La pandemia cerró los vuelos y obligó a pasar las fiestas por Zoom. Casi dos años después, dos mujeres lograron viajar para ver a sus seres queridos.
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No hay dudas que, en los últimos dos años, se extrañaron los encuentros, los abrazos y los brindis entre el vitel thoné y el pan dulce, sin una pantalla mediante. Y más aún, cuando la familia está en otro país y volar de un lugar a otro no es tan sencillo como antes.
Para Dana Gutiérrez Shanahan (chilena que reside en México hace años) y Ana María Figueroa Arboleda (colombiana que vive en Buenos Aires) estas fiestas fueron distintas. Después de años de no ver a sus familias, pudieron viajar y pasar las fiestas junto a ellas, gracias a la campaña “Un envío diferente”, de Mercado libre, que acercó a 160 personas de Argentina, Brasil, México, Perú, Colombia, Chile y Uruguay a sus seres queridos.
Dana Gutiérrez Shanahan (48), diseñadora gráfica y tanatóloga
“Mi hija necesitaba reconocer sus raíces y encontrarse con mi familia”
“Hace 18 años, con mi primer esposo, decidimos emigrar de Chile y se nos ocurrió ir a México, porque no conocíamos. Allí estaba un gran amigo, que era lo más parecido a tener una familia. Desde el día uno me sentí en mi casa. Un mes antes de que naciera nuestra hija Lía, a él le diagnosticaron cáncer y a los pocos meses murió. Mis grandes raíces, que estaban en una maceta, decidieron quedarse en México. Con Lía de nueve meses viajé a Chile. Pero luego no pude volver al Sur. Si bien mi papá vino varias veces, para mí era muy importante que Lía tuviera contacto con su familia y nuestra historia.
Tiempo después conocí a Arturo. Cuando nos casamos en 2018, pedimos de regalo de bodas un viaje a Chile, pero con la pandemia todo se postergó y no pudimos hacer el viaje como lo habíamos planeado. Para mí era importante ir con los dos. Sentía que ella necesitaba reconocer sus raíces y encontrarse con mi familia y la familia de su otro papá, porque ella siente que tiene dos papás. Por otro lado, también quería que Arturo conociera mi historia, mis amigos y a mi familia completa.
Hasta que no puse los pies en Santiago, no lo podía creer. Siempre las navidades han sido un poco solas. Pero esta navidad para Lía va a ser inolvidable. Cada vez que veía a la tía o a la abuela, corría y nos abrazábamos. Yo me la pasé llorando de la emoción. Me siento muy agradecida de haber podido estar, abrazar, tocar, hacer bromas. Sobre todo, ver a Lía en compañía de sus abuelos y tíos. La vi como si nunca hubiera estado fuera de esa dinámica.
Este viaje para ella fue muy transformador. Tendremos que ver cómo hacer para ir cada año, porque no podemos dejar pasar tanto tiempo de nuevo. Fue una muy linda fiesta, una muy linda cena, en el sentido de acompañarnos y agradecer. Con diez años, fue su primera Navidad con la familia. Por suerte ahora la tecnología permite estar en contacto para poder ver y hablar, pero no es lo mismo. No es lo mismo desayunar juntos, salir a comprar el pan, caminar en la calle del brazo. Es muy emotivo el estar otra vez, olerse, tocarse, abrazarse.”
“En cuanto nos vimos, nos dimos un largo abrazo”
Ana María Figueroa Arboleda (41), bailarina de tango y licenciada en folklore, vive en Argentina hace 13 años.
“En 2008 viajé a la Argentina para participar en el Mundial de Tango, pero mi compañero no pudo ir. En una milonga conocí a Ángel. Quedé flechada en el momento y le pregunté si quería participar conmigo en el mundial. Me dijo que sí. Cuando volví a Colombia, él vino de sorpresa. Conoció a mi familia y pasó las fiestas con nosotros. En enero, regresé con él a Buenos Aires.
En Medellín, las fiestas se viven de manera diferente. Las casas están iluminadas, decoran los autos como renos, se cantan villancicos, hay orquestas en la calle. Las fiestas son muy importantes. El año pasado, celebramos en casa con nuestro hijo Angelito y nos conectamos con la familia por videollamada. Fue difícil y complicado estar lejos, sumado a la incertidumbre de no saber cuánto tiempo iba a pasar para verlos y abrazarlos de nuevo.
Volver a Colombia en esta Navidad fue hermosísimo. Mi hermano nos buscó en el aeropuerto. En cuanto nos vimos, nos dimos un abrazo largo. Cuando llegamos a la casa de mi mamá, ella estaba en la puerta ansiosa esperándonos. Dice que fue un regalo hermoso tenernos a los tres, en especial a su único nieto, que hacía bastante que no veía.
A mí me dio mucha felicidad ver a Angelito compartir con mis tías, primos y primas. Lo quieren mucho. Sus primitos juegan con él. Es muy lindo ver que comparta con mi familia y que conozca la cultura de la que también forma parte. Para que vea su gente, el clima, las tradiciones como colombianos. Fue muy emocionante que cantara con los demás niños durante las novenas navideñas.
Si el año pasado nos hubieran dicho que en diciembre del 2021 íbamos a estar en Colombia con la familia, no lo hubiéramos creído nunca. Por momentos te hace olvidar que hubo una pandemia.”