Atrevidos, contraculturales y colmados de un sentido estético, en Babasónicos la moda se usó como un elemento narrativo más de su propuesta artística
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Adrián Dárgelos usó la moda como herramienta para contar el universo Babasónicos, para anunciar las narrativas de su música y transformar un recital en un espejo estético que acompaña lo nuevo: mientras todos los músicos del grupo exploraron diferentes perfiles del mundo musical, esos descubrimientos quedaron evidentes en sus vestuarios.
Desde Pasto a Discutible, las ideas en el vestuario delinearon cada capítulo de su vida musical, sobre todo la de Dárgelos, quien podía combinar un crisol de estilos: un pantalón metalizado con una camisa a cuadros verde en pleno apogeo grunge, en el escenario de Buenos Aires Joven, en 1994; transparencias y ropa de mujer para un show de Cemento o, en plan dandy, con una sastrería bellamente hecha a medida por la diseñadora Andrea Urquizu. El look de Babasónicos es dramático y distintivo y en cada disco se vistieron en consecuencia, siempre en sus propios términos glamorosos.
A veces, las prendas usadas por Dárgelos podían parecer discretas, algunos elementos del guardarropa básico como un pantalón de cuero y una blusa que de manera impensada se despliega como una capa en un gesto dramático. Sus compañeros Diego “Uma” Rodríguez, Diego “Panza” Castellano, Mariano “Roger” Domínguez y sobre todo Diego Tuñón y Carca continúan el legado fashion que la banda a viva voz demuestra aunque jamás comenta. Son músicos que van más allá del impacto del solo endemoniado para el lucimiento personal, pues están en sintonía con algo más que los aplausos.
Por regla, el presupuesto de Babasónicos dedicado al vestuario siempre es acotado, algo que, para el caso, valoriza aquello que las ropas por sí solas no aseguran: el estilo contenido en una gran actitud desfachatada. “Estaba tratando de decir algo. O de ser distinto sin ser ridículo. Me importaba el aspecto, quería diferenciarme”, le dijo Tuñón al periodista Roque Casciero en el libro Arrogante rock (Planeta) a propósito de las primeras épocas rockeras antes de fundar Babasónicos.
En aquel entonces, en la variopinta década del 80, Tuñón y Dárgelos habían formado Rosas del Diluvio y, luego, X Tanz. Con esta última banda frecuentaban el bar Bolivia, un multiespacio fundamental que marcó el inicio de los 90 y donde se gestaron los desfiles de los primeros diseñadores alternativos e intervenciones performáticas que luego recorrerían las discotecas de la noche porteña. Incluso tenía una peluquería comandada por FlipSide y su propio canal de televisión en donde, por ejemplo, Fito Páez fue entrevistado por los socios del bar Sergio De Loof y Kelo Romero ante el lanzamiento del disco Tercer mundo.
En Bolivia, Dárgelos y Tuñón, como X Tanz, se presentaron dos veces, una de las cuales fue una performance a cargo del artista Cristian Delgado y el fotógrafo Gustavo Di Mario. Mientras ellos tocaban en el bar de San Telmo, Delgado y Di Mario hacían proyecciones sobre las remeras blancas de los músicos. Cristian Delgado contaba con una mirada transdisciplinar y armaba diferentes prácticas artísticas que luego inmortalizaba con su cámara analógica. Una serie de esas polaroids donde se puede ver a Dárgelos fueron expuestas en ArteBA, 30 años después, en el espacio de la Galería Popa.
Otra colaboración que Delgado (también conocido como C. Dios) hizo con Tuñón fue “Un capoto para Mercedes”, una colección hecha con banderas recicladas de la marca Mercedes-Benz y presentada durante la muestra ’90 60 90′ en la Fundación Banco Patricios, en 1994. Delgado la mostró con un corto musicalizado por el tecladista de Babasónicos, con quien el artista tenía relación a través de Pedro Zambrana, otro de los diseñadores jóvenes faro de los años 80 y a quien Delgado asistía en la fábrica Alpargatas. Zambrana, que estuvo a cargo del vestuario de Soda Stereo para la tapa de Doble vida, había convocado a X Tanz para su desfile en la primera Bienal de Arte Joven de 1989, del que no quedó registro, pero los asistentes recuerdan al grupo de modelos que salió a la pasarela levantada en la plaza San Martín de Tours, frente al Centro Cultural Recoleta, caminando como un ejército mientras sonaba una pista de la canción “Fashion”, interpretada por el dúo que circulaba por la misma escena de contracultura de los diseñadores.
Esta postal de la moda acompañó a través de los años el repertorio de Babasónicos y los músicos se mantuvieron vinculados a los distintos movimientos de diseñadores. Comenzaron con Manolo Gamarra, un fashion cool hunter que rondaba por la noche junto al escenógrafo e iluminador Sergio Lacroix. Siguió Pablo Ramírez en sus inicios y, en representación del diseño de autor, le hizo un traje de corderoy rojo a Dárgelos. Años más tarde contaron con los servicios de la estilista Silvana Grosso: era la época de Infame, todo ajustado. En la década de 2010 se alinearon con el Nuevo Diseño Argentino, y el que toma la posta para la moda de la banda es Dárgelos.
El cantante contactó a la diseñadora Agustina Troyer tras ver su colección publicada en la revista Remix. Troyer había resultado ganadora del concurso Semillero UBA y desfiló en febrero de 2011 en BAFWEEK. Los diseños de su tesis defendida en la Universidad de Buenos Aires y desfilada en La Rural terminaron en las siluetas de los músicos para la última edición del Quilmes Rock. La colección se llamó “1983” y estaba inspirada en la novela 1984 de George Orwell. Cada pasada de los modelos proponía un personaje: la autoridad, el perseguidor, el marginado, el que cuestiona. Dárgelos usó el tapado emblema de la colección que simbolizaba la autoridad. Troyer hizo otros vestuarios sartoriales a medida. Allí se unió Emilse Benitez, quien sigue diseñando para ellos en la actualidad, y fueron alcanzados, además, por el aura rockera de Andrea Urquizu. “Ellos siempre entendieron que la estética era algo fundamental para comunicar su música, y eso fue parte de la banda desde el comienzo. Su evolución a través de los años lo confirma: cómo cada etapa fue acompañada con una imagen que hablaba de lo mismo. Siempre me atrajo ver cómo era de las pocas bandas que en los 90 sostenía una actitud también desde el vestuario, sin miedo a nada. Hoy creo que en mayor o menor grado todas las bandas entendieron eso, pero ya pasaron 30 años y, aún así, no se animan a tanto, a generar una estética que represente su música”, dice Urquizu, que vistió a Dárgelos para los shows del Machaca Fest en México y de La Trastienda de Montevideo, en 2019, con un chaleco de su colección inspirada en el festival de Woodstock.
La época según Babasónicos
En los 90 Babasónicos reflejó la imaginación de la época y también la transformación que distinguió de inmediato las cuotas de fantasía que el grupo incorporaba a su narrativa, siempre con un espíritu de experimentación que impregnaba los sonidos, más su particular interés hacia la moda. En esta década apoyaron a los jóvenes diseñadores independientes reunidos en la galería Bond Street. Se vestían con las prendas de los desfiles y, como una sinergia, la moda se influenciaba de la música y viceversa. “Fue el momento del surgimiento de la música independiente y de la ropa independiente, en paralelo de la cadena de videos MTV. Todo eso ocurría en las primeras épocas de la Bond, y por entonces ellos eran circulantes de este lugar de culto. Hasta eran clientes de la peluquería que había en la galería”, recuerda Daniela Cortese, quien vistió de blanco al grupo con su marca Culebra.
Por su parte, Manolo Gamarra se unió a Babasónicos en 1999, en ocasión de la presentación de Miami, en Cemento. Él les armaba el vestuario, compartían referencias de revistas de moda vanguardistas, retomaban juntos los looks de músicos como David Bowie y Prince e inclusive de referentes punk. La búsqueda de novedades indumentarias invitaba a Gamarra a desarmar ropa vintage y agregar a las prendas muchos brillos, red, tachas, cadenas y bordados con piedras Swarovski. El Cottolengo, el Ejército de Salvación y la galería 5ta Avenida eran los puntos clave para la búsqueda de ese glam-rock que el estilista quería impregnar en la apariencia del grupo. Para un show en el teatro Gran Rex, Gamarra adaptó los tocados de las comparsas de Gualeguaychú: el frontman de Babasónicos salió a escena con un casco de plumas. “Les ponía lo que sea, hasta ropa de mujer, y ellos felices. A Adrián lo vestí con un strapless negro con mangas de gasa, calzas super elastizadas. A Tuñón le encontré un enterito de gabardina roja que era lo más. Dieguito siempre quería todo y, lo más loco, como Panza, que se dejaba poner lo que sea. Carca, otro amor. Mariano siempre fue muy formal, el más tranquilo. Y Gabo siempre un genio y en nuestros corazones”, recuerda Manolo de una presentación en el Quilmes Rock y otra en Creamfields con la que se despidió de la banda.
Una costura y una propuesta
Emilse Benitez comenzó a trabajar en solitario con la banda cuando retornaron a los escenarios tras la muerte de Gabo. La función de la diseñadora era armarle la imagen a un grupo que ya había hecho de todo y se había lookeado con todo. La dinámica de trabajo siempre comienza con una primera charla con Dárgelos, el más informado, gustoso de la moda, y conocedor de la escena de diseñadores internacionales, que es también quien hace las bajadas para los vestuarios que deben reflejar la estética del momento musical babasónico. Después se suman las investigaciones e ideas de los demás músicos, que Emilse tiene que lograr en tiempo récord, pues la última puntada se da justo antes de cada show. Los pedidos pueden incluir el deseo de parecer Lawrence de Arabia, ser vikingos o cavernícolas, tal el caso del poncho de piel que usó Adrián en el Obras de 2018, cuyo disparador fue una prenda de diseño que el cantante compró en un viaje. Se usaron pieles comestibles (de animales que no se matan para usar su piel para vestir), los bocetos fueron enviados por WhatsApp y solo hubo una prueba de vestuario. “Aprendí mucho con ellos, desde trabajar en equipo a la disciplina y a tener que correr en contra del reloj. Con sus constantes cambios me obligaron a transformar mi estilo o ir adquiriendo nuevas técnicas, porque siempre se necesitaba algo nuevo. Influenciaron mucho mi marca. Puedo decir que crecí al lado de ellos, al punto que al backstage de mis desfiles lo llamo camarines”, dice la diseñadora que en sus presentaciones de temporada siempre cuenta con Panza como DJ.
A pesar del desaire que el rock argentino le hace a la moda, las vestiduras de Babasónicos desafían de manera audaz las convenciones de género. Sus integrantes son estetas que trascienden los caprichos de las tendencias para vestirse como ellos mismos y convertirse en un sello reconocible aunque siempre cambiante; la reinvención constante es su valor. Los Babasónicos crearon cantidad de imágenes y cada disco cuenta con una mirada que tuvo su propia fuerza visual. “Si te ponés a analizar, en su trayectoria pasaron por todos los estilos. Ahora son unos señores y ya no pueden vestirse con las locuras de antes, pero como siempre están viajando, toman las tendencias de los grandes diseñadores. Siempre están a la vanguardia. Creo que por eso trabajo con ellos, más allá de que los quiero mucho”, cierra Benitez acerca de Babasónicos, una banda de atrevidos, contraculturales y colmados de un sentido estético que los distingue en la escena rockera de Latinoamérica.
Nota incluida en la última edición de la serie bookazine de Rolling Stone dedicado a Babasónicos que ya se consigue en los kioscos.