El proyecto se llama Peluquereando y fue idea de un peluquero y su mujer que decidieron dejar sus vidas en Ucacha, Córdoba, para emprender mientras viajan por la Argentina.
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“No vendo solo un corte de pelo, vendo una experiencia”, dice Jorge Battagliero en la playa frente al lago Lácar en San Martín de los Andes, donde instaló la peluquería móvil con la que viaja con su mujer Sandra Fía. El exterior de su motorhome está decorado y anuncia el proyecto viajero que llaman Peluquereando: instalan en sitios y paisajes emblemáticos del país la banqueta giratoria donde se sienta el cliente, el precioso baúl se madera diseñado especialmente donde van las herramientas de trabajo y el atril con espejo que Jorge necesita para realizar un breve corte de pelo o arreglo de barba. Así, el peluquero ha usado sus tijeras frente al Canal de Beagle, en Puerto Almanza, Caleta Olivia, Camarones, Punta Perdices y hasta en Tornquist, donde realizó cortes durante la travesía hacia y por la Patagonia. “El corte de pelo es una yapa, la propuesta es hacerlo en un lugar poco habitual y muy atractivo”, explica Jorge.
Jorge es peluquero en el pequeño pueblo cordobés de Ucacha desde hace más de 30 años, y Sandra es ingeniera civil. Tienen 59 años y están juntos desde los 16. Son de Ucacha, y salvo los estudios universitarios en Córdoba capital- él estudió para técnico radiólogo-, casi toda su vida ha transcurrido en el pueblo rural de seis mil habitantes.
Ahora que sus cuatro hijos crecieron y comenzaron a irse fuera de casa para estudiar, Sandra y Jorge pensaron en trasladarse una vez jubilados a algún lugar de las sierras más cercano a la capital y así estar más cerca de ellos. “Pero vino la pandemia y nos entusiasmamos viendo videos de viajeros que contaban su experiencia”, dice Sandra. Aunque nunca se habían imaginado viajar en motorhome la idea picó, y la eventual casita en las sierras se transformó en una casa móvil.
La pareja ya había tenido una experiencia de diez días viajando en un colectivo equipado prestado, y estaban confiados que la vida en motorhome les iba a gustar. Investigaron qué vehículo les resultaría el más conveniente y se decidieron por una Mercedez Benz Sprinter que les permitiría el mayor espacio pero que les costó conseguir porque no había unidades disponibles. Insistentes, la licitaron durante once meses hasta que salió. Luego empezaron a buscar cómo equiparla y dieron con una empresa maravillosa que se las armó.
El primer viaje
En julio de 2023 llegó el primer viaje. Recorrieron la sierra cordobesa cerca de su casa en viajes cortos y, hasta ese momento, sin la peluquería a cuestas. “Aunque conocíamos la zona, queríamos arrancar por terrenos conocidos para conocer más el vehículo”, explica Jorge. ¿Cómo va a ser esto de no trabajar en todo el día si estoy acostumbrado a hacerlo durante nueve horas diarias?, se preguntó Jorge. “No me imaginaba desconectando tanto de mi oficio”, confiesa.
Así surgió la idea de realizar cortes como hilo conductor del viaje y comenzaron a diseñar la peluquería rodante con toda la onda. Tenía que tener todas las facilidades de la peluquería del pueblo. Además de la silla giratoria desmontable (para que quepa en el vehículo), armaron una caja de madera con tijeras, navajas, alzadas y peinadores, los cargadores y la capa de colores con la que cubre los hombros de sus clientes. También un espejo de marco dorado que tiene historia: “Ese espejo era un cuadro que estaba en la habitación de mis papás cuando yo era chico; me crié de niño con la imagen del lago y el barquito en el muelle”, dice. “Después mis padres se mudaron de casa y cambiaron la foto del cuadro, y cuando ellos faltaron y surgió el proyecto, pensé que ese cuadro era una buena oportunidad para tener algo de ellos viajando conmigo”, sigue. Parece que cuando mandó a desmontar la lámina para armar el espejo, detrás estaba la imagen que él recordaba de niño. Al espejo lo colocaron sobre ésta, que viaja con ellos.
“La primera vez que armé la peluquería móvil como prueba- aún antes de tener el vehículo- lo hice en la estación de ferrocarril de nuestro pueblo: el conjunto quedó como punto de partida de nuestros viajes”, cuentan. También lo hacen desde la iglesia que ilustra una parte bonita de Ucacha y de paso muestran su querida localidad al resto del país a través de su cuenta de Instagram (@peluquereando).
El viaje a la Patagonia duró tres meses. Lo único que tenían planeado era el destino (Ushuaia), adonde pensaban llegar por la ruta 3 recorriendo distintos pueblos y volver por la 40. “Como trabajábamos mucho no hubo tiempo de investigar demasiado y no habíamos pensado dónde queríamos peluquerear”, explica Jorge, mientras Sandra cuenta las consecuencias de salir con poca preparación.
“Nos sorprendimos muchísimo con los lugares que pasamos, y también nos perdimos varios otros. Uno puede programar todo lo que tiene que ver con los lugares, pero nunca se planea lo que tiene que ver con la experiencia”, sostiene. En Punta Perdices por ejemplo, armaron el set peluquero en un día de viento, y cuando publicaron su día en las redes, fueron convocados por los dueños de los carritos de venta de comida a que rearmaran al día siguiente para peluquerear a varios que no tenían tiempo de ir a la peluquería. De paso se sumó gente que iba a un casamiento y quería emprolijarse.
Puro aprendizaje
De a poco fueron aprendiendo de su experiencia viajera a no planear a largo plazo porque es el día a día el que sorprende. “Muchas veces nos ha tocado en el viaje que planeábamos algo en el día y las cosas salían totalmente distintas y disfrutábamos del cambio de plan”, cuentan. “Con la disponibilidad de tiempo más ilimitada uno se puede permitir ese lujo”, agregan.
En viaje por Patagonia y en contacto con otros viajeros advirtieron un dato que les resultó clave: tenían como objetivo conocer primero el país antes de salir a otros países, y habían perdido de vista su propia provincia antes. “Nuestra deuda en Córdoba era el norte, así que para ahí encaramos apenas volvimos de Patagonia”, relatan. Incluso visitaron una escuela rural a solo 15 kilómetros de su pueblo donde contaron a un grupo de chicos fascinados su experiencia a bordo de la motorhome en el extremo sur del país y aprovecharon para hacer algún cortecito de pelo.
Siempre que vuelven a casa lo hacen con pocas ganas. Es que la motorhome les resultó muy cómoda y extrañan poco su colchón y sommier. “Nuestra casa es grande pero ya no es la casa donde vivíamos como familia con hijos donde había siempre mucho movimiento”, justifica Sandra. “Esa es la casa que uno extraña, que ahora está vacía”, dice. “Mucho mejor la pasamos en la motorhome”, termina.
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