Una herramienta para superar conflictos, pero también para profundizar el diálogo y la confianza. Cómo saber si tu relación está a punto -o no- para encararla.
- 9 minutos de lectura'
La pareja es un lugar de certezas, el espacio de seguridad dentro de un mundo que a veces enloquece y ese destino cálido que nos reconforta después de un día difícil. Pero también es un espacio de incertidumbre, muchas veces lleno de nudos que no tenemos ni idea de cómo desatar. Por momentos sentís que tenés un vínculo como el que siempre soñaste, que funciona; y otras veces te preguntás: “¿Qué hago acá?”, o simplemente sentís aburrimiento, fastidio y hasta tenés ganas de demoler toda la torre que construiste. Esos cuestionamientos a veces duran más de lo previsto o se profundizan más de lo que podemos manejar. A veces, el problema no es lo que sentimos sino lo que vivimos: hay quejas, reclamos, desencuentros y sentimos que nunca nos vamos a poner de acuerdo en nada. Eso asusta, alarma, abre muchas charlas con amigas, pensamientos negativos y un horizonte posible que se parece mucho a un final. Pero en muchos casos, la respuesta no radica en la falta de amor sino en la falta de comunicación. Con el tiempo, las personas vamos cambiando y muchas veces eso se traduce en dejar de entendernos con miradas y arreglar todo con unos besos para comenzar a necesitar largas charlas. Cuando la relación implica responsabilidades y acuerdos, a lo mejor es sano recurrir a una nueva herramienta.
¿Necesitamos terapia?
Te preguntarás cómo darte cuenta de si tu pareja está para encarar una terapia. Muchas veces, se percibe cierta –o extrema– crisis, pero no está claro si tiene solución o si vale la pena afrontar una terapia. La sensación más común suele ser la desesperanza: sentirte cansada de remarla y con una fiaca monumental como para ir a sentarte con un profesional que no conocés y relatarle el funcionamiento de tu pareja. Suele dar vergüenza exponer las verdades más íntimas de una relación, y podés sentirte incluso ridícula al poner en palabras las cosas que suceden en la intimidad, pero si se te aparecen algunas de estas señales, puede que la terapia los ayude. En general, las señales están basadas en tres fuentes:
- Desgano amoroso: poca necesidad de estar con el otro.
- Desconexión: están cada uno en la suya.
- Aburrimiento: siempre preferís otro plan.
Es de esas tres alertas importantes de donde empiezan a aparecer los conflictos, que terminan enojándote y generando enfrentamientos. Pero ojo, porque se suelen presentar encubiertas y difíciles de leer, es decir, no te va a aparecer una alarma clara de la necesidad de terapia, excepto que ya la hayas hecho en un pasado y sepas en qué los ayudó.
A lo mejor sentís que en tu pareja algo está funcionando mal, pero no siempre lo que está a la vista es el problema que hay que tratar para estar mejor. Tu síntoma puede ser “me siento ignorada”, “mis necesidades no se escuchan”, “me escapo porque me aburre estar con mi pareja” o incluso “me quiero separar”, pero en el fondo se esconde una necesidad imperiosa de dialogar y de comunicarte de una manera sana, prolija y honesta sin lastimar. La solución tiene mucho que ver con la comunicación, aunque, cuando alguien llega a una consulta con un profesional, no lo pueda expresar así.
Algunos síntomas concretos
- “Me cansé de discutir siempre por lo mismo”: casi todas las parejas tienen sus “temas recurrentes” o dolores. Puede ser el dinero, los proyectos a futuro, la conexión sexual...
- “No nos hablamos, somos dos extraños”: sentís que la pareja está en una meseta y que son más amigos que pareja.
- “No aguanto más vivir en constante guerra”: muchas parejas discuten como una forma de vincularse muy poco sana. Hasta por cuestiones muy cotidianas...
- “Me fue infiel” o “fui infiel”: la infidelidad suele desencadenar crisis y necesitar de mucho diálogo.
- Uno de los dos solo piensa en sí mismo: cuestiones egoístas dentro de la pareja.
- Problemas con la familia política.
- Distribución de tareas: cuando todo está recayendo sobre uno de los miembros, sobre todo en un aspecto que puede ser económico, de organización o con los hijos.
- Alguno se siente maltratado.
Dialogar para mejorar
Hacer terapia de pareja no significa que te estés por separar. A veces simplemente no te da la vida para abrir conversaciones que son necesarias y el ritmo de la rutina anula la posibilidad de conectarse. Entonces, la terapia es un lugar de encuentro para quien desea vivir una pareja sana. Podés verlo como la suma de una mirada nueva que pone luz al vínculo para que pueda seguir creciendo. Hay una sola condición: la confianza. La ganancia se da cuando se genera una buena alianza terapéutica, que permite que todos estén comprometidos y sean sinceros. Eso hace que sea más tolerable lo que no es tan agradable. Con algunas sesiones, vas ganando posibilidades para comunicarte, profundidad en el vínculo y más empatía, y aprendés más del manejo de conflictos.
“Creo que me quiero separar”
La terapia de pareja es una gran aliada para cuando uno de los dos o ambos plantean la posibilidad de separarse. Apunta a resolver de la mejor manera posible ese problema, con una ruptura que implique la solución y no la creación de un problema nuevo para que el proceso no sea una tortura ni una batalla judicial (en el caso de que implique un divorcio) entre dos personas que durante un largo tiempo se quisieron mucho. A su vez, se busca que tenga el menor costo posible también para los hijos, si es que los hay, para evitar que salgan lastimados. Cuando llegás a ese encuentro, en general, no tenés del todo claro si querés separarte o no. En las primeras sesiones, los terapeutas van a ahondar sobre “a qué apunta la pareja con la consulta”. Muchos dicen “venimos para que nos ayuden a separarnos” y otros, “queremos superar esta crisis”, aunque a veces los resultados terminan siendo inversos a lo esperado.
¿Cuándo llegaron tarde?
A la terapia podés llegar por diversos motivos, pero hay una variable que es condición: ambos tienen que estar disponibles y abiertos a responder preguntas, seguros de que le quieren dar una chance a la relación. Si te sentís rodeada de malos entendidos, de charlas truncadas y de confusión, adelante con esta prueba. En cambio, si creés que ya te fuiste de la relación o que tu pareja ya está emocionalmente en otro lado, a pesar del dolor, la terapia no va a servir para arreglar las cosas. Según los expertos, la terapia no está indicada:
- Cuando uno de los dos no quiere hacerla y manifiesta claramente el desinterés. Falta a la sesión, llega tarde, no hay compromiso en su discurso, no hace las tareas que a veces se le piden. Puede ser porque ya no le importa la pareja o porque cree que no puede solucionarlo.
- En situaciones de violencia asimétricas. Cuando la comunicación en la pareja se vuelve violenta, las discusiones escalan y hay insultos y gritos, la terapia puede ayudar. En cambio, no es indicada para cuando hay uno de los dos que tiene el poder sobre el otro y genera miedo y amenaza.
¿Qué esperar de una sesión?
Te dejamos algunas claves de una buena sesión:
• Romper patrones: un buen terapeuta no les va a permitir hacer más de lo mismo y los va a acompañar a hablar de lo que no se puede hablar en casa. Esa autoridad que logra el tercero hace que ese espacio sea realmente posible de tolerar y no tengan los riesgos de una discusión casera.
• Nadie tiene razón: el terapeuta no es un juez, no va a definir quién tiene razón sobre un tema, sino que va a apuntar a destrabar la comunicación para que puedan escucharse. En general, se trata de evitar escaladas violentas en la sesión como insultar o agredir al otro, y una manera de hacerlo es que cada uno le hable al terapeuta en lugar de a su pareja.
• Sin críticas: también se pide que se hable en primera persona, en lugar de hablar del otro a modo de crítica. Decir: “a mí me molesta que…” o “me enoja que…” hace más fácil la recepción del otro que si se plantea como crítica.
• Valorarse, agradecerse: a veces, te pueden convocar a recordar cosas que te enamoraron, momentos importantes de la pareja o cuáles son las cosas que uno le agradece al otro. Serán preguntas que tengan que ver con rescatar el valor de la pareja, porque, ya sea para separarse o para seguir juntos, el tema es poder rescatar ese vínculo por lo que vendrá.
• Tarea para el hogar: puede haber tareas, que ayudan a mantener la idea de trabajo. Se trata de ver si pueden generar cambios con esas nuevas pautas que se están incorporando a la vida vincular. •
“Alcanza con que se den la oportunidad”
Por el Lic. Luciano Lutereau (@lucianolutereau).
Muchas veces las parejas llegan a terapia cuando ya no saben qué hacer. Es el último recurso, como si no confiaran demasiado en que hablar con alguien pudiera aliviar su dolor. Esto responde a un clásico “pacto de pareja”, que radica en la creencia de que los trapitos no deben sacarse al sol. De cualquier manera, no es importante que vengan con la máxima confianza, alcanza con que se den la oportunidad.
La terapia de pareja no asegura que la relación continúe. A veces puede ser que ocurra lo contrario, pero será de manera saludable; no sin dolor, pero sí sin malos tratos ni hostilidad innecesaria. ¿Cuándo es muy útil la terapia de pareja? Cuando dos personas no pueden hablar de manera honesta, es decir, cuando hacen y dicen cosas solamente por el efecto que puede producir en el otro. En este punto, es necesaria la presencia de un tercero que desactive los vicios comunicativos de la relación. Si una pareja recupera su vínculo luego de una terapia, es porque le fue posible trabajar las escenas reactivas y las tensiones de poder que los llevaron a ese consultorio por primera vez. La ganancia es poder vivir el amor que aún se tienen. Creo que lo peor que le puede pasar a una pareja es separarse precipitadamente y repetir en el vínculo posterior (real o imaginario) resentimientos y motivos de pelea por los que se peleaban cuando estaban juntos. Con una terapia, es posible que el vínculo vuelva a su origen o refunde sus condiciones para un nuevo comienzo.
Expertos consultados: Patricia Faur. Psicóloga especialista en dependencias afectivas. @patofaur. Fernando Rubano. Psicólogo especialista en pareja y sexualidad. @vinculosamor.