Cuando era chico, a Santi Mostaffá la madre le cantaba una versión muy personal del “Arroró”. Sobre la melodía tradicional, la letra relataba el resumen de cómo había sido su día. Ella no lo sabía, pero esa improvisación se acercaba bastante al freestyle. “Me di cuenta de eso mucho tiempo después. Cuando le digo que ella fue quien me inculcó el amor por el rap, se emociona mucho”, explica Mostaffá, quizás el MC uruguayo de mayor proyección internacional.
Los padres de Santiago se conocieron en Buenos Aires, donde la madre se había exiliado a partir del golpe militar de 1973 en Uruguay. Y si bien viajaron en 1985 para que Santi naciera en Montevideo, no se radicaron en esa ciudad hasta 1989. “De esos cuatro años que viví en Buenos Aires algo me quedó de su cultura”, asegura Mostaffá.
En la casa familiar sonaba por parte materna el canto popular. De Viglietti a Mercedes Sosa, de Serrat a Paco Ibáñez. Y por el lado paterno, Sui Generis. “Ponía un casete de grandes éxitos de la banda de Charly para que nos quedáramos dormidos”, dice. También recuerda que su padre siempre integraba algún coro. “De esa forma, también él me metió algo del canto”.
Con la adolescencia llegaría al rap. Dice que lo primero que le voló la cabeza fue “Abarajame”, de IKV. “Cantaban, pero decían; eran medios gangsta, pero bizarros, caían en bases negras y, sobre todo, tocaban. Casi no había pistas”, dice el rapero que, a esa altura, ya tenía bastante escuchados a NAS, Eminem y Control Machete. “Por la historia de exilio de mi familia, tenía primos en Francia. En la misma época de estos descubrimientos, uno de ellos me mandó un disco de The Fugees. Si IKV me parecía extraño, The Fugees directamente eran indescriptibles”, cuenta.
Luego descubrió que en Uruguay se estaba haciendo rap. Es más: ya había dos generaciones donde podía apoyarse para saltar al abismo. “Ese fue el momento en que decidí que quería formar parte. Era el mundo que estaba esperando”, asegura.
Apenas Mostaffá conoció a referentes como Sudacas en Guerra (siete raperos en escena al estilo Wu-Tang Clan) , también empezó a ver shows, a relacionarse con los protagonistas de la escena y a escribir.
Además de producir sus beats, Santi Mostaffá de a poco empezó a mostrarse en vivo. Había diferencias: no le interesaba el machismo del hip- hop. Eso sí: con los samples no escatimaba para mixturar jazz y funk, principalmente. A fuerza de estilo, pronto invirtió la ecuación en el ambiente: ahora los referentes lo miraban a él.
Leo Tejo, estandarte del rap uruguayo desde latejapride, fue uno de los que lo advirtió: “La primera vez que me crucé con Santi pertenecía a una banda llamada 3 Orientales. Tocábamos en una casa devenida en lugar para recitales under. Su banda abrió la noche, yo tenía cero expectativas, pero al toque vi a tres MC rapeando con bronca y a la vez con niveles de fragilidad que no conocía en la escena local. Y cuando digo fragilidad me refiero a algo alejado del macho rapero que era la constante del momento, pibes que buscaban pelear y a la vez curarse”.
Luego de mucho camino recorrido en proyectos grupales y autogestión, Mostaffá comenzó a perfilar su carrera solista. Había ideas fijas: rap canción, beats personales o de BM cercanos, caldo social e historias cotidianas captadas desde la nostálgica Montevideo. Leo Tejo refuerza esa visión: “Sus canciones tienen algo de arrojar todo, romperse y volverse a armar, intentando curarse y mejorar, pero sabiéndose imperfecto. Tienen honestidad, lejos de la pose. Ese me parece su sello de identidad”.
En 2011 finalmente editó su LP debut, Hay pasto en la grieta, con trece canciones. Ganó un Premio Graffiti como Mejor Álbum Hip-Hop que alimentó el primer envión. A eso le adjuntó Pensamiento & movimiento (2014), que se llevó el disco del año de los Premios al Hip-Hop de El Quinto Elemento. A esa altura ya era el MC de canciones propias más importante del país.
“Siempre les presté mucha atención al sonido y la producción de mis canciones. Por más que antes la estructura era menor, nunca dejamos de ir por todo”, explica el autor de “Crece a las sombras”, tema de la campaña nacional contra la baja de la edad de imputabilidad en Uruguay, secuencia que lo marcó para dictar talleres de escritura de rap en distintos complejos carcelarios del país.
Lo que hasta ese momento ya era una carrera por demás destacada en 2015 tomaría escala internacional. Santi representó a Uruguay en el Ciclo World Cup Freestyle de la BBC de Londres. Y habría más.
Josh Norek fue durante diez años el vicepresidente del sello estadounidense National Records, hogar de Los Fabulosos Cadillacs y Ana Tijoux, entre otros. Actualmente, es director de Regalía Records, sello especializado en música latina en Estados Unidos y conductor de un programa radial con la misma orientación. “Viajaba todos los años a Uruguay pero no lograba descubrir nada. Hasta que un amigo me propuso diez artistas de rap. Entre ellos estaba Santi y fue con el único que me quedé”, asegura Norek, que le preguntó a Mostaffá por qué no encontraba su música en las plataformas digitales. “Yo ni sabía cómo hacer eso”, cuenta Mostaffá. Ahí mismo acordaron hacer un compilado con la música del rapero y lanzarlo a las redes. Así nació Intratable (2015), un troyano en el seno de la industria. “De repente estuve adentro de toda esa cultura pop”, cuenta Mostaffá. De allí en más comenzarían lo que Norek define como “sincronizaciones”. La primera fue con la serie Graceland, luego siguió Fear the Walking Dead y Lucifer, mientras que ESPN lo destacó dos veces como artista del mes. Y la bomba: la primera escena de la película Logan fue musicalizada por “Las mil y una noches”, que en Intratable sale con los feats de Contra las Cuerdas y Marcianos Crew. Un punchline de campeonato.
“Es gracioso porque la escena de Logan necesitaba un tema agresivo y quizás la gente de la película pensó que Santi era un rapero pesado, tipo gángster de México, afiliado con las pandillas o algo así y en realidad es una perla del hip-hop uruguayo, intelectual y muy inteligente”, explica Norek desde California.
“Las mil y una noches” cuenta con una base digital con perfume arabesco. Así son los orígenes de Santi por parte de su abuelo (de ahí el apellido artístico) y las facciones de la cara de Mostaffá: duras, prominentes, de ojos claros e intensos. Si te mira duro capaz que te quema.
“En Montevideo es raro que pase algo así, no estamos acostumbrados a esa exposición. Es todo acá nomás. Pero esta experiencia me demostró que no se corta en tu lugar, que puede haber otras posibilidades. El mundo es más grande y hay un montón de puertas para tocar”, asegura Mostaffá.
El rapero, que también tenía cierta perspectiva para pensar el éxito frenético de ese mundo por haber estudiado tres años de Psicología y manifestarse también a través de la ilustración, continuó a toda marcha. Sacó desde Montevideo Escapismo (2018), un LP de trece tracks al que la prensa no le dio demasiada cobertura. Así de extraño puede ser el gueto de tu propia comunidad. Kristel Latecki, periodista uruguaya y directora del sitio Piiila, define el sonido actual de Mostaffá en una idea y pocas palabras: “En él resalta un espíritu old school que lo combina con una impronta más digital. Las letras revelan esas influencias del pasado mientras su música busca nuevos rincones, metiendo cadencias más latinas o incluso un poco de murga como en su último disco”.
A esa altura, y adelantándose a la pandemia sin saberlo, viajó al refugio de Regalía Records para grabar con distintos productores y presentar el disco nuevo de visitante. En California, llegó a Max Perry, productor de artistas que van desde Snoop Dogg, Migos hasta Cypress Hill, que aceptó cargarse su tema “Can’t Stop, Won’t Stop”. “Me encanta cómo salió el nuevo single. Tuvimos una gran vibra al crearlo. Todo se materializó de forma natural. Estoy muy feliz por la recepción del track –cuenta Perry, que destaca la autenticidad de Santi–. La gente sigue dándose cuenta de cuando algo es genuino. Santi siempre llega a la mesa con una energía que se traduce muy bien en la música. Trabajar con él fue una gran experiencia creativa, natural y orgánica. Creamos un montón de simples”.
El nuevo simple y video de Santi Mostaffá incluye un feat de Akwid. “Los escuchaba cuando era chico, no puedo creer haber terminado 2020 así”, dice Mostaffá sobre el grupo mexicano emblema del chicano rap. El corte, que salió el 4 de diciembre pasado, se llama “Woah!” y se apoya sobre un beat de caños letal. Para la composición, Mostaffá mezcla los idiomas y las referencias de sus lugares de acción. En el video se lo ve en una barbería gringa y a los Akwid, desde una fiesta con todos los condimentos.
Ahora Santi Mostaffá camina por Montevideo, acercándose a Parque Rodó, escuchando mezclas de sus nuevos temas. Dibuja una mueca en su cara cuando cae en la cuenta del presente de su carrera mientras suena el estribillo de “Woah!”: “Sonrío pero no te confundas/ no tengo un pelo de tonto”.