Natalia Cordoba es maquilladora: empezó compartiendo consejos de make up en su cuenta de Instagram @elblogdenatt y hoy impulsa a su “tribu maquillada” –como llama a su comunidad virtual– a mirar hacia adentro y confiar, para que cada vez más mujeres nos podamos enfocar en lo bueno y celebrarnos. A ella le llevó tiempo, obvio, pero hoy “resiliencia” es la palabra con la que se define. Con su casa le pasó lo mismo: “Los primeros meses lloré, pero ahora siento que es mi refugio”. Porque entendió que todo proceso necesita su adaptación y que hay que saber amigarse con las situaciones (¡y eso es un re buen consejo!). De la deco se encarga ella, y Manuel, su marido historiador, se ocupó de la obra de refacción (“¡esa fue la negociación!”, se ríe).
Eran dos PH de principios de siglo, que se transformaron en la casa que es hoy con espacios conectados y una deco que juega con el mix entre lo antiguo y lo moderno. “No quería una casa/museo, pero sí nos gustaba mucho respetar su impronta original”, dice Nat. Por eso, mantuvieron las altísimas aberturas originales, los pisos de pinotea y las paredes de adobe: algunas blancas lisas para grabar sus tutoriales para las redes y otras con arte y color. “Mi casa representa mi forma de ser. Y así como hay días que me pongo aros para verme mejor, a ella también le doy amor con la deco –dice–. La clave está en apropiarse del lugar”. Y el resultado siempre es positivo: sensaciones de refugio, protección y bienestar, puertas adentro (¡y no solo de la casa!).
Vestir la casa
“Nos íbamos a mudar el 28 de marzo y el 20 se declaró la cuarentena. Cerramos con candado y nos fuimos re desolados”. Pero fiel a su estilo resiliente, se instaló en un cuarto de la casa de sus suegros y esperó con paciencia para volver a abrir las puertas. La primera noche hicieron pijamada con su hijo, Pipe (7), en el living, porque los pisos de los cuartos no estaban listos, pero ¡ellos sí, para mudarse!
La puerta de entrada es la primera señal de diseño, con vidrios repartidos: “Fue nuestra búsqueda más preciada, es de demolición. Verla es una de las cosas que más me gustan”, asegura. El sector social lo armó con un sillón antiguo que heredó Manu de su familia, que vivía en una estancia. Lo vistió con almohadones (Ditrisio) en tonos tierra y completó la escena con un dúo de mesas bajas (Q Furniture), una mesita de caña y un espejo de pie (todo, Bélgika Home Design). La última adquisición fue la mesa del comedor (Casa Perri), diseñada a la distancia, en plena cuarentena, que combinó con sillas Windsor (Chear de Casa).
Maquillar el alma
La cocina, que se hizo toda desde cero, es la parte más moderna de la casa, con una onda muy instagrameable. A ella, también, le puso mucho amor: ventanales de demolición que miran al jardín –que, en breve, se convertirá en “una selva”–, estantes con detalles lindos y plantas y flores, muchas flores, que le dan color y alegría (Mercedes Courrage).
En este espacio, genera contenidos para redes con Martín, su hermano cocinero: “Es mi fotógrafo desde hace cinco años. En pandemia, le propuse hacer un especial de cocina y quedó muy divertido”. Con Martín son súper unidos y después de la muerte súbita de su hermano Facundo, la relación se afianzó mucho más.
“El día que firmamos, llegamos a la puerta de casa y en el cemento estaba escrito Facu. Sentí que, de una forma u otra, él siempre está acompañándonos. Por eso, mantuvimos intacto ese pedacito, como un símbolo de protección”, cuenta emocionada. No hay dudas: como dice ella, su casa son 100 metros cuadrados de amor.
Muy personal
En el sector privado, también fluye la inspiración. Porque Nat necesitaba atmósferas tranquilas para el descanso y espacios que estimularan su creatividad para generar contenidos para las redes. En su cuarto, agregó un perchero con ropa para sus reels, que en los meses de encierro fueron su salvación y un hit para sus seguidores, que hoy son más de 100 mil. El baño también se suma como spot para sus trabajos: tiene una bañadera antigua, con grifería negra, azulejos de 15 x 15 –”me volví loca para encontrarlos”– y pisos calcáreos (Gatti Mosaicos).
“La cuarentena me costó mucho, pero me amigué con la idea de estar adentro”, dice, porque a Nat su casa cada vez le gusta más: “Es mi pequeño mundo y busco los momentos para quedarme en casa, cómoda, en patas y a cara lavada”. No como el día de esta producción, con 30 grados (“¡lo di todo!”, se ríe). Así es Natalia: autoamor constante.
Producción de Flor Vicente Lago.