Cómo fue que Rosa Guarú marcó los límites de la casa del General San Martín en Yapeyú, y el nuevo museo histórico que le rinde homenaje.
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Hubo un tiempo en el que Yapeyú estuvo superpoblada. Un tiempo de ejércitos, música sacra, imaginería y encomiendas. En ese entonces, un grupo de sacerdotes de la Compañía de Jesús signaba la vida de ocho mil guaraníes. Y Yapeyú era uno de los treinta pueblos misioneros que se repartían entre lo que hoy es Paraguay, Argentina y Brasil. “Ahora somos solo cinco mil”, cuenta Susana Danielle, guía turística de la localidad famosa por ser cuna del General José de San Martín. Hasta acá llegamos tras recorrer por la RN 14 los 720 kilómetros que separan Capital Federal de este pueblo. Y todo luce tan imperturbable como la estatua del Libertador de América que está frente a la plaza vacía.
“Nuestra Señora de los Santos Reyes de Yapeyú fue fundada el 4 de febrero de 1627 por el sacerdote Roque González de Santa Cruz”, precisa Susana y propone mirar calles, plaza y ruinas en función de qué estaba dónde. Cuenta que la iglesia se levantaba sobre un museo que hoy está cerrado. Marca el baptisterio y las tres naves. También señala la ubicación del colegio, los talleres, el hospedaje, un cementerio y el coti guazú –donde se recluía a las viudas, huérfanos, madres solteras y sus hijos–, que estaba donde hoy está el nuevo Museo Histórico de Yapeyú. Cuenta que la antigua plaza de armas es la actual plaza, rodeada de las casas de los guaraníes, donde todavía se perciben ruinas de los muros de piedra originales.
“En el hospedaje se instaló en 1775 el militar español Juan de San Martín. Vino con su esposa y tres hijos mayores para ordenar el pueblo tras la expulsión de los jesuitas”, agrega Susana y así explica el nacimiento en Yapeyú de José Francisco –después de Justo Rufino–, el 25 de febrero de 1778. “La Corona española había echado de sus dominios a los jesuitas porque temía que se levantaran. Las misiones eran grandes milicias adiestradas por los curas y se autoabastecían”, explica Jésica Pérez, que también es guía y destaca las habilidades artísticas de ese ejército de artesanos y músicos que “celebraban la fertilidad de la tierra como hoy se baila el chamamé”.
Entonces vamos hasta el templete donde se veneran –como en un templo– las ruinas de la casa de San Martín. Un granadero las custodia con devoción, sin desviar la mirada. La guía Liliana Suárez apunta: “Tenemos un tercio de la casa que ocupaba la manzana numero 45 del pueblo, según un experto, el historiador jesuita contemporáneo Guillermo Furlong”. Hay además un copón de bronce con los escudos de la Argentina y de España que guarda las cenizas de Don Juan de San Martín y Doña Gregoria Matorras, que hasta 1998 descansaban en la bóveda de la familia de su nuera –los Escalada– en el cementerio de La Recoleta. “Los restos de San Martín están en la Catedral Metropolitana porque así lo dejó expresamente pedido en su testamento”, agrega Jésica Pérez, sin negar un intento yapeyuense por trasladarlos.
Entonces, y volviendo a principios del 1800, la historia de San Martín con Yapeyú fue breve. Cuando tenía tres años su papá fue reemplazado en su cargo militar y se mudó primero a Buenos Aires y luego a España. Pero Yapeyú siguió su curso y en 1817 los portugueses –que venían acechando la zona tras la acefalía jesuita– quemaron y saquearon las misiones que llevaban casi doscientos años sobre el río Uruguay. Entonces muchos guaraníes murieron, otros se refugiaron en los esteros, y algunos de los que se fueron, volvieron… Como Rosa Guarú, que regresó con un título no menor: había sido la niñera de San Martín, ese general del que hablaba el continente. Aunque algunos historiadores sugieren que en realidad era la madre biológica del prócer... Más allá de eso, fue ella quien en 1860 y con 112 años –sí, eso dicen– le marcó al gobernador doctor Juan Pujol las ruinas de lo que había sido la casa del Libertador. “Con el dato de que acá había nacido San Martín, en 1864 se decidió repoblar Yapeyú con quince familias de colonos franceses”, agrega Susana Danielle, que es sexta generación de galos.
En relación a los franceses, Jesica Pérez agrega que en 1899 se levantó la Iglesia San Martín de Tours. Y que desde entonces, en la localidad hay dos fiestas patronales, una por el santo francés y otra por Nuestra Señora de los Santos Reyes del Yapeyú, que incluye esta advocación a los Reyes Magos, posiblemente por la cercanía de la fundación con la fiesta que los recuerda. Agrega también que hubo un tiempo en el que al pueblo se lo llamó San Martín, por el santo, y no Yapeyú. Y reflexiona: “San Martín se fue y murió en Francia por cuestiones ideológicas. Decía que era el lugar donde se iluminan las mentes. Esa cosmovisión lo había llevado a liderar la campaña independentista”.
En la plaza de Yapeyú un árbol se preserva con tanto cuidado como la casa donde vivió el prócer. Es un brote del histórico higuerón que Don José de San Martín nombra en las cartas que enviaba a los pobladores de su pueblo natal para reclutarlos en sus ejércitos. En sus escritos contaba que bajo ese árbol jugaba de niño, en los albores de 1780, con “sus amigos los indios de la reducción”. Por eso, tan célebre se volvió el árbol que, con la intención de preservarlo, una ordenanza municipal decretó que nunca nadie lo podara. De ahí que en 1986 el árbol se partió al medio y murió, para que hoy quede un brote de lo que fue aquel higuerón memorable.
A unas cuadras, el Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín es clave para comprender la gesta sanmartiniana. El Teniente Coronel Rubén Cordon, nacido en Paso de los Libres y granadero hace 23 años, está a poco de jubilarse. “De todas maneras, uno muere granadero. Siempre lo seré”, confía y nos recibe con sus hombres a caballo listos para desfilar y mostrar destrezas militares.
Decidido a transmitir lo que sabe, se detiene para analizar el uniforme de los granaderos, colmado de símbolos y detalles que no son aleatorios. “Era un uniforme vistoso pero liviano, porque San Martín lo pensó todo”, resume el Teniente Coronel Cordon. Las botas tienen moños para estribar, la pechera –que antes era cuero e iba debajo del traje– es protección, como las charreteras de los hombros y los galápagos de chapa o de cuero, que prevenían un sablazo en el cuello. Hay además un valijín donde iba la pólvora y las municiones del fusil, aunque los granaderos usaran más el sable y la lanza. También hay un morrión (casco) con penacho. Y en muchas de las piezas se observa el símbolo de los ganaderos: una esfera metálica con mecha.
Cuenta que en los regimientos del Libertador había 200 guaraníes –como el Sargento Cabral– que pelearon los trece años de combate, y que solo cinco volvieron con vida. “‘Gloria a los vencidos en Chancay’, reza el lema de nuestro regimiento de Yapeyú, por una batalla en Perú”, agrega Cordon e invita a pasar al Museo Sanmartiniano con reliquias, banderas, cartas, réplicas de sables y frases siempre vigentes. Entonces reflexiona: “El granadero es el único soldado que une la grieta entre los argentinos. Hace unos años hubo una manifestación muy fuerte en la Plaza de Mayo que coincidía con el momento en que los granaderos hacen el relevo y desfilan en la Catedral. Hubo dudas en cuanto a si convenía o no que se lanzaran por temor a que los agredieran por ser solados. Pero lo hicieron igual y la gente les abrió paso. Nadie les hizo nada. El uniforme de granadero es distinto a todo. Si yo voy con este, camuflado, posiblemente no me vaya tan bien”, cuenta Cordon sobre el regimiento que en nuestro país tiene alrededor de 1.100 integrantes y que tiene como función primordial custodiar al primer mandatario.
Datos útiles:
Templete de la Casa Natal de San Martín. Sargento Cabral esquina Gregoria Matorras. Conserva las ruinas de la vivienda donde nació y vivió hasta los tres años quien luego sería el Libertador de América. No es museo, sino lugar para venerar al prócer desde 1899 –primero a la intemperie– y desde el 17 de agosto de 1938, dentro el edificio. Guarda también los restos mortales de los padres del don José, Juan de San Martín y Gregoria Matorras. Abre de 7 a 19 horas, con entrada gratuita.
gua Histórico de Yapeyú. Sargento Cabral esquina Adolfo Flores Meza. T: (3772) 40-8617. Es un flamante centro de exposiciones, inaugurado en agosto de 2021, que recorre la historia de pueblo: desde la fundación de la misión, a la gesta sanmartiniana y la repoblación con los colonos franceses. Se erige donde estaba el cotí guazú –casa grande, en guaraní– de la misión jesuítica y expone un sector con sus ruinas. Jesica Pérez es una de las guías más experimentadas y quien acompaña en el recorrido. Abre de martes a domingo, de 8 a 12 horas y de 14 a 18. Los lunes, cerrado. La entrada es gratuita.
Museo Sanmartiniano. San Lorenzo 200. Funciona dentro del Regimiento Granaderos a Caballo General San Martín. Expone sables, una réplica de la habitación donde murió Don José, uniformes, cartas y sus lemas, entre otros objetos valiosos y que invitan a una comprensión cabal de la cabeza y el espíritu del Libertador. Es gratis y abre todos los días de la semana, de 7 de la mañana a 9 de la noche, porque siempre hay alguien de guardia.
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