Con nuevo disco bajo el brazo, el músico británico repasa declaraciones polémicas, irrupciones televisivas y otros momentos destacados de una prolífica carrera en el mundo del pop
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El viernes pasado se publicó The Boy Named If -junto a The Imposters-, el disco número 32 en el catálogo del Elvis Costello, excusa ideal para volver a conversar con uno de los músicos británicos más prolíficos y también con mejores respuestas.
En 1977, dijiste que tus motivaciones principales eran “la venganza y la culpa”. ¿Sigue siendo así?
Me había tomado media botella de Pernod cuando lo dije. Pensé que sonaba bien, el periodista pensó lo mismo y ahora hay gente que me lo cita como si fuera una página del catecismo. Fue solo un momento vehemente, quería sonar dramático, ¿no? Pero si lo pensás, no tiene sentido. Es una frase muy ridícula, eso sí.
¿Cómo aprendiste a ir más allá del personaje público?
Haciendo más de 30 discos. Cada uno tiene una personalidad diferente. Y eso te permite desentrañar el aspecto mítico que tenían los primeros discos, porque si escuchás las canciones de esos primeros discos, vas a encontrar muchos más matices que lo que parece a simple vista. Y, hasta cierto punto, si te quedás con mi cara y mi voz, las cosas suenan más agresivas porque soy un “fenómeno de la naturaleza”. Tengo un hueco entre los dientes. En mi boca, el sonido explota como si siempre estuviera amenazando o insultando [risas].
Mencionaste que tu nuevo disco, The Boy Named If, trata del proceso de maduración de la niñez a la adultez. ¿Qué te llevó a pensar en eso?
No poder viajar y no saber cuándo volvería al escenario me dio tiempo para pensar. Me puse a mirar unas canciones que tenía, y eran… odio decir “filosóficas”, pero sí, eran filosóficas, porque tenían que ver con darle una mirada a la vida en diferentes momentos: la infancia, cuando dejás atrás la inocencia, la confusión de ser un adulto joven, y así vas cambiando de perspectiva…
¿Pero qué creés que hizo que esos temas emergieran en tu escritura?
Tengo dos mellizos que cumplen quince la semana que viene y un hijo mayor ya cuarentón, así que tengo experiencia con estas transiciones. Perdí a mi padre hace 10 años y a mi madre a principios del año pasado. Esas cosas te hacen volver a pensar en vos mismo cuando eras chico.
¿Qué te sigue gustando de hacer rock?
No me gusta mucho el rock. Me gusta el rock & roll, que no es lo mismo. Si dejamos afuera la parte “roll”, se pierde la diversión. Y cuando la gente me pregunta “¿cuál es tu disco favorito?”, por lo general no menciono ningún disco con guitarra eléctrica de los últimos 30 años, porque el ritmo es muy cuadrado. Me gustan las cosas que flotan un poco más o que tienen swing, sea rock & roll o jazz, o el ritmo de un Hank Williams, por ejemplo.
El año pasado salió Spanish Model, con cantantes de habla hispana haciendo versiones de tu álbum This Year’s Model. ¿Eso te dio una nueva perspectiva de esas canciones?
Me sorprendió descubrir que varias de las canciones tienen melodías mucho mejores si las canta alguien con una voz evidentemente más hermosa que la mía.
En 1977 quedaste prohibido para siempre en Saturday Night Live, cuando cambiaste de canción sorpresivamente y te pusiste a tocar “Radio, Radio”, en medio del show. ¿Qué pensás de eso ahora?
Antes de que nadie se diera cuenta, ya habíamos vuelto a Inglaterra y estábamos grabando las partes que faltaban de Model. Nos olvidamos de Estados Unidos, lo que nos interesaba era el Top of the Pops en Inglaterra. Sinceramente no volvimos a pensar en la NBC… Estaba claro que no nos iba a ir bien en la tele. Pero ¿sabés qué? La verdad, nunca me importó.