200 millones de criaturas se utilizan cada año en pruebas de laboratorio. Cómo elegir productos libres de crueldad.
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Hace unos meses se hizo viral el corto animado Save Ralph, la historia de un conejo que narra lo que describe como “su trabajo” para la industria de la belleza (si no lo viste, googlealo). Pero esto no es ficción: por año se maltratan y matan alrededor de 200 millones de animales para la investigación en cosmética, productos de higiene y limpieza, medicamentos e investigación científica. Esto incluye cerca de 80 millones de experimentos con animales (perros, conejos y monos son los principales) así como millones de otros animales que son sacrificados por sus tejidos, usados para criar cepas de animales genéticamente modificados. Los principales países en experimentación con animales en el mundo son China, Japón, Estados Unidos, Canadá y Australia. En América Latina la delantera la lleva Brasil con más de 2 millones de animales al año.
Hacia mediados de los 90, las compras cruelty free se volvieron populares, pero también eran confusas, a veces engañosas. Las empresas habían comenzado a diseñar sus propios logotipos de conejitos, siguiendo su propia definición de “libre de crueldad” sin la participación de grupos de protección animal. En respuesta, ocho grupos de protección animal se unieron para formar la Coalición para la Información al Consumidor sobre Cosméticos (CCIC).
El panorama mundial y local
Hoy, para saber que un producto no fue testeado en animales, tenemos que buscar el sello Leaping Bunny, adoptado por más de 2100 marcas en el mundo. La lista de marcas certificadas está en www.leapingbunny.org. El concepto “vegano” aún no está legalmente regulado; se usa cuando un producto no contiene ingredientes de origen animal, pero no significa que el producto no haya sido testeado en animales.
“En la industria cosmética, los consumidores están más conscientes y hay mayor presión pública. Pero los animales también se usan en la industria farmacéutica y la industria química, en universidades e instituciones públicas para investigación. Los números no están bajando como quisiéramos. La mayoría de los países no tiene ninguna legislación al respecto. En Latinoamérica hay un panorama heterogéneo. Guatemala, por ejemplo, fue la primera en prohibir el testeo en cosméticos. Después se sumaron México y Colombia. La legislación avanza a la par que los consumidores demandan cada vez más productos orgánicos y veganos. Las marcas Natura y Botikario están haciendo un gran trabajo en este sentido. Y ahora que haya una marca líder a nivel mundial como Garnier hace una gran diferencia. En Argentina todavía hay mucho testeo animal. Esperamos que el país se ponga más al día con lo que está ocurriendo en la región. Es buen momento para que los gobernantes pongan este tema en agenda”, asegura Michelle Thew, la CEO de Cruelty Free International.