No me quiero creer que hoy somos el estándar, pero cambiamos la escena en un montón de cosas”.
El contexto para la expansión que sueña Frankkaster es propicio: hoy la plataforma más importante de streaming de video es Twitch, empresa de Amazon desde 2013, que el año pasado rompió récords inesperados: 17 mil millones de horas vistas en todo el mundo y un incremento del 83% respecto a 2019. Si se analiza solo el mercado de idioma español, los números son aún mejores: creció un 369% y las transmisiones alcanzaron 1.400.000.000 de horas vistas según el informe anual de Newzoo Global Esports & Live Streaming Market Report. Dentro de este mismo documento, la otra pata del negocio, que son los deportes electrónicos, se espera que alcance a 474 millones de personas en 2021.
El año arrancó con cambios fuertes para 9Z: Frankkaster tomó la dirección deportiva e hizo modificaciones en los equipos de Counter-Strike: Global Offensive (CS: GO), Free Fire y Rainbow 6, y uno de los objetivos más ambiciosos es dar pelea en Estados Unidos: “Estamos listos para hacer historia, vamos a llevar el gaming de Argentina a otro nivel. Quiero que seamos un ejemplo de esports, que nuestros jugadores lleguen a lo más alto del mundo”, se arenga mientras aprieta el puño y sus ojos se transforman como queriendo visualizar y materializar esa victoria que proyecta. “En la Free Fire League queremos ascender, en el CS:GO planeamos viajar y seguir compitiendo porque mi equipo está muy bien posicionado en el torneo brasileño. Creo que a una MDL (Mountain Dew League, la segunda competición del circuito de CS:GO en Norteamérica) puede llegar tranquilamente para intentar clasificar a una Pro League, el sueño de cualquier equipo argentino. Nunca se lograron buenos resultados en ese torneo y creo que por fin pude, después de años, armar un equipo que tiene una sinergia que lo haría posible. Nos estamos preparando full para traer todos los títulos que se pueda”.
Francisco tiene su casa, un equipo de esports de los más importantes y una empresa con proyección internacional. Es un modelo de éxito, al menos en lo material, por sus ingresos y profesión. Pero sorprende un poco al confesar que le gustaría compartirlo todo con alguien muy especial: su abuela Nene, que falleció hace 8 años. “Fue el golpe más duro de mi vida, pero, a la vez, es feo decirlo, eh, pero fue positivo porque me hizo cambiar completamente como persona”, recuerda. A Nene, la considera su mayor sostén y ejemplo: “Nunca paró de trabajar. Viví un tiempo con ella en mi adolescencia y se convirtió en mi contención maternal. Ella era una guerrera porque, a pesar de hacerse diálisis, porque no le funcionaban los riñones en el último momento, aun así iba a trabajar con toda la energía”, relata Francisco entre lágrimas. Frena a tomar agua y continúa: “Me enseñó muchas cosas, mi abuela. Y me encantaría poder contarle y mostrarle todos mis logros porque cuando ella falleció, a los 77 años, tuve que salir a laburar y gracias a su ejemplo, no me importó tener que sacar mi bicicleta a las 5 de la mañana e ir a un bingo a despegar chicles”.
Tantas metas y objetivos, incluso más allá de lo deportivo, tienen un costo. “La verdad es que dejé muy tirada mi vida, mi familia, muchas cosas. Invierto tanto tiempo en esto que sufrí daños colaterales por querer sacarlo adelante”, reconoce. “Todo es 9Z. Re vacía mi vida, ¿no?”
Hay un equipo de trabajo con contadores, administrativos, comunicación y marketing. Francisco sabe que tiene entre manos bastante más que un equipo de esports: “Al principio era algo que no me dejaba dormir porque la estabilidad del equipo actual no es la de hace dos años. Cuando arranqué me vendí a una plataforma china (Nonolive, por contenido exclusivo) para que mi sueldo mantuviera a mis jugadores. Y ahora las acciones comerciales y la trascendencia que tenemos son otra historia”, dice orgulloso, pero con agotamiento evidente. “El fin justifica los medios, siempre. No me importa venderme a quien sea para lograr mis objetivos”.
“La verdad es que no tengo tiempo para mi vida personal”, reconoce y se hace cargo al instante de que hay algo de ese aspecto que no le agrada. “Ayer fui a ver a mi familia, estuve en La Plata. No los veía hacía como un año, así que imaginate, no hay mucha conexión con ellos”. Su madre, Verónica, sigue viviendo en el barrio donde él se crio, pero con su padre, Hugo, la relación es bastante más complicada: “Ahora estoy recreando los lazos con mi viejo. Le estoy poniendo ganas porque uno no elige a la familia, te toca, y si te toca a vos sacarla adelante lo tenés que hacer”. Además tiene cinco hermanos que completan el plano familiar.
Videollamada mediante, en una segunda parte de la conversación para ROLLING STONE, desde una de las Gaming Houses que alquiló para las acciones de 9Zummer, cuando gran parte del equipo se mudó a Mar del Plata, relata: “Fuimos a clases de surf, nos subimos a una banana volando en el agua, hicimos desafíos de cocina y tenemos planeadas más cosas. También hicimos paintball, fuimos a los kartings. Hacemos contenido curado, contenido streameado de calidad para la marca que nos apoya en el verano”.
Es que una gran porción del negocio de los equipos de esports y de streamers radica en la cantidad de visualizaciones que pueda cosechar entre competencias y otras transmisiones. “Ya tenemos un calendario bastante armado en el cual planeamos romper esquemas”, dice Frankkaster, que no solo organiza y dirige, sino que también es el activo más importante de su empresa: su canal de Twitch tiene 921.000 seguidores y más de 10 millones de horas vistas. “Hoy no streameo de manera regular –aclara–. Decidí abrirme un poco porque siempre encontraba roces, comentarios, críticas, cosas que me terminaban deprimiendo o arruinando directamente el mes. Me ponía mal mucho tiempo una boludez”. Aunque su análisis sobre el mercado competitivo de los deportes electrónicos es que en Argentina se desarrolló cinco años tarde, también reconoce que está en un momento ideal para explotar: “Me encantaría tener una marca de ropa picante y poner a volar mi cabeza porque sé lo que quieren comprar los pibes, yo lo sé. Ahora, por ejemplo, estamos buscando fabricantes, talleres de ropa del nivel que necesito”.
Amado y hateado, como la mayoría de los referentes en redes sociales y el streaming, Frankkaster tiene toda una comunidad de seguidores. Y su vida personal, al mejor estilo IRL (In Real Life, un formato de streaming), es seguida y cuestionada por miles. En el último trimestre del año pasado, Francisco protagonizó un episodio de acusaciones cruzadas –en la comunidad streaming se dice “se dieron beef”– por temas ajenos a la competencia que involucró a varios miembros de 9Z y de la Coscu Army, pero que tomó relevancia cuando llegó a involucrar a Fran y a Coscu. Más allá del encontronazo público, semanas más tarde se organizó un evento llamado Showmatch que reunió a los dos equipos y fue uno de los primeros presenciales post pandemia de la escena esports local con éxito de audiencia. Sobre cómo separa los enojos personales de lo profesional, Frankkaster no deja dudas: “No hay River sin Boca, no hay Boca sin River, no hay Independiente sin Racing, no hay Racing sin Godoy Cruz. Pero si no tiramos todos para el mismo lado no hay escena competitiva. Hay un montón de cosas que se pueden explotar para crear equipos como 9Z. Lo mismo con Krü (el equipo de esports del Kun Agüero) y con Isurus. Tenemos que ir todos a la par o no vamos a crecer”.
Más allá de la claridad con la que asume algunos errores de su carrera (explosiones con insultos en sus redes sociales, cruces con otros streamers con invitaciones a “arreglarlo a las piñas” incluidas), Francisco tiene una idea clara de su presencia en redes: “Frankkaster es un personaje de Internet que ya estoy dejando de lado”. Debido a algunos episodios con exabruptos, piensa una respuesta para plasmar lo que entiende como consecuencias de una vida activa en redes sociales: “Soy un ser humano y todos nos confundimos a nivel personal. Soy creyente de que todos la cagan, no existe la persona perfecta”.
“Ver animé, alguna serie de Netflix, lo normal de todo el mundo. No tengo una actividad extracurricular a la que le pueda dedicar tiempo”, confiesa con algo de culpa sobre sus ratos libres. Y se anima a soñar fuera de la burbuja 9Z: “Me encantaría ser piloto de karting. Me encantaría tener mi karting directamente, uno full picado y competir. ¿Ves? Eso me haría re feliz. Peso 60 kilos, mido 1,60, sería ideal. Y aparte me encanta la velocidad, tengo una RC5, imagínate, me encanta correr”.
Referente de nuevas generaciones, pero sin pasar el cuarto de siglo, su idea de envejecer parece divertida: “Planeo ser un viejardo de 50 con todas las pilas, que esté jugando LoL, que salga a correr, que surfee. Pero sobre todo quiero ser una persona que nunca se muera de alma. Vos pensá que en mi cabeza ahora tengo 19 como cuando arranqué a streamear”. Se queda en silencio un rato, se acomoda el pelo y pierde su mirada en el banco de madera rústica donde está sentado. Con un café cortado y medio tostado de jamón y queso en la mesa, luego de unos segundos vuelve a conectar con la entrevista y también con su realidad: “Algún día voy a tener tiempo, pero hoy no siento que sea el momento, la verdad”.