Cony Werkmeister creó un negocio rentable atravesado por su amor por los animales.
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“No me daba cuenta de que mis piezas, todas, siempre hablaban de los animales”, cuenta Coni, mientras abre su display de joyas en el altillo de su casa de Maschwitz. Ahí mismo está su taller, un lugar en el que conviven el arte, las imágenes de animales y el espíritu activista, que se ve reflejado en cada pieza. Es algo así como un templo, su templo: bello, caótico, familiar, casi animal también. Tiene una pulidora y una cabina antipolvo que hoy agradece; un arco en sierra y un calador. Chapas de metal, tornos, prensa y estacas. Frente a la ventana, una mesa donde cala y les da forma a sus diseños. Pero no siempre fue así: Coni trabajó más de diez años en un reconocido centro de diagnóstico por imágenes como técnica radióloga. En sus tardes libres hacía cursos de costura, bordado y joyería. En 2019, el proyecto de un documental fue el puntapié para pegar el volantazo; un cambio de rumbo, como el que mostraban las runas que Coni se tiraba de vez en cuando. El documental se llamó Susi, una elefanta en la habitación y, además de difundir una problemática y poner en marcha un crowdfunding, hacía un llamado a la acción por Instagram. La consigna era crear una imagen que hablara del cautiverio animal. Coni se sintió conmovida por esa cruda realidad y no dudó ni un segundo en aportar su arte a la causa.
“Yo venía haciendo joyería y, al ver el concurso en Instagram, hice un collar que reflejaba los sueños de libertad de Susi”, cuenta Coni. Usó bronce, cobre, alpaca, cuentas de vidrio y piedras de ágata. “La mejor arma es el conocimiento: poder visibilizar la crueldad a la que son sometidos los animales al sacarlos de su hábitat es el primer paso para terminar con este negocio que enriquece a unos pocos y coarta la libertad de muchos”.
El collar gustó tanto que le pidieron sus fotos para exponerlas en Barcelona. Y el día de la muestra, los organizadores le regalaron el collar a Alejandra García, fundadora del proyecto y directora del Santuario Equidad de Argentina. “Me di cuenta de que ese era el camino por el cual podía contar un poquito más del maltrato que sufren los animales”, dice Coni.
Al principio no tenía marca. Salía con el ambo del centro de diagnóstico e iba así vestida a los talleres de joyería. “Yo creía que no podía vivir de eso. El trabajo en relación de dependencia me daba seguridad”, cuenta Coni. Pero un segundo embarazo en pandemia la empujó a tirarse a la pileta –aun sin saber si habría agua o no–. “Vicente vino a abrir todo un campo de posibilidades”, agrega la joyera.
Creó un negocio sustentable y, a la vez, rentable. Una joyería antiespecista, activista, amorosa. A medida que el proyecto crecía, también lo hacía la demanda. Al principio calaba cada pieza, pero de a poco las empezó a seriar; acompañando la evolución y el crecimiento del negocio.
Las materias primas con las que trabaja son, principalmente, bronce y plata 925. Algunas de sus piezas se producen en cobre, alpaca y cerámica. Además, sus tarjetas personales son plantables. “Es un empujón para empezar una huerta en casa y un regalito a los que pasan y conocen el proyecto”, dice Coni con una sonrisa.
El propósito de esta joyera activista es generar conciencia a partir de una imagen que sea amable: visibilizar lo que está pasando en la industria con los animales. “Uno de los motivos de la crisis climática es la ganadería. Hay un montón de cosas para hacer por los animales y por este mundo”, cuenta Coni, y agrega: “El logo de la marca es un conejo: me representa porque yo tengo los dientes para afuera. Le agregué un pañuelo porque es combativo, refleja una lucha y, a la vez, es tierno”.
En números
- Inversión inicial: $10 mil
- Ingresos mensuales: $150 mil
- El precio de los productos está entre los $850 y $5500.
- 20 diseños ofrecen en su tienda.
- + 10,5 mil seguidores tiene en Instagram.
¿Cómo lo hizo?
- Tuvo un propósito concreto. Transmitir el mensaje antiespecista, la empatía por los animales y el planeta.
- Fue de a poco, sin prisa pero sin pausa. Confió en esa pulsión interna que empuja a cambiar de rumbo.
- Hizo una inversión para comprar las herramientas principales. Se capacitó en distintos talleres y con personas de las que aprendió muchísimo.
- Creyó en sí misma. “Hay días frustrantes, pero también la satisfacción de los mensajes de amor hacia mis productos. El hecho de que muchas personas se animaron a hacer cambios en sus hábitos me alienta a seguir con mi deseo de un mundo más empático”.
Sus consejos
- Involucrarse. “Siempre podemos hacer algo –aunque sea pequeño– para mejorar el planeta en que vivimos”.
- Confiar y hacer red. “Hacer red con otras personas que tengan los mismos valores que nuestra marca es de gran apoyo. Yo encontré amigas y personas maravillosas en este camino”.
- No todos los días son geniales, aunque hagas lo que te gusta. “Es un desafío constante ser perseverante. Cuando parece que todo sale mal, a mí me ayuda mucho tomar distancia. Salir a dar una vuelta, conectarme con algo que me hace bien. Después, solucionás el problema desde una nueva perspectiva”.
- Si emprendés, que sea algo que realmente te guste. “Le vas a dedicar muchísimas horas y casi todos los días”.
- No te compares con otros emprendimientos. “Muchas veces, fijarnos en los demás nos quita la posibilidad de ver nuestro propio progreso. Lo que me ayuda es fijar metas y valorar cuando logro cumplirlas”.