Todas escuchamos hablar de esta disciplina para empoderarte. Pero... ¿sabés qué debe tener un coach para ayudarte?
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El 70% de las personas que se forman como coaches no ejercen como tales, sino que lo utilizan para manejarse en la vida. El coaching es un mindset, una forma de configurar tu mente para vivir mejor. Formarte como coach puede resultar una gran herramienta, con la que elegís tus objetivos y qué querés conservar, cambiar y construir para vos misma. Nuestro experto, Fernando Sáenz Ford, lo explica con una metáfora concreta: no es lo mismo hacer diez pozos de ochenta centímetros que un pozo de ocho metros. O, usando otra metáfora: el coaching te permite transformar un arcoíris en un rayo láser dirigido.
También podés estudiar para trabajar coacheando a otros. Si sentís que tu vocación va por el lado de ayudar a los demás a encontrarse con ellos mismos o a redireccionar su vida, el coaching profesional puede ser para vos.
Coaching vs. terapia
Te preguntarás qué diferencia hay con ir a un/a psicóloga/o, porque lo cierto es que todos estos temas podés abordarlos también en terapia. El coaching tiene un límite claro y es el inconsciente. Acá solo se opera en el presente, buscando cambiar la óptica y conectándose con una mirada diferente. En las sesiones de coaching, construís un modo de pensar y de actuar que antes no existía, basado en tu propia autonomía. Te permite encontrarte con tus propios recursos para torcer el curso de lo que venías haciendo y lograr nuevos niveles de desempeño, en un proceso ágil y asertivo. El coaching no hace psicodiagnóstico, no aconseja tratamientos ni se centra en los problemas o conductas disfuncionales.
"El coaching te permite transformar un arcoíris en un rayo láser dirigido."
8 competencias clave de un coach
- Demuestra práctica ética: demuestra integridad y honestidad, usa un lenguaje adecuado y respetuoso, mantiene la confidencialidad y distingue entre coaching, consultoría y psicoterapia, remitiendo a su coachee a otro profesional si lo necesita.
- Encarna una mentalidad de coaching: reconoce que sus clientes son responsables de sus elecciones, elabora un ejercicio continuo de reflexión y aprendizaje para mejorar su propio coaching.
- Establece y mantiene acuerdos: colabora con cada coachee para crear acuerdos claros sobre la relación, el proceso, los planes y las metas del coaching.
- Cultiva confianza y seguridad: crea un ambiente que le dé apoyo y seguridad al coachee y que le permita compartir libremente.
- Facilita el crecimiento del cliente: se asocia con el cliente para transformar el aprendizaje y la conciencia en acción, promoviendo su autonomía en el diseño de los objetivos, acciones y responsabilidades. Celebra sus progresos y éxitos.
- Provoca conciencia: considera la experiencia de cada coachee al momento de decidir qué podría ser más útil, y lo desafía como una forma de provocar conciencia o entendimientos.
- Escucha activamente: se enfoca en lo que cada coachee está (y no está) diciendo para comprender lo que se está comunicando. Resume lo que su coachee comunicó para garantizar claridad y comprensión.
- Mantiene presencia: es plenamente consciente y está presente con cada coachee, empleando un estilo abierto, flexible, bien fundado y seguro. Maneja las propias emociones para estar presente con cada cliente, se siente cómodo trabajando en un espacio de no saber.
¿Cuándo es coaching y cuándo no?
Por Fernando Sáenz Ford. Director de Desafío Coaching 30 Días y cofundador de Coaching Global.
Hay 3 operaciones que se tienen que estar dando en la relación de coaching y si al menos una de esas no ocurre, no es coaching profesional.
Durante el coaching, el poder transformador está en las personas que reciben coaching y no en el conocimiento, trayectoria o consejo del coach. El coaching propicia un clima confiable e íntimo donde las personas suelen tener la experiencia de mostrarse auténticas sin sentirse juzgadas, analizadas, evaluadas o aconsejadas según el criterio del coach. El coach no busca que las personas reciban información o conocimiento, aunque esto pudiese ocurrir circunstancialmente como un aporte al proceso.
Durante el coaching, la autoridad que tiene el coach es otorgada por las personas que reciben coaching. En ese sentido, el coach depende de la mirada, escucha y sentir de su cliente sobre el valor que puede aportar. Diferente es un maestro en el colegio, el jefe en el trabajo, un sacerdote en la comuna religiosa o un general en la milicia, ya que la autoridad está dada por un consenso institucional, que les permite aprobar o aplazar, promocionar o despedir, bendecir o perdonar, premiar o castigar.
"¿Quién tiene el poder?, ¿quién otorga la autoridad? y ¿quién establece los objetivos?, la respuesta a esas tres preguntas permiten definir a un profesional competente"
Durante el coaching, los objetivos del proceso y de cada sesión los definen quienes reciben coaching. El coach nunca es quien dice cuáles son las metas. Lo que hace el coach es ayudar a clarificar qué quieren las personas que reciben coaching sin colocar su propia agenda. Uno de los valores del coaching está en cultivar un ambiente de aprendizaje para que quienes lo reciben traigan sus aspiraciones sin inhibiciones y sin ser conducidos por los conocimientos, costumbres o experiencia del coach.
Entonces, estas tres preguntas (¿quién tiene el poder?, ¿quién otorga la autoridad? y ¿quién establece los objetivos?) deben tener las mismas respuestas: quienes reciben coaching. Sin embargo, hay muchas personas que no ejercen como coaches profesionales pero se entrenaron para encarnar mentalidad y habilidades de coaching tanto en sus ámbitos personales como profesionales y esto les otorga una fresca sensibilidad centrada en el compromiso con la posibilidad y grandeza con sí mismos y los demás. ¿Cómo sería una escuela, una empresa, una academia, una institución, una familia, realizadas por personas con conciencia y herramientas de coaching?