Con ambientes amplios y techos altos, Jessica Kessel logró darle su toque personal con mucho arte y una paleta de colores que la representa.
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Jessica Kessel diseña zapatos y tiene una marca con su nombre y mucho de su personalidad. Porque un poco lleva el arte en su ADN: su padre biológico es músico y luego su mamá volvió a casarse y junto con su marido tienen locales de antigüedades. A ella siempre le encantó la moda y tenía una gran fascinación por los zapatos, que, claramente, se acrecentó con los años. Y como nada es casual, decoró su casa de la misma manera: color, formas orgánicas, arte, diseño, objetos y muebles antiguos, porque ya en su adolescencia recorría mercados de antigüedades en busca de perlitas de otros tiempos, casi como parte de una herencia.
Así puso en marcha su historia con locales en San Telmo y Recoleta y un depto para vivir en Monserrat: “Son barrios cargados de historia con edificaciones que me encantan”, dice. Y este, puntualmente, la enamoró. Es de 1910, tiene techos altos, ambientes amplios y una vista increíble a la cúpula de una iglesia. Así debía ser su lugar, donde hoy el color recorre los ambientes.
“Los colores son parte de mi esencia. Por eso, traté de plasmar quién soy y cómo habito los espacios, sin mirar revistas ni referencias”
Su mundo
Quizá como juego o quizá como una posibilidad de descanso visual, la cocina es el único ambiente blanco: “El color se lo dan las verduras y las frutas”, dice Jessica. Y también los cuadritos sobre la alacena y las plantas, que tiene en todos los rincones de la casa: “Soy re de las plantas. Siento que nunca son demasiadas. Durante la cuarentena, hice talleres de jardinería y aprendí un montón”.
En ese tiempo puertas adentro, su forma de habitar la casa cambió: el escritorio, al que le daba poco uso, se convirtió en sede de sus reuniones laborales virtuales y en un espacio para desayunar o almorzar con el solcito que se mete por la ventana en esas horas del día. Ahí, también, se entrega a otro de sus hobbies, pintar con acrílicos, y diseña sus colecciones de zapatos. En esa página, Jessica con su batería, uno de sus últimos descubrimientos: “Un día, estaba escuchando jazz en el auto y, mientras marcaba el ritmo en el volante, sentí que podía aprender a tocar la bata. Es un instrumento que me encanta y requiere mucha práctica y dedicación. Aunque no puedo tocar mucho, porque... vecinos”, se ríe Jessica.
Su refugio
Sin darse cuenta, eligió los mismos colores apastelados del living para su dormitorio: un espacio que armó con una cama protagonista, rodeada de objetos únicos que la representan, como las mesas de luz metálicas que diseñó su amigo Romeo Sosa y sobre las que descansan más plantas y sus libros favoritos. También llaman la atención la alfombra que compró en una feria y el mueble antiguo heredado con un maxiespejo, donde guarda sus accesorios y exhibe su colección de perfumes. Como punto focal y respaldo de la cama, una foto que sacó ella misma en la av. 9 de Julio: “Me gusta salir a caminar entregada a encontrarme con imágenes que llamen mi atención para capturarlas e inmortalizarlas”.
También le encanta recorrer ferias y anticuarios, toparse con algún hallazgo y respirar el aire de las callecitas porteñas. Pero Jessica también elige quedarse en casa: “Soy de Escorpio con ascendente y Luna en Cáncer, entonces soy muy del hogar. Amo mi casa, mis momentos y mis espacios”.