La sabiduría popular dice que “no te cases ni te embarques”. Nuestras lectoras nos cuentan sus aprendizajes personales de esta fecha en el calendario.
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Nuestras lectoras nos comparten sus experiencias, aprendizajes y reflexiones sobre esta fecha tan particular que asusta a algunos y atrae a otros.
“Di la última materia y me recibí”
- María Eugenia Vigil (37), contadora.
Me anoté para rendir la última materia de la carrera un martes 13, sin saber que caía así. Cuando me di cuenta, le dije a mi papá: “No voy”, pero él me empujó: “Si te va mal, no pasa nada”. Así que junté fuerzas y fui. Tenía que rendir Auditoría. Llegué al oral temblando de los nervios y lo único que podía pensar era: “¡¿Para qué vine?!”. Empecé a contestar las preguntas y justo vi pasar por afuera del aula a mi papá, eso me tranquilizó y me hizo dejar a un costado los miedos. Terminé de hablar llena de temores, el profesor me miró y me dijo: “Felicitaciones, se recibió”.
A partir de ese día, cada vez que es martes 13 yo lo arranco segura, sabiendo que va a ser un día positivo. Para mí es un buen augurio. Antes, tenía la creencia, por lo que escuchaba, de que era de mala suerte, pero a partir de esto, me pasan todas cosas buenas. Se ve que estoy más optimista, porque lo considero un día súper positivo.
“Nací ese día... ¡y me encanta!”
- Eva Spina (36), médium.
Una de las anécdotas que mi mamá siempre contaba era que ella había hablado con el médico para el día de la cesárea, pero tuvo que reprogramar y la pasaron para un martes 13. Cuando lo escuchó, le dijo al médico: “Ay, doctor”. Él la miró incrédulo y puso la fecha: martes 13 de noviembre. Yo siempre esperé ansiosa mis cumpleaños que caían un martes, porque me intrigaba lo simbólico de que volviera a repetirse el mismo día que nací. Lo importante no es la buena o la mala suerte, sino nuestra capacidad de poder decidir lo que creemos. Hoy honro ese martes 13, y a mi mamá, que fue el portal y se animó a pesar de sus temores. Ahora dicen que el 13 significa buena suerte, yo sé que todo depende de lo que una crea.
“Dejé a mi primer novio”
- Fernanda Acuña (31), diseñadora gráfica.
Hablar de martes 13 me recuerda a mi adolescencia y a mi primer amor. Es que mi primera relación de noviazgo fue a los 16 años, con Guillermo, un compañero del colegio. Fue intensa y divertida. Un año siendo novios, en la secundaria: nos sentábamos juntos, estudiábamos juntos, venía a mi casa, ¡todo de a dos! Pero, de repente, en las vacaciones de verano, con algo de espacio de por medio, me di cuenta de que ya no me pasaba lo mismo y que no sentía lo mismo que sentía él... Traté de estirarla un poco, pero lo terminé dejando... ¡justo un martes 13 de febrero!
Primero le pedí un tiempo, le dije que necesitaba que tuviéramos más espacio y nos vimos recién después de 10 días. Él llegó todo ilusionado y lo primero que hizo fue preguntarme si todavía lo amaba; en un segundo se me pasó todo por la cabeza, pero le respondí: “No de la misma manera”. Se le transformó la cara, pensaba que le estaba mintiendo... Le dije que sentía que ya no iba a funcionar. En ese momento me daba culpa pensar que al otro día era San Valentín, pero ahora, más grande, me da un poco de culpa saber que le cargué un martes 13 con su primera desilusión amorosa. Espero que le haya echado la culpa al día y no a mí...
“Hice un viaje... muy caótico”
- Danila Prediger (27), docente y pastelera.
Tenía un viaje planeado a Uruguay con mi hermana y una amiga. Todo arrancó mal: llegamos a la terminal corriendo 10 cuadras por la calle con las valijas, porque ¡perdíamos el micro! En la corrida se me rompió una ruedita de la valija y cuando llegamos a Montevideo, quisimos sacar pasaje de vuelta y ¡no había nada! La única opción disponible era volver en barco y cuando lo quise pagar... ¡no me alcanzaba el cupo de la tarjeta! Fue fatal. Le eché la culpa al martes 13 todo el viaje, hasta que algún tiempo después entendí que el problema no era el día, sino que yo estaba en una frecuencia muy baja, con poca energía. No creo que se trate de suerte; para mí, cada una crea su mood, porque sé que todos elegimos en qué lugar ponernos.
Maquilló y peinó Consuelo Cúneo. Agradecemos a Cosi Mi Piace (@cosimipiaceok) su colaboración en esta nota.
LA NACION