La pausa obligada que significó la cuarentena le permitió darle lugar a un emprendimiento que soñaba desde hace años y que hoy ya es un éxito.
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Durante quince años, Karina Sdubrolini se dedicó a los eventos. Hacía ambientación, organización y coordinación de fiestas sociales y corporativas. Con la cuarentena obligatoria, el rubro se frenó por completo y tanto ella como su marido (fotógrafo) se quedaron sin ingresos. Entonces, decidió sacar a la luz un emprendimiento que proyectaba desde hacía tiempo. Miss Cajas es una línea de cajas de regalos, con la particularidad de que son reutilizables y de doble función. Hoy tiene entre sus clientes a empresas como Coca-Cola, Puma y Avon, además de venta minorista.
Cuando hacía ambientaciones para empresas, muchos de sus clientes le pedían que incluyera algún regalo para los invitados. “Me gustaba pensarlo y diseñarlo, pero no era algo que yo ofrecía. En 2018 empecé a soñar con una tienda de regalos empresariales”, recuerda Karina. Durante dos años trabajó con una coach para desarrollar el negocio. Quería una marca propia, separada de su nombre y de su trabajo como ambientadora. Pero como no era su fuente principal de ingresos, avanzaba de a poco.
A principios de 2020 tenía proyectado lanzar Miss Cajas para el mundo corporativo. Hizo una pequeña tirada antes de sus vacaciones, con la idea de darlas a conocer a su regreso. Pero en medio de su viaje a Italia, la agarró la pandemia y todos los planes se dieron vuelta. Apenas volvió al país, desarmó a las corridas la oficina que tenía en Palermo, porque con el aislamiento social y obligatorio ya no podía cruzar a Capital. Después llegó la angustia y preguntarse por su futuro. “Lloré una semana hasta que dije ‘basta’. Me puse a pensar qué era lo que le faltaba a la gente, encerrada en sus casas. Las personas seguían cumpliendo años y no podían salir. Yo ya tenía mi catálogo armado, así que empecé con mi primera caja de cumpleaños y su velita con el código QR. Eso llamó mucho la atención. Como recién comenzaba la pandemia, casi nadie vendía ese estilo de cajas. De un mes a otro exploté con las cajas de cumpleaños; no lo podía creer”, relata. Sus proveedores estaban todos en Capital, así que las primeras versiones salieron con pastelería hecha por su hija de 14 años. Con un remisero del barrio, que tenía permiso para circular, resolvió las entregas. Luego, encontró productores cerca de su casa y reorganizó la logística con el equipo de trabajo de su empresa de eventos, para que cada uno pudiera aportar lo suyo. Las cajas pasaron a ser de madera, hechas por su papá, y sumaron ese diferencial que terminó de impulsar la marca: son reutilizables y de doble función. La idea es que con ellas puedan hacerse estantes, repisas, huertas. Cada una viene con una sugerencia para su nuevo uso. “Las cajas estimulan los cinco sentidos, son una experiencia. Son una pequeña fiesta y no paran de sorprenderte cuando las abrís”, explica. Karina tuvo que aprender de stock y evaluar qué se vendía más y qué menos. Con diferentes temáticas, cada caja incluye elementos de emprendedores nacionales y sustentables.
En un mes, ya tenía el negocio en marcha y, gracias al boca en boca de las redes y la personalización de las cajas, logró muchas ventas. Luego, la contactaron las empresas a las que les hacía eventos –Puma, VGH, Coca-Cola, Toribio Achaval, Avon– y a fin de año explotó de pedidos.
“Creo que la pandemia nos puso a todos en un lugar de humildad. Un día estabas arriba y al otro te estrellaste contra el piso y tuviste que volver a empezar. Todos los días me levanto y agradezco. La crisis es una transformación. La familia entera aprendió que se puede si uno le da para adelante”, asegura.
Los consejos de Karina
◗ Enamorate de tu producto. Solo si te enamorás de lo que hacés vas a poder tener éxito.
◗ No te quedes en tu zona de confort. Va a haber obstáculos, pero si aceptás que quizá te tengas que transformar para seguir creciendo, vas a triunfar.
◗ Siempre hay sufrimiento. Si te atrevés a pasar por ahí y volver a salir, se te abre todo desde un lugar mejor.
◗ Armar buen equipo es clave. No solo para los logros, sino para que cuando te caigas, tengas red de sostén.
Cómo lo hizo
- Estudió el mercado. “Me focalicé en ver la competencia, si había alguien haciendo lo mismo. Cuando me llaman las empresas, dicen que quieren ‘la’ caja. Esa es su identidad, lo que distingue es el packaging”.
- Aprovechó sus oportunidades. “Mi marido es fotógrafo y trabaja en un montón de empresas, así que aproveché y envié el catálogo a todas esas personas. Además, me hizo unas fotos divinas de las cajas. Si una no se sienta a hacer el FODA, por ahí no se da cuenta de todo lo que tiene”.
- Creó un producto pensado para el cliente. “La gente me dice que se nota que las cajas tienen un amor tremendo. Esa es la idea de mi producto, que cuando lo abras digas: ‘Pensaron en mí hasta el último detalle’. Cuando armo las cajas, pregunto qué les gusta a las personas que las van a recibir”.
- Difundió a través de redes sociales. “Mandé una caja, la subieron a las redes y fue como el boca en boca. Como vi que funcionaba, les mandaba una carta adentro que decía: ‘Por favor, ayudanos a seguir creciendo’. La gente se re enganchaba y todos reposteaban. Llegó un momento en que me empezaron a pedir un montón”.
En números:
- Inversión inicial $70 mil.
- $350 mil de ingresos mensuales.
- El precio de las cajas está entre los $2000 y $15 mil.
- Vendió 1500 regalos el primer año.
- 67 opciones diferentes de cajas para hombres, mujeres y niños.