En 2007 les diagnosticaron celiaquía a ella y a sus hijas. Desde entonces, Ale Temporini se lanzó a una aventura que hoy comparte con miles de seguidores en sus redes.
- 4 minutos de lectura'
¿Cómo empezó tu amor por la cocina?
Desde que tengo 5 años cocino. Al principio, ayudando a mi mamá y a mi abuela. Somos 3 hermanas mujeres y cuando mis padres decidieron separarse, cada una tomó un rol en la casa para ayudar a mamá: yo elegí estar en la cocina.
En 2007, cuando les dieron el diagnóstico de celiaquía a tus hijas, todavía no se hablaba tanto del tema...
Lo más crítico fue lo social. Mis hijas eran muy chiquitas y su vínculo con la comida en cumpleaños o en el comedor del colegio no estaba funcionando bien. Ellas llevaban sus viandas, pero así como iban, volvían. No querían comer y, como madre, era un dolor muy grande. Hasta que decidí cambiar las formas, me di cuenta de que tenía que hablar con otros papás y contarles lo que nos estaba pasando. Eso fue el puntapié inicial para hacer esto que hoy hago, que es enseñar a cocinar sin gluten.
¿Y como cocinera, cómo fue este cambio?
Fue encontrarme con algo diferente, que hasta ese momento no sabía manejar. Es difícil manipular harinas sin gluten cuando no entendés el producto. Entonces empecé a investigar, a leer etiquetas, a estudiar de nuevo. Viajo seguido a España, porque tengo familia allá, y en cada visita indago sobre los alimentos libres de gluten. Con todo eso, sumado a los cursos que he tomado afuera, empecé a vincularme con productores y otros cocineros y a generar una movida desde la docencia. Así es como comencé a dar cursos en el IAG y luego cocreé la primera Escuela de Cocina sin Gluten del país.
¿Qué onda el mito de que la cocina sin gluten es desabrida?
Yo siempre digo: “Probá esto” y la gente se sorprende por lo rico. En realidad, la cocina sin gluten no tiene límites. Se puede hacer lo que quieras. Lo más difícil fue poder darme cuenta de lo que podía llegar a pasar con cada una de las harinas al manipularlas. Y aprendiendo eso, no hay límites. Sin embargo, sigo estudiando. Cada vez que viajo, indago; también tomo cursos con cocineros de otras partes del mundo. Siento que la cocina es un aprendizaje constante.
Actualmente hay más conciencia y oferta de productos sin gluten. Pero ¿qué creés que nos falta a los argentinos?
A nivel producto estamos bastante bien, pero hacen falta algunos cambios. Por ejemplo, tenemos un logo sin TACC que incluye la avena y la realidad es que la avena es libre de gluten. Lo que contiene son aveninas, que a algunas personas –como a mi hija Martina– les caen mal y les provocan algo similar a lo que ocurre cuando un celíaco ingiere gluten. Hay información que confunde. Otro cambio que tendríamos que afrontar es en el ámbito de los restaurantes. Somos personas sanas, pero si hay una contaminación cruzada, nos enfermamos. Los cocineros y el personal deberían capacitarse para poder compartir la cocina.
¿Qué lugares gluten-free frecuentás?
En Buenos Aires hay cada vez más opciones para los celíacos. En Despacho de Sabores, por ejemplo, siempre me siento súper cómoda porque conozco la cocina, como rico y saludable. Si quiero comer algo dulce, en GOUT Gluten Free Bakery. Si quiero parrilla, voy a Campobravo, en Palermo, que es libre de gluten.
¿Qué le decís a alguien a cuyo hijo le diagnostican celiaquía?
Lo primero es que hable con sus pares. Se van a encontrar con gente que no tiene ganas de escuchar, pero otros los van a estar acompañando en este camino. Al principio van a llorar, se van a frustrar..., nos pasa a todos los padres. Lo nuevo, lo desconocido, siempre te trae miedos e inseguridades, pero una vez que transitás eso, y te das cuenta de que no es nada malo, todo lo que veías mal pasa a ser una anécdota, muchas veces algo divertido. En un momento todo era crítico y terrible... y hoy lo veo divertido.
¿Dónde seguirla?
Ale editó su primer libro, Mi aventura sin gluten (Grijabo, $1899), con historias, consejos y recetas para comer sano, rico y libre de gluten. En su web podés enterarte de sus talleres y clases de cocina. Más info: aletemporini.com / IG @aletemporini.
Producción de Dolores Braga Menéndez.