Más allá de los invitados, el cantante suena más Pearl Jam que nunca antes en su carrera en solitario
- 6 minutos de lectura'
Eddie Vedder siempre estuvo indisolublemente ligado a su banda. Desde los comienzos de Pearl Jam, su cálido tono de barítono se movía con una intensidad y una sensibilidad que combinaba perfectamente con la furia desprolija y la impaciencia ansiosa de sus compañeros de banda. La voz de Vedder depende de la música de Pearl Jam, y las canciones de Pearl Jam necesitan su voz. Pero cada vez que emprendió una aventura solista, lo hizo de la manera menos Pearl Jam posible, ya sea con la mandolina folk de “Rise” o las serenatas de fuego en la playa de Ukulele Songs. Pero no importaba que las canciones fueran por su lado, la voz de Vedder resonaba de una manera que igual recordaba a Pearl Jam. Se podría decir que estaba haciendo todo lo posible para caminar en puntitas de pie alrededor de la roca ruidosa que define su trabajo principal.
En su última excursión solista, Earthling, Vedder pone las botas sin pedir permiso sobre el territorio que comparte con la banda, con 13 pistas que recuerdan tanto la energía punk de Pearl Jam como sus aspiraciones de rock clásico, y de una forma que suena decididamente típica de Vedder. Es su lanzamiento solista más revelador ya que, musicalmente, este es el Vedder que conocemos desde hace 30 años, y no un alejamiento intencional de Pearl Jam.
Para el proyecto, Vedder se asoció con Andrew Watt, un productor polirrubro que ha demostrado ser igualmente hábil haciendo pop (Miley Cyrus), rap (Post Malone) y rock (el regreso tan divertido de Ozzy Osbourne en 2020, Ordinary Man), todo manteniendo la singularidad de cada artista. Al igual que con el disco de Osbourne, Watt armó una banda para ayudar a Vedder a escribir las canciones, y aunque el conjunto incluye a dos miembros del linaje de Red Hot Chili Peppers (el ex guitarrista Josh Klinghoffer y el sempiterno baterista Chad Smith), los resultados no son nada Pepper. En cambio, el grupo, que incluye al mismo Watt, complementa la voz de Vedder como solo Pearl Jam lo había logrado anteriormente.
El sello distintivo de Vedder siempre fue su capacidad de sonar firme y vulnerable al mismo tiempo (¿saben de alguien que haya cantado sobre querer explotar una bomba de neutrones de manera más lastimera que Vedder en “Wishlist” de Pearl Jam?) y los momentos en los que logra ese equilibrio en Earthling son las mejores canciones del disco. En “Brother the Cloud” lidia con la pérdida de un ser querido (posiblemente Chris Cornell) mientras lucha con la agonía del dolor: “Entiendo que no fue fácil para mi amigo”, canta antes de echarse en brazos de la furia: “Abracemos a mi hermano, amigo mío / Digan por mí: váyanse a la mierda… ¿para qué son los amigos?” Pero todo es encantador, ya que la canción suena esperanzada, incluso alegre. En la siguiente, “Fallout Today”, Vedder analiza la fragilidad humana, reflexionando sobre “las segundas oportunidades que nos dan una vez más”, antes de ceder: “todos necesitamos compartir y sacudirnos el dolor”, todo en una balada de guitarra acústica suavemente melancólica. Si no fuera por las armonías estilo Beach Boys de Watt, la canción podría haber encajado fácilmente en Vitalogy de Pearl Jam.
Mientras tanto, los pesados riffs de “Power of Right” y “Good and Evil” parecen como una versión más refinada del grunge de Vs. en la que Vedder suena rejuvenecido, aullando al compás de los ritmos de locomotora de Smith. La batería de Smith incluso toma la delantera en “Rose of Jericho”, otro tema de rock duro, con un ritmo funky y ligeramente sincopado que inspira un riff contundente y una diatriba agresiva de Vedder sobre el ecologismo en la que incluso cita a Henry David Thoreau. Es la misma ira que Vedder tenía sobre Trump en el último álbum de Pearl Jam, Gigaton de 2020, pero esta vez es más personal y revela nuevos lados del cantante con cada canción.
Varias pistas parecen muestras de su ADN a cargo de Invisible Man, ya que habita la sensibilidad de algunos de sus músicos favoritos sin entregarse por completo al plagio. Viniendo de cualquier otro artista, “Long Way” sonaría como el cosplay de Tom Petty con sus acordes acústicos exuberantes y un estribillo suave, que arrastra nasalmente la palabra “freeeeeway” (Benmont Tench, de los Heartbreakers, toca el órgano en la canción), pero la voz de Vedder, con su hastío rugoso, se la apropia totalmente. De forma similar, “The Dark” tiene una deuda con Bruce Springsteen con su martilleo, su melodía de batería estilo Max Weinberg, los sintetizadores borrosos y la promesa “te encontraré en la oscuridad... dejame sacarte de la oscuridad”, pero Vedder nos convence de que siempre es él mismo.
Los músicos invitados tienen suma importancia porque ayudan a Vedder a revelar nuevos ángulos de sí mismo, ya que la mayor parte de su reverencia hacia ellos se manifiesta en la forma de guiños, en lugar de lealtad ciega. Stevie Wonder revolotea tocando la armónica a lo largo de “Try”, una pieza de rockabilly liviano sobre el perdón, y aunque sabe robarse la escena, nunca distrae la atención de la canción. Tench aparece aquí y allá a lo largo del álbum, generalmente endulzando los arreglos. Y “Ms. Mills” tiene tal deuda con la grandiosa pompa del Sgt. Pepper que, al pasar lista, aparecen Paul McCartney y Ringo Starr como baterista invitado.
Es solo en “Picture”, un dueto con Elton John, donde Vedder se entrega al fanatismo acérrimo. La pista es puro country sentimentaloide a la manera de Elton John (y, como pasa incluso con la mejor música de John, a veces es un poco demasiado sentimentaloide). Pero es el único momento de Earthling que no resulta claramente vedderiano, salvo la letra sobre la lucha por el amor y la esperanza. Esas letras son el único ancla de la canción al rumbo central de Earthling.
A lo largo del álbum, Vedder usa cada canción para pedir empatía, la cualidad que hace humanos a los terrícolas. En la edificante apertura, “Invincible”, le canta a los oyentes que son “más que simples partículas” y que deben sentirse importantes, y descubre su alma mostrando perdón, en la pista final, “On My Way”, un dúo virtual con su padre biológico, Edward Severson Jr., un hombre del que estuvo separado la mayor parte de su vida. “Cuando amamos somos invencibles” canta Vedder, repitiendo la letra de la primera canción, esta vez envolviendo las palabras en torno a la voz de su padre. Es un momento sorprendentemente personal para Vedder, el tipo de vulnerabilidad al que siempre se ha inclinado con Pearl Jam. Con Earthling, Vedder demuestra que esa vulnerabilidad es un terreno que también puede abrazar él solo.