Desde una reevaluación del valor de Winston Churchill hasta su visión del apocalipsis, el cantante reveló dónde encontraron el drama que alimentó a la bestia
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Cuando el coronavirus paró el mundo el año pasado, dos cosas le dieron tranquilidad a Bruce Dickinson: que Iron Maiden ya había terminado de grabar su próximo álbum, el número 17 en la historia del grupo, Senjutsu, y que tenía la posibilidad de pasar la cuarentena “con alguien que realmente me gusta”, es decir con su novia. Y durante un tiempo, todo salió bien.
“Al principio estuvo bueno, fue como una novedad”, dice el cantante en su tono típicamente dicharachero en una llamada de Zoom. “Estaba encerrado en París, en el departamento de mi novia, que tiene un balcón diminuto, pero lo peor es que había un tipo en el departamento de arriba que insistía en tocar el saxo todos los días a las 5 de la tarde, y hacía la peor versión posible de “The Final Countdown”. Es como despertarte escuchando disparos, ¿entendés?”
Ahora que el planeta se está reabriendo lentamente, Dickinson, que a los 63 años todavía es reconocido por sus proezas incansables y atléticas en el escenario, está listo para volver al trabajo. Ha estado haciendo shows unipersonales, íntimos, estilo spoken word, que tuvo que interrumpir en agosto tras dar positivo de Covid-19 (a pesar de estar vacunado) y por el plan de Iron Maiden de sacar la bestia a la ruta el próximo verano en una gira europea. Pero antes lanzaron Senjutsu, que acaba de salir. El álbum doble de 82 minutos, cuyo título en japonés significa “estrategia”, contiene diez canciones de puro Iron Maiden, con letras sobre la guerra, la resistencia y la valentía encima del triple ataque de las guitarras de la banda. Dickinson canta cada canción con el mismo espíritu infatigable e inspirador que tenía cuando reemplazó al líder original, Paul Di’Anno, hace cuatro décadas.
El tiempo libre que tuvo durante la cuarentena lo ayudó a escuchar algunas de las canciones de Senjustu de manera diferente. Y en el caso de “The Writing on the Wall”, un rock heavy y cadencioso que coescribió con el guitarrista Adrian Smith, también llegó a verlo de manera diferente. “Durante la cuarentena me puse al día con todas las series que nunca puedo ver porque siempre estoy de gira”, dice sobre la idea que tuvo para el videoclip de la canción. “Mientras veía Sons of Anarchy, pensé: ‘¿No sería genial ver a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis como motociclistas?’”. Con esta ocurrencia en la cabeza, entró en tratativas con algunos ex ejecutivos de Pixar que lo ayudaron a plasmar a la mascota zombi de la banda, Eddie, como el mensajero del Fin de los Tiempos, configurando perfectamente el clima de furia bíblica del resto del disco. El cantante también habló con Rolling Stone sobre su filosofía personal, sobre el bien y el mal y cómo se reflejan en la música de Iron Maiden.
Parece haber mucho más que el festín de Baltasar (cuando Daniel descifra un mensaje profético escrito en la pared, en la Biblia) en el videoclip de “The Writing on the Wall”. ¿Qué estabas diciendo ahí?
Es un híbrido de muchas historias diferentes. Es cuando nuestro protagonista, llamémosle Daniel pero también podría ser Gandalf u Obi Wan se convierte en el tipo encapuchado que va a defender a las masas pobres y oprimidas. Es cuando entra y ataca a los criminales que estaban en el banquete, pero en realidad es el cruce del Mar Rojo y la separación de las aguas, o del Mar Verde en el caso del video.
Aunque “The Writing on the Wall” habla del festín de Baltasar, la historia anterior era la de Nabucodonosor, el rey que se volvió loco y pensó que se estaba convirtiendo en una bestia y salió y comenzó a comer hierba. Y ahí es donde se nos ocurrió la idea de convertir a este tipo en una cabra y golpearlo contra la pared, porque ahí tenés a la némesis de los Cuatro Jinetes que están viniendo para asegurarse de que se haga justicia a los malos, a las élites y a todos sus secuaces.
Dos canciones de Senjutsu, “Days of Future Past” que vos coescribiste de hecho, y “Senjutsu”, tienen letras sobre el Juicio Final. ¿Cuál es tu visión del apocalipsis?
Realmente no creo que el apocalipsis vaya a ocurrir en sí, creo que es algo que hace que muchas personas se sientan cómodas, porque se sienten incómodas al enfrentarse con la realidad.
Si no podés hacerle frente a las complejidades de la realidad, vas a las profecías apocalípticas, elegís creer en eso y ya tenés tu tribu. Se puede ver en este momento, lo que está pasando con los antivacunas y la propaganda. O sea, la gente tiene ganas de creer, y no creo que sea necesario leer la Biblia, porque en realidad había muchas profecías apocalípticas dando vueltas sin hablar de la Biblia. Digamos que nos inventamos nuestra propia profecía apocalíptica de turno. Acordate, el mundo iba a terminarse con el Y2K en el año 2000. Después iba a ser un asteroide. Hay un millón de formas en las que el mundo se va a acabar. Pero despues no se acaba.
Curiosamente, estoy haciendo un podcast en este momento con un profesor de psicología de la Universidad de Oxford, Kevin Dutton, que es experto en psicópatas entre otras cosas, y uno de nuestros invitados era un estudioso de la Biblia, un “escatólogo”, es decir un experto en apocalipsis, profecías y fin de los tiempos. Así que tuvimos una conversación muy interesante sobre los grupos que se sientan regularmente en la cima de una montaña y dicen: “El mundo se va a acabar”, y al final no es así. Y después regresan al año siguiente y dicen: “Bueno, cometimos un error. Simplemente calculamos mal esto o aquello. Pero definitivamente se va a acabar”.Lo que pasa con el apocalipsis es que es un gran material para escribir canciones, porque es dramático, es blanco y negro. Tiene el diablo y a Dios y el bien y el mal y todo. Siempre trato de poner algo de eso cuando escribo una canción.
¿Cómo se relaciona eso con lo que escribiste en “Days of Future Past”?
En realidad, la canción se basa en la película Constantine, que a su vez se basó en una novela gráfica. Todo lo que hice fue escribir sobre el personaje de Keanu Reeves que está condenado a caminar por la Tierra hasta que se arregle, después de lo cual es aprobado por Dios, o sea el narcisista manipulador definitivo, ¿no? Mirá nada más el Libro de Job, ¿lo leíste? Narcisismo manipulador. “Realmente te voy a cagar la vida pero después quiero amarte”. Entonces, buena pregunta: ¿Dios es un psicópata? Eso lo dejamos para el podcast. En la canción traté de adoptar una perspectiva ligeramente diferente. El personaje, en vez de cumplir con las peticiones de Dios, se enoja, y le dice: “¿Qué te da derecho a hacerme esta mierda?”
Supongo que nadie se dio cuenta, pero hice algo similar en “Flight of Icarus” [de Piece of Mind, 1983]. La historia original de Ícaro es: “Hacé lo que dice tu papá, de lo contrario te van a pasar cosas malas”. Pero la di vuelta y convertí al padre en el villano. “Si pudieras darle alas a un adolescente para que pueda volar, ¿qué creés que haría?”
Parece que últimamente has pasado mucho tiempo meditando sobre la teología. ¿Cómo describirías tu código personal?
Realmente no tengo ninguno, más allá de la idea de tratar de ser una persona generalmente decente. Pero detesto el extremismo en todas sus formas, la gente que simplemente cierra la cabeza a las ideas solo porque otras personas pueden ser diferentes o porque no pertenecen al mismo grupo. Y al mismo tiempo, me describo como un “libertario moderado” en el sentido de que creo en la mayoría de las ideas libertarias: creo que el gobierno en general debe dejar a la gente en paz, que los gobiernos son una basura en la mayoría de las cosas, y que la gente en general se maneja mejor resolviendo las cosas por su cuenta. Y al mismo tiempo, si no somos amables entre nosotros, porque somos intolerantes o lo que sea, entoncés tenés que intervenir y ser firme. Pero en términos de creencias religiosas, no tengo ninguna, en realidad. No voy a la iglesia, y no rezo.
¿De qué trata “Darkest Hour”, la canción de Senjutsu?
Se trata de Churchill, de cómo a pesar de todos sus errores y defectos personales, que eran muchísimos, hizo una cosa en su vida que fue enfrentarse al tirano que había envuelto al mundo en su locura… O sea, a Hitler. Y Churchill se opuso a los consejos que le dieron muchas personas excelentes y dignas, que le decían que arreglara la paz. La mitad de su gobierno estaba en contra de su postura, pero él era un borracho cascarrabias, que decía: “No. Ya fue suficiente. Esto se tiene que terminar.”
Pero, por supuesto, tenía sus defectos, y ese es el punto del estribillo: Ahí está “desnudo junto al trono de los reyes”. Sufría de depresión, que es la frase sobre el perro negro que lo acecha, y la canción está acompañada de sonidos de playa al principio y al final. La playa al principio es Dunkerque, donde básicamente nos escapamos por un pelito, y la del final es la del Día D. Y las playas estaban empapadas de sangre por diferentes motivos.
Septiembre marca los 40 años desde tu primera audición para Iron Maiden...
Voy a creerte que esa fue la primera.
Bueno, según internet...
“Según Internet”, mirá vos. Busqué mi patrimonio neto en internet el otro día y pensé: “La puta madre, tengo cuatro veces la riqueza de Steve Harris. Debo haber escrito un montón de canciones que nunca supe”. Así que no le creas tanto a internet, hay mucha tontería. Aunque a veces están bien en las referencias. Así que en este caso sí, debe haber sido hace 40 años.
¿Qué te acordás de esa audición?
En realidad hubo dos audiciones. La primera la hice en una sala de ensayo. Me habían pedido que me aprendiera cuatro canciones y yo pensé: “Bueno, solo tienen dos disco. Me las voy a aprender todas”. Así que hicimos un montón de canciones, y después covers de canciones de Thin Lizzy y Deep Purple porque las conocíamos todos. Después tuvieron que irse a hacer unos shows con el viejo cantante, Paul [Di’Anno], en Suecia. Y yo pensé: “Bueno, les va a resultar difícil porque acaban de pasar un día muy divertido conmigo”. Y tal cual, volvieron y me dijeron: “Está bien, ya lo despedimos, ahora queremos hacerte una prueba en un estudio de grabación, para asegurarnos de que no fue todo una alucinación sonora”. Así que fui ese día, estaba el gran [productor] Martin Birch, ya fallecido. Canté sobre unas cuatro o cinco pistas de acompañamiento que habían grabado, en vivo en Japón. Y fue todo pulgares para arriba, como hacían Siskel y Ebert. Ese día nos fuimos todos a un show de UFO, creo, en un teatro ahí cerca, y tomamos mucha cerveza. Y el resto es historia. El trabajo duro comenzó al día siguiente.
Y ahora… acá estás.
Sí. Sigo vivo.
Este artículo fue originalmente publicado en la edición web de Rolling Stone Estados Unidos.