A veces, sentimos que el día se nos escurre entre obligaciones y exigencias. Pero está en nosotras el poder bajar un cambio y regalarnos pequeños momentos de disfrute y bienestar.
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Lo ganamos. Lo perdemos. A veces (y en este último año pandémico, más) sentimos que vuela, que no alcanza, que vivimos en fast-forward. O que el tiempo se estira como un chicle sin sabor. Pero si algo aprendimos en este año y pico de rutinas nuevas y de incertidumbres, es a resignificarlo, a repensarlo, a rediseñar nuestro vínculo con él.
Nos preguntamos: “¿Realmente hay que estar 8 horas en una oficina para trabajar?”, o percibiste que haciendo algunos ajustes (¡y otros tantos malabares!) también pudiste organizarte para estar más tiempo con tus hijos, para disfrutar de un almuerzo en familia o incluso poner en marcha algún hobby o proyecto que tenías olvidado. Pero acá viene el truco. ¿Y vos? ¿Pudiste hacerte un tiempo dedicado 100% para vos? Por eso, este mes traemos esta propuesta que se acompasa a una edición en donde la premisa es bajar un cambio y reconectarnos con nosotras. Porque es muy fácil decir “nunca tengo tiempo para mí” y quedarte en la queja, pero si tuvieras ese tiempo solo para vos..., ¿qué harías de distinto? ¿En qué lo invertirías hoy?
Enfocá en lo chiquito
Una de las primeras cosas que charlamos con Inés Dates, nuestra psicóloga, fue la posibilidad de que no fuera “un” tiempo –así en singular–, porque muchas veces el lenguaje lo transforma en algo muy grande y utópico. El desafío, entonces, es encontrar “tus” tiempos; quizá sean muchos durante un mismo día, pero más breves. ¿10 minutos de meditación? ¿40 minutos para hacer un curso online de algo que querés aprender? “No hay un tiempo, hay mis tiempos. Si lo queremos hacer uno, que solo lo hace el pensamiento, nos quedamos afuera de poder vivir; entonces, fabricate tus tiempos. O sea, prestale atención a lo chiquito, porque tu mente te lleva a lo grande, entonces te priva de tu tiempito hoy”, apunta Inés.
¿Cuál es tu tiempo?
- + Tiempo sin evaluación ni exigencias. A veces, la misma obligación del disfrute se transforma en una exigencia extra o esa sensación de sentir que hay que “aprovechar” cada minuto. Pero no te lo creas tanto. Los tiempos “de sobra” también son esos tiempos para desperdiciar; es lo que para el cerebro se llama “tiempos de paz”. Nuestros sistemas emocionales en el cerebro son tres: el del peligro (que nos conecta con la supervivencia), el de la búsqueda (que nos conecta con la acción) y el de la paz y el amor. Entonces, cuando busques tus tiempos, pensalos como un tiempo sin objetivos. “Es muy lindo tener objetivos, pero también es necesario no tenerlos, porque si no, elegís objetivos sencillos como el celular, que te da objetivos facilísimos, y ese es el atractivo, la adicción que te dan es que te despiertan dopamina porque estás buscando todo el tiempo. ¿Qué? No sabemos qué”, aporta Inés. No es tan fácil saber lo que querés, y justamente esta pandemia puede darte ese tiempo para ir “encontrándolo” de a poco.
- + Tiempo de “proyecto”. Nos pasa a muchas: queremos tener un proyecto personal, aprender algo nuevo, seguir estudiando, pero no encontramos el momento, porque trabajamos, o tenemos que cuidar a hijos o familiares, o mil cosas más que nos comen la agenda. Entonces, ¿qué pasa? No activás, no lo agendás y entonces nunca lo hacés. No estamos diciendo nada nuevo: se llama “procrastinar” y consiste en seguir pateando la ilusión de “cuando tenga tiempo, voy a...”, entonces vamos por la fácil, que en muchos casos son las obligaciones. Pero volvamos al inicio; si tuvieras que buscar un solo valor/proyecto que quieras ganar en esos tiempos chiquitos extra. ¿Qué es lo que más valorás hoy? ¿Y cómo se hace para hacer algo que te cuesta o que procrastinás siempre? Hacerlo en microdosis.
Modo Mindfulness
Nuestro cerebro transforma el mindfulness en una tarea más, pero hay que practicarlo, hasta que se vuelva un hábito, un recurso al que puedas apelar todo el tiempo para registrar tu sentir. Inés lo graficó con un cuento: “Van unos americanos recorriendo castillos en Inglaterra y les maravilla el césped que tienen. Entonces van a hablar con el jardinero y le preguntan cómo lo hace y el jardinero les dice: ‘Bueno, lo cortamos cuando crece, sacamos los yuyos... Ah, pero durante 400 años’”. Nuestro cerebro no registra el largo plazo y la repetición de acciones, entonces estos dos tiempos de los que hablamos –el tiempo proyecto y el tiempo vivencia– hay que reconocerlos para siempre, “durante 400 años”. Es sentirles el gusto a las cosas más cotidianas durante 400 años. También es la idea que se desprende de la teoría de fractales: “vos practicá en chiquitito y eso va a tender a permanecer”.
Valorar con conciencia
A veces te decimos que apagues tu evaluador interno, pero en este aspecto del tiempo tuyo está buena la evaluación, porque es eso que te susurra al oído: “Esto vale, este tiempo vale”. La evaluación nos trae el valor a la conciencia y la vivencia nos trae el sentir. El desafío es aprender a usarlas para abrirnos a lo que la vida tiene de bueno para vos, que siempre es abundante y asombroso.
Experta consultada: Lic. Inés Dates. Nuestra psicóloga. @ines.dates.viviendo.