Cumple funciones claves en el organismo. Y un papel fundamental en la prevención de enfermedades.
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Tras más de un año de pandemia en el que oímos hablar de todo tipo de consejos acerca de cómo prevenir y estar físicamente preparados frente a posibles contagios, uno de los pilares fundamentales para los expertos es que debemos elevar y fortalecer a nuestro sistema inmunológico. Y es que se trata de nuestra primera barrera de defensas y, en la medida que se encuentre sólida, actuará frente a cualquier agente externo que sea perjudicial para nuestra salud.
Cuando nuestro sistema inmune es apto, nuestro organismo pierde menos energía intentando “luchar” contra posibles enfermedades y nos sentimos menos cansados, con mayor rendimiento físico y, por sobre todo y más importante, no nos enfermamos. Pero… ¿qué papel tiene la vitamina C para la prevención de enfermedades?
La vitamina C es una sustancia que interviene en innumerables procesos biológicos de nuestro organismo. Es un nutriente esencial para el cuerpo humano, es decir, que no tenemos la capacidad de producirlo y debemos incorporarlo de manera externa. Todas las células de nuestro cuerpo poseen un reservorio de vitamina C para poder funcionar correctamente, razón por la cual, incorporarla en nuestra rutina de alimentación y nutrición nos permite acceder al abanico de funciones que posee. No es un dato menor que en varios países la vitamina C se ha utilizado como línea de prevención y recuperación pos-Covid y, de hecho, existen protocolos de inmunidad basados en el uso de vitamina C como primera línea terapéutica.
¿Cómo incorporar la Vitamina C?
El estrés, la exposición a la polución ambiental, las situaciones de sobrealimentación, la malnutrición, el descanso inadecuado, la sobreactividad diaria o transitar una enfermedad producen un hiperconsumo de vitamina C. Nuestros requerimientos de vitamina C van cambiando de la mañana a la noche y esa es la razón por la que muchas veces la alimentación resulta insuficiente (buenas fuentes de vitamina C son el limón, la naranja, el pomelo, el kiwi, el morrón verde y rojo, el tomate y la guayaba). Entonces es necesario incorporarla como suplementación adicional.
¿Cómo elegir entre tantas opciones que el mercado ofrece? Seguramente al querer comprar vitamina C nos encontremos con mucha variedad en cuanto a presentación, sabor, color, precio, etc. Sin embargo, los especialistas aseguran que cuanto más natural sea la vitamina, mucho mejor. Se trata de una vitamina muy económica que puede encontrarse en su estado puro, químicamente conocido como ácido ascórbico.
Bajo esta forma, que se presenta en polvo, no tiene agregados de azúcares ni excipientes que intervengan en su acción en nuestro cuerpo, no genera riesgos en personas con trastornos de celiaquía o diabetes, y es adecuado para abastecer la dosis diaria recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). De todos modos, siempre es recomendable sumarla bajo supervisión de un médico que oriente sobre las maneras de ingerirla y cómo dosificarla.
Algunos de los efectos terapéuticos de la vitamina C:
- Reduce la sensación de cansancio y la fatiga ya que interviene en la producción regular de energía proveniente de las mitocondrias (las mitocondrias son las baterías de la célula encargadas de producir energía)
- Es un potente antioxidante, interviene en la producción de compuestos que eliminan los radicales libres (el acúmulo de estos generan daño conocido como estrés oxidativo)
- Regenera la vitamina E, un potente antioxidante por naturaleza que ayuda a proteger el corazón, disminuye la sequedad y la atrofia de la piel y las estrías.
- Favorece la absorción del hierro que incorporamos por medio de la alimentación evitando enfermedades vinculadas como la anemia.
- Contribuye a la formación de colágeno, una sustancia indispensable que se encuentra en todo el organismo como dientes, pelo, uñas, arterias, huesos, etc. y cuya deficiencia genera un envejecimiento prematuro y está asociado, entre otras cosas, a la depresión inmunológica.
- A nivel de los vasos mejora la elasticidad de las arterias, lo que genera una protección cardiovascular y disminuye el riesgo de eventos como infarto y arteriosclerosis.
* Matías Albizzati es médico especialista en Medicina del Deporte y posgraduado en Medicina Ortomolecular (MN.157.061). Realizó cursos de formación en las áreas de emergentología, manejo del dolor, depresión y gestión hospitalaria. Sus años de formación profesional, tanto en Argentina como en Chile, incluyen residencias en instituciones como el sanatorio Mater Dei, el Hospital Naval, el área de desarrollo sustentable del Gobierno de la Ciudad y el Hospital de Urgencia Asistencia Pública (HUAP). @dr_albizzati