Después de cantar con Soda Stereo, el vocalista de Café Tacvba cuenta cómo se metió en el mambo y cómo se preparó para personificar a Dámaso Pérez Prado en su biopic
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El 1° de noviembre del año pasado, Café Tacvba inició en el Irving Plaza de Nueva York una intensa gira por Estados Unidos con la banda bogotana Diamante Eléctrico como artistas invitados. “Lo disfrutamos mucho –cuenta su vocalista, Rubén Albarrán–. Para nosotros, esa explosión de adrenalina cuando sales al escenario es como una droga. Y te haces adicto a ella. Aunque suene a cliché, te haces adicto a la alegría, al aplauso, a compartir ese momento con el público”.
Sin embargo, confiesa que le costó encontrar su mejor forma. “Ya no soy un jovencillo (risas). Recién al noveno show empecé a sentir que mi cuerpo estaba listo y que mi garganta respondía. En los anteriores, me quedé afónico y pensaba que ya no sabía cantar. Tuve algunos miedos, pero afortunadamente todo fluyó y lo disfrutamos”. Unas semanas después del final de la gira, voló más de siete mil kilómetros para cantar “Lo que sangra (La cúpula)” como invitado de Soda Stereo en el Campo de Polo de Buenos Aires.
La Gestalt afirma que el todo es más que la suma de las partes. ¿Eso se aplica a Café Tacvba?
Creo que eso sucede en toda asociación humana: la inteligencia colectiva es superior a la individual. Se crean más conexiones y eso ayuda a que surjan las ideas y a ponerte en acción. Nuestra relación es muy bella porque se ha basado en el disfrute, en el gozo estético.
Participaron en la banda sonora de Amores perros (2000), la película que refundó el cine mexicano. ¿Sentís que inspiraron a directores como Alejandro González Iñárritu o Alfonso Cuarón?
De alguna forma conectamos con los jóvenes de ese momento y resonó nuestro mensaje: que éramos muy ricos culturalmente. Somos muy diversos y esta diversidad nos enriquece. Cuando comenzamos, nadie tocaba boleros, nadie escuchaba tríos o música norteña. Eran músicas que estaban en su gueto. Pero llegó el momento en que, por ejemplo, Luis Miguel dijo: “Voy a cantar boleros”. Nuestra idea pasó del circuito underground al mainstream.
Tu ocupación principal es la música, pero desde hace mucho parecen preocuparte más las causas sociales y ecologistas, ¿puede ser?
Normalmente, los movimientos en los que me involucro tienen que ver con una preocupación acerca del mundo. Actualmente, trabajo con una tribu pequeña del noroeste de la República Mexicana, los conca’ac. Hoy vivimos una guerra por el agua. Y eso me incumbe porque es uno de los sagrados elementos dadores de vida. En México, más del 70% de las aguas nacionales están concesionadas a empresas. Y la nación conca’ac no tiene acceso al agua potable, que es un derecho colectivo. Su situación es extrema.
Este año, Coldplay dará una seguidilla de shows en Buenos Aires y anunciaron que tomaron varias decisiones vinculadas al medio ambiente. ¿Evalúan hacer algo similar con Café Tacvba?
Buenísimo que lo hagan, pues ellos tienen una posición diferente a la que podemos tener un grupo tercermundista. Creo que lo más importante es lo que hacemos las personas en el día a día. No sé si los músicos de Coldplay tienen esa conciencia, pero deseo que sí. Por ejemplo, me niego a tomar agua de botellitas de plástico. Hay que ponernos en marcha hacia un mundo donde haya menos plástico, menos emisiones, un descenso energético. Este mundo no es sustentable. Tal vez Coldplay no se da cuenta de que todas estas propuestas vienen desde sus privilegios de hombres blancos y primermundistas.
Hace años que cantas con la Orquesta Pérez Prado. ¿Cómo ha sido esta experiencia?
Muy bonita. Tocar con una banda de metales es impresionante. Algunos músicos de la orquesta llegaron a girar con Pérez Prado y escucharlos ha sido muy bonito. Es otro tipo de fiesta, el público disfruta mucho de bailar. Es muy emocionante. Me ha traído también cosas inesperadas como que me invitaran a hacer una película interpretando a Pérez Prado. Lo estoy disfrutando muchísimo porque es muy divertido, me saca totalmente del ámbito rockero y me lleva a otros espacios que no conocía. He tenido que aprender otras cosas y pues me ha hecho sentir vivo.
¿Cómo te preparaste para tu debut en cine?
La película se rodó en este tiempo sin presentaciones musicales. Tomé clases de actuación y de acento. Estuvo muy sincronizado. Para mí fue muy emocionante porque tiene todo que ver con la música. Estoy componiendo mambos y también es otra exploración en mi ser creativo que me emociona mucho.