Hola Ferro es el emprendimiento de una pareja que no se rindió. Pasaron de vender lo que hacían otras personas a fabricar lo propio y hoy no paran de recibir clientes.
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Sofía Pisano (33, diseñadora de indumentaria) y Gastón Ferro (36, herrero) son los creadores de Hola Herro, un taller de herrería que hace piezas a medida y que hoy tiene muchísimos clientes. Pero no siempre fue así: primero tuvieron que fundirse vendiendo productos que no hacían ellos para entender que su negocio radicaba en vender muebles a medida hechos por ellos.
“Hola Ferro” nació de pregunta, una noche cualquiera. “¿Vos sabés hacer esto?”, le dijo Sofi a Gastón, mientras buceaba por Pinterest. Era una mesita cuadrada muy simple, y él dijo que sí. Esa pieza fue el puntapié para empezar a producir. “Comenzamos con ese único producto, que fabricábamos y publicábamos en Facebook”, recuerdan. Varios conocidos les compraron, y luego los recomendaron, entonces la rueda empezó a girar. “Bonificábamos el envío para tener más ventas y eso traccionó bastante”, cuentan. Hacían las entregas en un Daewoo Tico, “que no sólo era viejísimo y chiquito sino que no tenía caja, por lo que teníamos que cargar los muebles en el techo”, relata Sofi y agrega: “En ese momento nos dimos cuenta de que estábamos dispuestos a esforzarnos al máximo para que nuestro sueño resultara y que nada nos iba a detener”.
El colapso
A los meses, ella renunció a su trabajo como empleada administrativa, y Gastón se despidió del vivero en el que había que cumplir horario. Abrieron un local en Hurlingham, y como algunos sueños, terminó rápido. “Nos fue muy mal”, dicen. Tuvieron que cerrar a los cinco meses y lo recuerdan como el primer error que cometieron: “nos centramos en vender decoración y muebles, en lugar de hacer lo que sabíamos que era producir muebles a medida”. Volvieron a cero, con muchas deudas y tomando trabajos en relación de dependencia. Ella viajaba dos horas hasta sus nuevos dos empleos, una agencia de publicidad y una de turismo, mientras miraba por la ventana del tren y se preguntaba qué podían tomar de aprendizaje de esa experiencia, con la incansable fe de volver a vivir de lo suyo.
Reintentar
Decidieron no vender lo que otros hacían sino lo que ellos sabían hacer. Empezaron a incorporar trabajo de otras marcas, hasta que les salió una obra grande de oficinas en el centro, y los eligieron entre muchos “porque éramos siempre los más baratos”. Con esa plata pudieron comprarse una camioneta y reemplazar al viejo Tico. También fue a partir de ahí que “nos empezó a conocer la gente y a darnos la oportunidad”. Todo volvió a comenzar: “pusimos un nuevo showroom que compartimos con una chica que vende decoración”. “Hoy pienso si lo haría de nuevo, y no sé si me animaría, pero hoy tenemos mucho trabajo”, dice Sofía. De hecho, comaprten que el desafío como pareja es no hablar todo el tiempo de trabajo: “nos cuesta mucho cambiar de tema. Pero si bien a veces luchamos en contra de eso, también entendemos que nuestro laburo no es sólo eso, sino también nuestro proyecto de vida y el que nos permitió poder cumplir un montón de metas. No existe Sofía y Gastón sin Taller Ferro”.
Desafíos y aprendizajes de emprender en pareja
Sofía advierte que se llevan muy bien y que pelean poco, “aunque estemos todo el día juntos”, por lo que les resultó bastante natural la relación laboral, “a pesar de haberla empezado sólo un año después de comenzar la relación”. Para ella, es clave tener gustos y sueños parecidos, y “saber los dos muy bien hacia dónde vamos”. “Es clave confiar ciegamente el uno en el otro, sabemos que cualquier decisión siempre va a ser es pos de mejorar nuestra empresa”.
Cinco consejos
- Hagan algo que sepan hacer. Cuando comenzamos con los muebles, el conocimiento de Gasti en la herrería y en la obra nos permitió resolver problemas mucho más fácil.
- Valoren a sus proveedores. Pasan los años y cada día nos damos cuenta de que nada de lo que hacemos es posible sin nuestro equipo. Nos costó mucho encontrarlos y estamos re agradecidos de quienes trabajan junto con nosotros.
- Tengan paciencia y trabajen mucho. No hay nada como el boca en boca. Una vez que empieza la rueda, todo resulta más fácil. Para nosotros fue la mejor publicidad.
- Sean generosos. Hoy por tí mañana por mí es una de mis frases de cabecera. Estoy segura de que lo que uno da, a la larga la vida se va a encargar de devolverlo. Puede sonar bastante naif, pero creo en la cooperación.
- Sean honestos. Parece una obviedad, pero es clave que el cliente reciba lo que nosotros prometimos y si nos equivocamos, siempre hay tiempo para hablar, pedir perdón y reparar el error. También es clave decir que no cuando nos piden algo que no vamos a poder cumplir.
¿Y vos? ¿Alguna vez fracasaste con un emprendimiento y tuviste que repensarlo?