En 2019 se mudó con su marido y sus hijos a Israel para escapar de la crisis argentina. “Estamos preocupados, tratando de mantener la calma pero con la convicción de que elegimos el lugar correcto para vivir”
- 2 minutos de lectura'
“Vivimos a 4km de la Franja de Gaza. Nuestra situación es distinta a la del resto del país. Acá la alerta es constante. Contamos solamente con 15 segundos para correr al refugio por lo que no podemos ni salir de nuestras casas”, cuenta Mariel Kohan en medio de la peor escalada de violencia de los últimos años entre palestinos e israelíes.
En 2019, Mariel vivía con su marido y sus dos hijos -en ese entonces de 13 y 19 años- en el barrio de Flores, en la Ciudad de Buenos Aires, cuando decidieron irse a Israel y escapar de la crisis económica que enfrentaba la Argentina. “Vivimos en un pueblo, cerca de la ciudad de Beersheba, a una hora de Tel Aviv y a 4km de la Franja de Gaza. Mi marido trabaja en la fábrica del pueblo y yo en el jardín de infantes, soy maestra jardinera”, explica Mariel.
Hace una semana que comenzó el conflicto que va escalando día a día y que hoy los encuentra encerrados en sus casas. El ejército patrullas las calles pidiéndoles precaución extrema para salidas breves con alarmas que suenan en intervalos de 10 a 45 minutos y que otorgan solo 15 segundos para correr al refugio.
“Somos una zona constantemente atacada y en alerta permanente. Vivo una mezcla de sentimientos entre preocupación, temor y alerta. Es desesperante. Todas las casas de la zona deben disponer, por ley, de una habitación que funciona como refugio. En nuestra casa, es la habitación de los chicos. Contamos con una aplicación que nos avisa permanentemente dónde van a caer los misiles y en qué momento caerán. Es ahí cuando hay que correr a la habitación/refugio”, relata y aunque reconoce tener muchísimo miedo, trata de mantener la calma y aguarda, con esperanza, que la situación se resuelva pronto y poder vivir tranquila el día a día.
“No nos arrepentimos de la decisión que tomamos al venir para acá. Estamos bien, preocupados, tratando de mantener la calma y la tranquilidad que es lo primordial, pero con la convicción de que elegimos el lugar correcto para vivir y para que nuestros hijos tengan un buen futuro”.