Damián Betular se despidió de su puesto de chef ejecutivo en el Palacio Duhau y, con esta noticia, nos invitó a repensar cuándo es momento de decir adiós y abrir la puerta a nuevas oportunidades
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Como casi todo en la vida, el universo laboral disfruta de cierta complejidad. Es que, mientras que siempre buscamos el equilibro entre la vida personal y el trabajo, este no es el único elemento en la fórmula. ¿Estamos haciendo algo que nos gusta? ¿elegimos ir por un trabajo que nos resuelve el tema económico porque nuestro foco está en otro lado? ¿el lugar donde estoy me da posibilidades de crecimiento? ¿quiero crecer? ¿qué es lo que más valoro? ¿el sueldo? ¿la flexibilidad? ¿las nuevas posibilidades? ¿el buen ambiente?
Si bien cada uno responderá estos cuestionamientos de manera individual y evaluará otros tantos factores, también es cierto que no es raro encontrarse frente a la demoledora pregunta de: “¿Será que es momento de renunciar?”. Una frase que no llega solo en malos momentos provocados por un mal ecosistema de trabajo o un jefe tóxico, sino que también aparece frente a la búsqueda de nuevos horizontes.
Cinco signos que te indican que llegó el momento de renunciar
- Queda claro que no podés crecer (y crecer, es importante para vos). En este punto no hablamos solamente de un crecimiento en la jerarquía, sino de todo tipo de cambio que te permita desarrollarte como profesional. Nuevos desafíos, nuevas responsabilidades, nuevos aprendizajes. Lo que sea. En ese recorrido, es clave que te preguntes a vos mismo si agotaste todos los caminos para lograr que eso suceda. Si la respuesta es sí, este es un factor clave a la hora de darte cuenta que quizá el lugar donde estás ya no funciona para vos.
- No estás orgulloso de la cultura empresarial. Lamentablemente todavía existen muchísimos vicios en las dinámicas de trabajo y la toxicidad se vive tanto desde el ambiente, hasta la manera de administrar equipos y las relaciones con los jefes. Acá también vas a tener que hacer tu propia evaluación: ¿tenés problemas con tu jefe directo y éstos no se pueden resolver?, ¿tu equipo primario es magnífico pero en el círculo más amplio existen muchos problemas?, ¿la empresa no le preocupan sus colaboradores y potencia dinámicas tóxicas? Sé honesto con vos mismo: si te encontrás hablando mal del trabajo con frecuencia o si ya no compartís los mismos valores con tu empresa, puede ser hora de seguir adelante.
- Hay una rotación constante de compañeros de trabajo. Si bien es cierto que hay sectores mucho más dinámicos que otros (por ejemplo, en los equipos de sistemas este recambio es muy natural debido a la gran demanda que existe para este tipo de puestos), los especialistas coinciden que un flujo constante de cambios en los recursos es una alarma a tener en cuenta ya que podría indicar que existe un problema sistemático y que la empresa no se está haciendo cargo.
- Te das cuenta que querés algo diferente. El cambio laboral no tiene que ser motivado solo por situaciones negativas. Al contrario, uno, muchísimas veces, se encuentra en un lugar con buenas dinámicas de trabajo, con un equipo contenedor y haciendo realmente lo que le gusta. En este contexto es posible que suceda que empieces a entender que estás buscando nuevos horizontes, que -dentro o fuera de tu área- querés tener desafíos que tu empresa ya no puede brindarte o mismo que como profesional creciste más de que lo que tu compañía puede absorber (el clásico: no puede haber un equipo repleto de jefes). Salir de la zona de confort es difícil, pero muy necesario.
- Tu trabajo está teniendo un impacto negativo en tu salud. Parece obvio ¿verdad? Pero, lamentablemente, muchas veces naturalizamos malos hábitos. Desde cuestiones relacionadas al cansancio, la angustia o el estrés, para ir a escenarios en donde tu salud mental está en riesgo (ataques de ansiedad o de angustia, ataques de pánico). Cualquiera sea tu contexto, es fundamental que te pongas a vos primero y priorices tu bienestar. Evaluá tu escenario, planificá una salida y ponela en acción.
Si tu camino es emprender algo propio
“¿Cuál es tu breaking point? ¿Cuándo es el momento de pasar de la relación de dependencia a ser emprendedor? ¿ Cómo hacer para separarte del trabajo estable? ¿Cómo dar el salto?”, son las preguntas que Gustavo Teruel, creador de @cocinandoconteru, hizo durante la segunda clase de OHLALÁ! Makers sobre planificación de emprendimientos. Es que, seamos honestos, muchos emprendimientos nacen en paralelo a una relación de trabajo y el caso de Teru no es diferente: entre planillas de oficina, escribía los posteos para su perfil en Instagram. “Pero todo el día estaba pensando en el proyecto, desde que me levantaba hasta que me iba a dormir. Además, los fines de semana daba los talleres de BLW. Había algo que me faltaba. Iba a trabajar sin ganas”, contó en el encuentro.
Los nervios, dudas e incertidumbre son parte del camino emprendedor. “Es fundamental sentir esa incomodidad en el momento donde uno quiere dar el salto. Si estás muy cómodo no lo hacés”, aseguró Teru. Emprender es como tirarse a la pileta, sin certezas. El desconcierto también es parte del proceso. “Yo prefiero ser la cabeza de algo chiquito, que ser parte de una mega empresa donde soy el último de la fila y donde las decisiones no pasan por mí”, concluyó.
“No lo entendí durante muchos años, hasta que yo mismo di el salto. Llega un punto donde lo sentís. Cuando es el momento, te empieza a temblar el cuerpo. Ahí sabés que tenés que apostar a todo, jugártela y renunciar al sueldo fijo a fin de mes” - Gustavo Terue
En el encuentro dio algunos consejos para animarse a saltar a la aventura de emprender:
- Anotar. Es importante bajar a un papel las ideas, para poder visualizar el emprendimiento, ordenarse y planificar. Pensar en cuál es el objetivo y alinearse con él.
- Ahorrar. En lo posible, recomienda separar veinticuatro sueldos, mientras se está en el trabajo en relación de dependencia, para luego lanzarse a emprender con un respaldo.
- Capacitarse. Es clave ser una esponja: aprender todo lo que se pueda, hacer cursos, incluso de herramientas que no parecieran tener que ver con el tema del emprendimiento.
- Compartir. En el tránsito hacia el emprendimiento, es esencial charlar y nutrirse de personas que están en la misma situación.
- Animarse. No hay que esperar al “momento correcto”, porque no existe. Ya sea por la estabilidad que brinda la relación de dependencia, por las crisis del país, por los miedos, siempre va a haber excusas. Si no se salta, uno nunca va a sentir la satisfacción de lograr su emprendimiento.