Recientemente declarado personalidad destacada de la cultura de Buenos Aires, el músico se embarca en su proyecto más ambicioso
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A casi dos años de su edición, el mes pasado Daniel Melingo pudo finalmente presentar en vivo su último álbum, Oasis, coincidiendo con su nombramiento por parte de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires como “personalidad destacada en el ámbito de la cultura”. En aquella ceremonia, amigos como Andrés Calamaro, Fernando Noy, Luis Alposta, Luis Ortega y Enrique Symns (no de manera presencial, sino a través de Rodolfo Palacios) dieron su testimonio a manera de revalidación de este homenaje. “Daniel es el Ornette Coleman de Buenos Aires. Este es un sayo que le cabe como una campera del barrio linyera del Once ortodoxo”, lo definió Calamaro, ex compañero en Los Abuelos de la Nada.
Pero en 2022 Melingo no dormirá en sus laureles y, además del estreno de una nueva película que lo tiene como protagonista, tiene en el horizonte uno de sus proyectos más ambiciosos: “Una ópera de cámara visual”, que llegará para completar el concepto estético y poético de su disco Oasis.
¿A qué le dedicaste más tiempo en este año y medio de pandemia?
Estuve escribiendo mucho, preparando lo que vamos a presentar finalmente este año, que es el segundo volumen del disco Oasis. Se trata de una ópera de cámara visual y por lo tanto lleva bastante montaje, dispositivos coreográficos, pantallas, proyecciones y una narrativa que cuenta este sueño del linyera. Estuvimos trabajando junto a Pichón Baldinú y el guion con Rodolfo Palacios. La idea es presentarlo en marzo, en el teatro 25 de Mayo, en el barrio de Urquiza, y las primeras ocho funciones serán con entrada gratuita.
En diciembre pasado fuiste honrado por la Legislatura de la Ciudad como “personalidad destacada en el ámbito de la cultura”. ¿Cómo se siente este nuevo título?
Bueno, hace poco que soy una persona destacada, ja, pero lo que te puedo decir es que la ceremonia fue de un alto voltaje emotivo. Sobre todo por el reencuentro con tantas almas en el recinto, con mi familia y compañeros y compañeras de ruta de más de 40 años. Fue imposible no quebrarse. La verdad es que los últimos meses fueron muy emotivos. El 22 de octubre [pasado] festejé mi cumpleaños y después de ahí me fui a filmar al sur durante un mes, para una película también muy fuerte desde lo emocional, y ahora esto de la personalidad destacada.
¿De qué trata la película?
Es la ópera prima de Lucía Van Gelderen, Retrato, y se filmó en Puerto Pirámide. Ella es oriunda de ahí y su padre, Mariano, que es al que yo encarno, fue el primero que comenzó con el avistaje guiado a las ballenas. Es como un homenaje. Yo soy el capitán y desde el primer día se filmó en altamar, en una cáscara de nuez y ahí sí que tuve que actuar de no tener miedo y tener controlada la situación. Por ahí estábamos seis horas embarcados con Flor Torrente, que es la otra protagonista. Fue una locura hermosa.
Como artista arrabalero, porteño y urbano… ¿estás al tanto de la nueva escena de la música urbana y el trap?
Sí. Por varios lados. Primero porque me gusta estar atento a la nueva escena, que en este caso es tan talentosa que ya la están comparando con la del rock de los 80. ¿Por qué? Porque también le está moviendo mucho el piso a lo que era la escena hasta este momento, con una afluencia masiva de jóvenes seguidores. Por otro lado, a través de mi amigo Luis Ortega, conocí a Toto Ferro, que hizo su primera película con él (El Ángel) y a partir de ahí hicimos una amistad. Ahora Toto está presentando su primer álbum, en el que participo, y me mostró buena parte de esta nueva escena, que es muy interesante.
Ellos utilizan su propio argot también, ¿encontrás ahí algún punto de contacto con el tango?
Con esta manera que tienen de improvisar y de ser repentistas, ellos están construyendo algo de eso. Ser repentista es el principio del freestyle, algo que viene de otra procedencia. Hay muchas escuelas de repentismo: nosotros tenemos los payadores, en Cuba están los repentistas. Improvisar, con sentido y letras, no es para cualquiera. Pero también tengo que decir que el tango tiene su lunfardo, que tiene otro tipo de pautas y voces y que siempre está en un contexto, con el bulín, la casita de los viejos, el conventillo… Pero claro que hay puntos de contacto y quizá el más fuerte sea la calle, allí donde todo nace.