En busca de una reconstrucción personal y profesional, creó una cuenta de Instagram donde recomienda lecturas para ser “una mamá en colores”.
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“Yo era muy Susanita. Soñaba estar casada a los 25, con varios hijos y trabajar en una empresa. Hoy veo para atrás y me río. De todo ese sueño, absolutamente nada se cumplió”, confiesa Valeria Roquejoffre. Después de ocho años en pareja, la pérdida de un bebé y la llegada de su hija Mica, en 2017, Valeria se separó y sintió que su vida explotaba en mil pedazos.
“¿Por qué vos sos gris y yo soy rosa?”, le preguntó un día su hija. “Me quedé helada, porque muchos años atrás- antes siquiera de que Mica estuviera en los planes-, yo le había dicho a la psicóloga que a mi mamá la veía gris. Me preguntó qué haría para que se viera distinta y le respondí que le pondría un pañuelo naranja alrededor del cuello para darle color. Después de hablar esto con Mica, me di cuenta de que estaba gris. Al poco tiempo, ella me trae un dibujo que había hecho en el colegio y me había dibujado con un crayón naranja. Ahí me cayó todo: yo quería ver a mi mamá como Mica me quería ver a mí”, cuenta.
Cuentos a la hora de dormir
Los libros siempre fueron su pasión, inculcada por un papá periodista y una mamá que leía cuatro novelas al mismo tiempo. Cuando quedó embarazada, los cuentos infantiles fueron el motor de conexión con su hija. “Siempre quise transmitirle a Mica ese valor por los libros. Cuando estaba embarazada, el papá de Mica me compró un libro que narraba el bebé desde adentro de la panza. Era súper divertido y se lo leía en voz alta. Durante la licencia estábamos las dos solas en casa todo el día y disfrutaba un montón la lectura con ella”, asegura.
En los libros encontró un vínculo único con su hija, que se mantiene aún hoy. Valeria pudo transmitir ese valor de la lectura, que había mamado en su casa materna. “Leer es algo que se comparte en el tiempo, así sea sentada una al lado de la otra cada una con su libro. Yo también hacía eso con mi mamá a la distancia. Leíamos el mismo libro las dos y nos hablábamos por teléfono. Me unió a ella cuando ya no vivía en su casa”, explica.
Una mamá en colores
Valeria es licenciada en Relaciones Públicas y periodista. Cuando se separó, trabajaba freelance en diferentes lugares, pero por cuestiones de logística de su nueva rutina, tuvo que dejarlo. Ya tenía una cuenta de Instagram, en la que recomendaba salidas con chicos, pero decidió enfocarla 100% a la literatura y profesionalizarla. “Con Mica era como nuestro puente, nuestro contacto y dije ‘Tengo que ir más por acá’, porque la cuenta hablaba de nosotras también”, relata. Así, en 2018 nació @unamamaencolores.
“Busco que las mamás se identifiquen y encuentren ese espacio de lectura. Sé que es complicado encontrarlo y más a la edad de Mica (10). Obvio que ella está con la tablet y baila con sus amigas por pantalla. Pero el equilibrio es súper importante. Muchas veces me sorprende lo que deduce de un libro y para mí eso también es un gran referente”, señala.
Enfatiza la importancia de la cuenta con el feedback que recibe de sus seguidoras, mamás que le agradecen las recomendaciones de libros para sus hijos. “Soy de la idea de que las cosas que pasan te impulsan mucho más. No sé si hubiese llegado a donde estoy hoy, que para mí es grande, si no me hubiese pasado todo lo que me pasó”, asegura.
Nuevos sueños arcoíris
Valeria ya no se ve con la familia que soñaba a los veinticinco y siente que el cimbronazo de la separación también hizo un clic en su cabeza. “Entre las cosas y los años, una se amolda al camino real que aparece. Ahora estoy parada totalmente distinta: en ideología, formas de relacionarme, y una de las cosas fue esto de animarme a hacer”, declara. Su sueño hecho realidad es Una mamá en colores, que crece con nuevas propuestas como meriendas y boxes literarias.
“Creo que el gris tenía que ver con estar más metida para adentro y no tan expresiva. Hoy me veo con el pañuelo naranja o, por lo menos, lo intento todos los días. Hoy me gusto mucho más que ayer”, sentencia.