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Fabiana Renault es una maestra de maestros en lo que a innovación se refiere. En esta columna nos ayuda a repensarnos y repensar nuestra realidad para encontrar soluciones a problemas cotidianos. Bien sencillito, con lo que tenemos a mano.
Mucho se habla del valor que agrega la innovación en las organizaciones, en las marcas, en la tecnología..., pero ¿y por casa cómo andamos? ¿Cuánto nos atrevemos a innovar en el día a día? Comparto una anécdota que viene como anillo al dedo: hace unos días, corrí la mesa de mi cocina para barrer. ¡Oh! Momento eureka: ¿y si en vez de paralela a la pared, la mesa va perpendicular? Entonces todo cambió: ahora, resulta que mi hija y yo podemos trabajar una frente a la otra, compartir el mate, preguntarnos si va con ese o con ce, valernos del “ya que vas para allá” y tantas otras cosas bellas. Renovamos la cocina con solo atrevernos a mover la mesa. Y lo maravilloso es que a partir de ese cambio, nuestro día a día cambió. ¡Y pensar que pasamos aaaaaaños sin darnos cuenta de que esa mesa tenía mucho más que una tabla y cuatro patas para darnos! Sucede que hasta a una coleccionista de ideas (así se llama mi Charla TED) se le escapa la magia que puede acontecer al dejar volar nuestra mente. ¿Cómo entrenar esa habilidad para innovar en lo cotidiano?
Acá van cuatro consejos:
A. Cambiar los hábitos.
Cuestionate cosas cotidianas: ¿y si los platos, cubiertos, vasos y servilletas están siempre sobre la mesa? ¿Qué pasa si reemplazo comino por curry? ¿Y si de repente me copo con las plantas? ¿Hacemos sobremesa en el living? ¿Cenamos en la cama? Preguntas chiquitas es la clave. (¡No digo que nos preguntemos si seguir siendo empleadas o comenzar a emprender!).
B. Jugar a los Sims.
Cambiar los muebles de lugar siempre renueva la energía, rotar la cama 90 grados puede ser un buen experimento. O cambiarles las tareas a los muebles, como en un juego de roles: una silla que se vuelve mesa, una escalera que se vuelve estantería...
C. Reformular creativamente el problema.
Esa mancha de humedad, hasta que puedas resolverla, ¿no puede ser parte de un mural bonito donde con acrílico y pincel convirtamos manchas en obras de arte? Descubrí la forma oculta de un mapa, una flor, un mandala. ¡Que la angustia por la humedad se convierta en arte decorativo!
D. ¡Eso es un disparate!
Los disparates “te disparan” ideas, siempre, así que... ¡a darles la bienvenida! ¿Cómo? Sin pensarlo. Única ley. ¿Y si instalamos el trueque de favores entre vecinos del edificio? ¿Podremos sorprender a familiares con mensajes sorpresa en las almohadas? ¿Y si en vez de pedir colaboración desde el enojo, lo hacemos cantando onda comedia musical? ¿Y si pegamos en el ascensor mensajes esperanzadores?
Ahora, a proponérselo. La innovación doméstica, cotidiana y espontánea es chiquitita, pero puede disparar muchas más innovaciones y ahí exactamente reside su fuerza. Bienvenidas las innovaciones nuestras de cada día. Eso sí, no nos dejemos caer en la tentación de hacer siempre lo mismo. Amén.