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Esta que te mostramos es una técnica que desarrolló Edward De Bono, un escritor y psicólogo famoso por haber trabajado el concepto de pensamiento lateral. La idea es que, al usar cada sombrero, fomentes tu creatividad y revises tus proyectos de una manera diferente ubicándote bajo distintos roles o perspectivas.
Hay seis sombreros de diferentes colores. Cada uno representa una actitud que debemos tomar y defender cuando nos lo colocamos en la cabeza. La intención es simplificar el pensamiento y tener una visión más global y completa de lo que estás evaluando y que te fijes con qué sombrero te sentís más cómoda al momento de evaluar tu nuevo desafío.
Sombrero blanco
Tu mente debe comportarse como un robot, yendo a los hechos y números, buscando ser neutral y objetiva, sin interpretar ni opinar nada. Expresá solo los datos sin argumentos, explicaciones ni excusas. Al usar este sombrero, es importante tener claro si los datos nacen de lo que creemos o si realmente están verificados.
Sombrero negro
Representa el lado lógico y crítico. Buscá señalar errores de forma objetiva. Es importante resaltar riesgos y problemas que puedan surgir a futuro.
Sombrero verde
Es el pensamiento creativo y lateral: abundan las nuevas ideas, conceptos y percepciones. Desafío: descartar viejas ideas y generar nuevas.
Sombrero amarillo
Este es el más entusiasta de todos, el optimista. Es el pensamiento constructivo que siempre ve los beneficios de algo. Sé optimista, pero aportando argumentos y explicando las razones. Es la actitud opuesta al sombrero negro. El amarillo es el que genera, se ocupa de que las cosas sucedan. •
Sombrero azul
Cuida la organización de las ideas y da las instrucciones necesarias para pensar y controlar el resto de los colores. Distancia, tranquilidad y autodominio sobresalen. Te va a ayudar con el resumen final luego de haber recorrido todo el camino.
Sombrero rojo
Es el opuesto al blanco. Expresá qué emociones, sentimientos y aspectos no racionales nacen en vos. Expresate libremente, sin necesidad de justificar nada. No tiene por qué ser lógico ni coherente.
¿Hubo algún sombrero que te resultó más afín a vos? ¿Cuál fue el rol que más te costó interpretar?