El músico acaba de lanzar el primer volumen de ‘Barilari X 3′, en el que grabó canciones de pop internacional en español y tangos
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¿Cómo surgió este proyecto en el que cantás heavy metal, pop y hasta tango?
Fue el año pasado, en plena pandemia, con la necesidad de hacer cosas con los músicos. Había estado colgando canciones desde mi casa en Facebook y en Instagram y en un momento mi manager me dijo de hacer algo más profesional para llegar a la gente. La idea de grabar, de alguna manera, fue repasar mi carrera de rockmetal y sumarle un proyecto que tengo desde hace años, que se llama Canciones doradas, en el que canto temas de pop internacional en español, clásicos de los 70, 80 y 90, de grandes bandas. Y, por último, la idea era salir un poco de la corriente de la música popular y el rock y meterme en lo que siempre me gustó desde muy chico, que fue el tango.
¿Cuáles son tus primeros recuerdos musicales?
En mi casa, en los años 60, se escuchaba mucha canzoneta italiana, porque mi abuela había venido de Italia, y mis viejos escuchaban tango. Mi tío tocaba el bandoneón y era fanático de Gardel y de Julio Sosa. Cuando tenía seis años, un juego, me hacían cantar tangos, porque todos cantaban en mi familia. Y mi abuela se enojaba: “Dejen a ese chico en paz”, les decía. Pero para mí era un juego y con los años se transformó en algo más serio, fue lo que me enseñó de alguna manera a crecer en la música: la interpretación, entender las letras. Fue un hallazgo poder juntarme con músicos de tango y grabar. Fue un poco de caradura también, porque no es fácil, pero la voz me da para eso.
¿Cómo lo tomó tu público más metalero?
A mí me han criticado un montón de veces por todo tipo de situaciones. En la época que con Rata Blanca tocábamos en bailantas, todos reaccionaban de maneras distintas, pero el músico argentino tiene que abrirse camino pateando puertas. Yo he pateado puertas todo el tiempo para seguir adelante. Nadie te regala nada. Y siempre te van a criticar. Yo soy más que nada cantante y me gusta cantar todos los géneros, en especial los que me salen bien, pero he cantado hasta folclore en el colegio.
¿Cómo recordás hoy esos años de Rata Blanca en las bailantas?
Bien, fue una experiencia que tuvimos que sobrepasar. Lo hicimos por una necesidad de tocar. Rata siempre fue una banda de tocar todos los fines de semana y habíamos recorrido Argentina tres veces en un año y habíamos tocado siete veces en Obras. No había más lugares para tocar. Se abrió la posibilidad de tocar en bailantas, grandes galpones para 3.500 personas, y nos venía a ver un público que por ahí no podía pagar la entrada para vernos en el teatro Ópera, con una superproducción. Fuimos al Gran Buenos Aires y hacíamos nuestro show y cuando terminaba nuestro público se iba y entraban otros 3.000 para ver a Gladys, la Bomba Tucumana. Era un show nuestro, utilizábamos el espacio, pero la prensa más amarilla decía: “Rata Blanca bailantero”. No tenía nada que ver, muy lejos estábamos de hacer música tropical.
¿Y no se te pasó por la cabeza cantar algún tema melódico?
El melódico está en todo eso. En los discos más heavy metal hay baladas. Y el tango tiene mucho de melódico. Ahora, si te referís al melódico de Luis Miguel, no, porque no es lo que a mí me gusta. A tanto no me animé.