El músico tiene casi terminados dos discos con los que volverá a su carrera solista, a ocho años de la edición de su último álbum
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Mientras prepara dos discos solistas -uno de ellos con invitados-, Carca vuelve a los escenarios este viernes (en la Usina, a las 21) para reencauzar su carrera solista, a ocho años de la salida de su último disco y tras acompañar, desde 2009 y como músico todoterreno, a sus amigos Babasónicos. “Empecé a grabar este futuro disco a finales de 2017″, cuenta tirado en el sofá favorito de su departamento ubicado estratégicamente en el centro del barrio chino. “Pero a mí que pase el tiempo con las canciones un poco formateadas me sirve mucho, porque los temas se van ubicando en su concepto y yo les voy encontrando su personalidad. Yo ya descubrí un mecanismo que, no sé si por mi ineptitud o mi personalidad, se transformó en mi modus operandi y me permite ‘carquizar’ las ideas y llevarlas a un punto en el que hasta los errores benefician mi música. Por eso pasa tanto tiempo hasta que puedo ver la real cara de la canción y, por otro lado, uno intenta conseguir ese lugar propio, pero sin repetirse”.
Carca asegura que por estos días hay muchos grupos buenos y músicos que tocan muy bien, pero que son muy pocos los que logran mostrar algo personal. “Lo nuevo en la música muchas veces es lo propio, porque no hay algo nuevo en la música, lo que hay es gente nueva que a veces, por suerte, puede ser distinta. Si hubiese una pregunta tan perversa, digamos, y buena a la vez, en la que me pregunten ¿por qué creo que merezco un lugar? La respuesta sería porque lo que hago no lo hace otro. No hay otro Carca, no hay un solista hoy que maneje esto, esto y esto, de una manera con tanto humor, con cero solemnidad, a veces con profundidad. Lo que siento hoy es que todo es más estratégico, más pensado. Después de todo este tiempo que me di cuenta de que por lo único que puedo fundamentar mi estadía acá, es porque hago lo que hago”.
Especialmente verborrágico, Carca dice que Roberto Pettinato siempre le comenta que la marca de su música es “hacer el riff y cantar arriba”, que Andrés Calamaro le dice que hace “todo ocho puntos” (“es un hijo de puta, alguna vez podría ponerme un 9 o un 10, ¿no?”) y que está agradecido de la vida de haberse convertido en “el Sancho Panza de Edelmiro Molinari”, en referencia a los conciertos del ex Almendra que lo tienen a él como ladero. “A mí me dieron una guitarra criolla a los 9 años y fue como si me dieran un cohete de la NASA. No entendía nada, no podía sacarle un sonido, nada. Una desilusión total. A los 12 me regalaron una guitarra eléctrica, porque ya estábamos al palo con el rock, y la agarré y la toqué como la toco ahora. No evolucioné nada, me quedé siempre ahí. Sí quizá evolucioné en el sonido, pero en la forma de tocar no. Porque yo aprendí con un Daffunchio en Sumo. En esa época te hablaban de Adrian Belew, a los Sumo les había roto la cabeza el Bowie de Scary Monster, pero no sabían tocar un carajo y pelaron esa locura increíble y esa es la gente que me gusta. Obviamente tipos como Cerati, que tocan todo, me encantan y él puso todo lo otro que esos guitarristas no tenían y nos tapó la boca y nos dijo: ‘Miren, soy como Lindsey Buckingham, canto, toco y hago todo perfecto’. Después nos fuimos dando cuenta de que Gustavo al Lindsey Buckingham se lo había morfado. Y ahí tenés otro tipo que nos enseñó, no había tipos enfocados en esa forma de tocar. Otro zarpado, que hizo todo tocando muy poco, aunque en realidad él toca mucho más de lo que muestra, es Julito Moura. Escuchaba los solos de Julio Moura y son tres notas… ¡pero qué buen gusto! Yo quería ir a conservatorio, viste, pero en casa no teníamos un mango. Entonces yo siempre tuve la disyuntiva, porque también gracias a los músicos que no estudiaron nada y así y todo se tiraron a la pileta a crear algo nuevo, es que tenemos nuevos conceptos. Si no, sería fácil, solo tenés que estudiar y después aplicás eso y ya serías fantástico. Pero no es así”.
En medio del proceso creativo de su nuevo disco, Carca dice que le surgieron canciones “para otros artistas”. “Me pasó de estar componiendo y pensar: ‘este tema lo tiene que cantar Julieta Venegas’ o ‘acá me lo imagino a Dante Spinetta’, ‘en esta canción estaría bueno que cante Emma Horvilleur’ y así. Entonces todo este cúmulo de canciones con otros artistas me parece que tienen que ser otra cosa, quizá un EP o un disco aparte, no sé. No digo hacer esa barrabasada de un disco de duetos, porque eso es lo que siempre hacen las compañías discográficas. Lo mío no es algo estratégico. Es otra meta”.
¿Y cómo te llevás con la movida urbana y el trap?
A mí me parece que ahora pasa algo rebueno. Siento que hay una libertad que invita e incita constantemente a hacer lo que se te cante. No hay reglas en el mundo musical. ¿Qué tenés que entender con eso? ¿Que es el momento de hacer trap? No, es el momento de hacer lo que se te cante, porque los del trap en un punto hicieron lo que se les cantó y lo que ellos consideraron que estaba bueno. No sé, se cagaron en el rock de años y está bien también, porque el rock mainstream tampoco es que hoy se banque noblemente la historia del rock. El rock también de alguna manera operó como para quedar obsoleto. Si ni siquiera es rebelde, ni irreverente, si se pierde eso y son todos unos pibes con ganas de pegarla, es raro. Está bien entonces que haya salido el trap y haya pateado el tablero. Eso es algo nuevo, estoy mucho más a favor del pibe con la computadora tratando de con su puta herramienta ser algo y ser alguien, que con unos ególatras rockeros que piensan que solo por ser rockeros ya tienen el mundo ganado. Y resulta que vinieron unos y pegaron una patada y dijeron ‘no, el rock es viejo y no tenés nada ganado’. Para ganártelo tenés que hacer que el rock sea nuevo. El rock quedó acomodado y adormecido, con la pantalla atrás, festival de rock, las luces y eso y no hay variantes.