La llegada de un hijo puede sacudir tu relación de pareja ¿Cómo entenderse y acompañarse durante estos días que parecen interminables?
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¿Pensabas que el puerperio afecta solo a las mujeres? ¿Que el desajuste de horarios y rutinas de cada día iba a ser algo fácil de llevar? ¿O que a la montaña rusa emocional te ibas a subir solo? Es muy probable que tu pareja también esté siendo atravesada por muchas cosas durante este período, que van a modificar el vínculo entre los dos. Por eso, si te encontrás peléandote a los gritos por pavadas, te molestan cosas que antes no te importaban y nada te mueve un pelo, repetite como un mantra: “Esto es normal”. Es la regla: con la llegada de un hijo –y ni hablar si encima son padres primerizos– surgen muchos cambios para ambos padres a nivel individual, que terminan afectando inevitablemente la interacción de la pareja. Acá, algunas claves para entenderse y sintonizar mejor.
¿Cómo le pega a cada uno?
- A las mujeres: El puerperio, por definición, es la etapa que va desde el parto hasta la primera menstruación posparto; su duración es variable, pero puede llegar a durar algunos meses. Más allá de la revolución hormonal y física que experimentamos luego del nacimiento –que es muy significativa y que ya conocemos–, es clave también entender que estás pasando por un momento de transformación: pasás a ser mamá (por primera vez, ¡o de uno más!). Junto con todo eso, que ya es un montón, te enfrentás a noches largas sin dormir, a tus propias exigencias por ser el tipo de madre que te imaginabas, aparecen quizá los miedos a equivocarte y sentimientos de soledad, todo coronado por una montaña rusa de emociones. Es lo más normal pasar de momentos de mucha felicidad a sentir tanto cansancio que, a las cuatro de la mañana, creés que tu vida es un horror. Y ni hablar si llegás a atravesar una depresión posparto, que es más normal de lo que pensamos y que puede generar sentimientos de ambivalencia con respecto al bebé y la nueva etapa.
- A los hombres: Quizá tu pareja tenía un rol coprotagonista durante el embarazo, comprando el ajuar, preparando la casa, asistiendo juntos al curso preparto y hasta contando contracciones en su teléfono, pero desde que nació el bebé vos dirigís toda tu atención a la criatura. Quizá se sienta solo, desplazado, movilizado... y trata de ser parte de las nuevas dinámicas y acompañarte a vos de la mejor manera, pero no sabe bien cómo. Además, se está encontrando con que “ser papá” no es como se había imaginado, o al menos no lo es por ahora. O sea que, si no están en su mejor momento como pareja, era de esperarse, ¿no?
¿Cambia en parejas del mismo sexo?
Sumado a todo lo ya mencionado, las parejas homoparentales pueden tener algunos desafíos extra, como la desaprobación familiar o social y/o la falta de sostén, o algo tan sencillo como tener menos amigos con hijos en su entorno para compartir experiencias. Como ya dijimos, el puerperio trasciende lo físico y lo hormonal, es subjetivo y también depende mucho del contexto social y cultural. Sea como fuere, hay un cambio: nuevos roles que asumir en los que el cansancio, el estrés, la culpa y los miedos están a la orden del día. Es importante, antes del nacimiento, generar una red de apoyo que pueda ayudarlos a adaptarse en este nuevo rol. Reflexionar sobre los retos y las dificultades, así como la felicidad que trae, y buscar tiempos de intimidad y de conexión con la pareja.
Algunos síntomas
- “La libido es un recuerdo distante”. Hay un nuevo despertar de la sexualidad que aparecerá luego del puerperio y que vendrá de la mano de una recuperación física y psíquica progresiva. Por eso, el deseo sexual es variable en cada uno de nosotros y en cada pareja, y vendrá a su debido momento. Es fundamental que se acompañen y que no se generen presión para tener relaciones. Y acuérdense de que la sexualidad cambia porque ustedes están cambiando: el cuerpo no es el mismo y las reglas y tiempos de la casa también cambiaron. ¿Hay sentimientos de frustración en alguno? Normalicemos el pedir ayuda a un psicólogo o un sexólogo. La idea es que en los primeros encuentros sexuales poscuarentena haya la mínima tensión posible y el máximo placer esperable, y que no termine siendo por cumplir. Recordemos también que la penetración no es la única forma de tener relaciones sexuales: están las caricias, comer comidas ricas para estimular los sentidos, sumar algún juguete, ciertos aromas, besos y más. No se apuren.
- “Me la paso criticándolo por cómo cuida al bebé”. Esto también es un legado del patriarcado. Lo más probable es que a vos, cuando eras chica, te hayan regalado un bebote, con cochecito y chupete. O que te hayas entrenado en las tareas de cuidado con sobrinos o hijos de amigas, porque históricamente a las mujeres se nos educó en el cuidado de los otros. Pero muchos varones no tienen la misma educación y llegan a la paternidad probablemente sin haber cambiado un pañal realmente sucio hasta hace un tiempito. Esto no habla necesariamente del desinterés, sino de la falta de práctica. Estamos en proceso de seguir deconstruyendo estos roles, así que ármense juntos de paciencia y permítanse aprender y cometer errores (y admitámoslo: tanto nosotras como ellos seguramente nos estemos mandando algunas).
- “Vivimos peleándonos por pavadas”. Acepten que van a tener cambios de humor, los dos. Hay un nuevo integrante que demanda la mayoría de su tiempo y atención, están cansados, más irritados e inmersos 100% en este mundo nuevo. No hay tiempo para hacer sus cosas, sus tiempos están supeditados a los del bebé y ambos quieren dar lo mejor. Entonces, no es que se pelean por pavadas porque se llevan mal. Es porque casi no tienen resto. ¿Qué hacer? Empezar a turnarse para recargar pilas, con una ida al gym o un café con amigos. Así que estén atentos: cuando ven que dejaron de “intercambiar opiniones” y la ven venir, respiren, acuérdense de que están puérperos y salgan a tomar aire, solos o juntos. Salir un rato del “ambiente bebé” ayuda.
- “El colecho nos está matando”. Los que ya fueron padres lo saben: es práctico y hermoso acurrucarse con el bebé en la cama (especialmente cuando se despierta de madrugada y solo necesitamos darnos vuelta para calmarlo), pero si el puerperio se extiende demasiado, puede terminar afectando la intimidad de la pareja. Desde tocarse los pies debajo del acolchado o hacer cucharita hasta tener noches desenfrenadas y espontáneas, mucho pasa en la cama. Pero, muchas veces, tener un bebé entre las sábanas deserotiza. Igual, como bien sabemos, crisis es oportunidad. Así que aprovechen los meses de colecho para ponerle picante a la pareja en otras áreas de la casa: sillón, cocina, ducha o donde se les ocurra. Vale todo.
Estrategias para surfearla
- Hablen mucho antes del nacimiento. Es probable que hayas leído libros y mucha teoría sobre el puerperio o que otros padres te hayan contado la que se venía. Pero es importante que también pongan en palabras todo lo que les preocupa o les da miedo y cómo podrían resolverlo juntos. Por un lado, seguramente se les ocurran ideas que puedan servir más adelante, y por el otro, conversar los va a hacer sentirse más cerca.
- Fomenten la intimidad. Y no estamos hablando solo de sexo... La intimidad es la conexión emocional que te permite contar con el otro, tanto en las buenas como en las malas. Por ejemplo: al bebé se le cayó el ombligo y es a tu pareja a quien se lo querés contar primero. O les fue espectacular en el pediatra porque está sanísimo y lo celebran juntos. Eso ya es intimidad.
- Practiquen la empatía. Ninguno de los dos la tiene fácil. Hagan el esfuerzo de ponerse en el lugar del otro, aunque no se banquen, aunque “lo mío es peor”, aunque no se tengan paciencia, y recuerden que están raros porque todo está cambiando. Adaptarse es un proceso.
- Quienes fuimos padres lo sabemos bien: los primeros días parecen interminables, pero pasan, y todo se va acomodando y encontrando su ritmo y lugar. Quizá no haga tanta falta forzar el “estar como siempre” con tu pareja. Quizá con tener paciencia y dejar que el tiempo pase alcanza. Confíen en que construyeron una base sólida que no se va a derrumbar y mírense con amor cada vez que puedan. Porque es el amor lo que los trajo hasta acá, y también la herramienta que los va a mantener a flote
Reconectarse con el deseo por la Lic. Mercedes Suárez.
Psicóloga y sexóloga. @mechisuarezpsi
Es muy diferente hacer el esfuerzo (sí, porque el deseo no es espontáneo e implica el trabajo de ir a buscarlo) para disfrutar y estar mejor que hacerlo por obligación social. Así que, antes que nada, preguntate: ¿quiero tener sexo porque es un mandato (porque hay que hacerlo, porque “los hombres lo necesitan”, etc.) o lo pienso como un momento de disfrute y de conexión con mi pareja?
Por otra parte, es importante tener claro que nuestro cerebro emocional no procesa a la velocidad con que cambia nuestro cuerpo durante esta etapa. Y que, al igual que la adolescencia, el puerperio es un momento de redescubrimiento de nuestro cuerpo. Es importante poder ser compasivas con nosotras, no juzgarnos y permitirnos recolectar y reconocernos en ese cuerpo puérpero.
Entonces, para reconectarnos con la vida sexual luego de la mapaternidad, hay dos grandes ejes: Ir de la cabeza hacia el cuerpo: la clave es estimular el punto C –el cerebro– para volver a encender la llama. Podés recurrir a fantasías, recuerdos, literatura erótica... La idea es conectarse con el deseo.
De lo externo a lo interno. Una vez que le hayamos dado tiempo y dedicación a la búsqueda del deseo, podemos pasar al cuerpo. Primero puede ser con una misma y después con nuestra pareja, la guía sos vos y cómo te sientas cómoda. Lo ideal es empezar por las zonas erógenas externas, usando los 5 sentidos y estimulando otras áreas antes de ir directamente a lo genital... Pueden empezar con relaciones sin penetración o simplemente encuentros sexuales reconectándose muy de a poco, con sensaciones, emociones y un cuerpo en parte conocido y en parte nuevo.
Y no es menor ir hablando de lo que nos pasa con quienes nos acompañen en esta etapa: principalmente con la pareja, amigas, compañeras del curso preparto, familia... Cualquier persona con quien estemos en confianza y no nos sintamos juzgadas.